"Nueva amiga."
─ ¿Megan?─ escuché detrás de mí.
No debía ser adivina para saber que catalina se tensó por un momento, pero después al ver detrás de mí pareció aliviada.
─Oh por Dios, viniste─ exclamó la rubia cuando me giré.
Detrás de ella casi una docena de hombres uniformados caminaban a toda prisa tratando de alcanzarla. Me sorprendió tanto que me recibiera con un abrazo fuerte y real.
─Tu cabello─ hablé curiosa al separarnos.
Sonrió y lo tocó con suavidad.
─ ¿Te gusta?
Era un cambio sumamente drástico, pero en ella se veía muy lindo.
─Me fascina─ sonreí mientras respondía.
─Mujer, te he extrañado tanto─ expresó sincera.
─Pudiste llamarme─ musité.
─ ¿Bromeas?─ formuló de manera extraña.
─No, realmente pudiste llamarme─ comenté volviendo al tema.
─Mi esposo me dijo que si llamaba sin permiso de tu esposo era de mala educación.
Entorné los ojos. Para los hombres todo debía ser con permiso de otro hombre.
─Pues puedes llamarme cuando se te antoje─ susurré amable.
─Gracias─ sonrió.
Estaba observándome de pies a cabeza. Sus hermosos ojos grisáceos me mostraban una curiosidad tremenda.
─Le dije que no preguntaría pero─ observó a todos lado y finalmente tocó mi estómago─, ¿Cómo va tu embarazo?
Sonreí radiante.
─ ¿Fui indiscreta?─ formuló de manera arrebatada─. Mi esposo me dijo que no hablara del tema hasta que tú y Zachary lo comentaran en la cena, pero no puedo dejarlo.
Me encogí de hombros.
─Cuando estás conmigo puedes romper toda regla marcada por tu esposo.
Suspiré e imité su acción de observar que nadie escuchara o viera lo que hacíamos.
─Zachary también adora darme órdenes y lecciones de buenos modales frente a los demás.
Jadeó con sorpresa.
─ ¿Acaso ellos no entienden que odiamos eso?─ expresó frustrada.
─Parece ser que no─ respondí algo feliz por estar diciendo algo que no creí poder hablar nunca con nadie.
Su expresión cambió cuando vio a la entrada de la recepción, por instinto giré hasta esa dirección y, más específicamente, a quien acompañaba a mi esposo.
─ ¿Qué pasa?─ musité viendo su rostro.
─Nada─ sonrió nerviosa.
Mi corazón se estrujó con fiereza y mi mente divagó un poco. La mirada que Perrie le dedicaba a ese sujeto me recordó a la que yo tenía especialmente para Zachary. Pero ese cambio de actitud, ese cambio me hizo ver algo diferente: no solo amaba al castaño, ella también le temía.
─Megan.
Catalina se acercó con prisa a mí y se colocó a mi lado.
─Él es el señor Alistair─ susurró por lo bajo.
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Despiadado ©
RomanceSu mirada era más fría que un tempano de hielo. Estaba claro que le gustaba verme sufrir. Su pasatiempo favorito era ver mis lágrimas correr. ¡ADVERTENCIA! Esta obra tiene lenguaje vulgar (palabras altisonantes), maltrato físico y contenido sex...