Capítulo 15.

44.2K 3K 278
                                    

"Pesadilla."

Zachary.

Una capa de sudor cubría mi frente. En mi lugar estaba de piedra, como si de un vegetal me tratara. Su cuerpo estaba aferrado al mío, tan apacible como antes de dormirnos.

Revisé la hora en el reloj de la mesita de noche. Apenas habían pasado diez minutos desde que me quedé dormido. Desde que inicio la horrible pesadilla. Había tenido pesadillas antes pero esta, sin duda había superado a todas las demás.

Mi subconsciente me había traicionado a tal grado de perder la cordura y hacer cosas que no me atrevería a hacer jamás. Nunca la lastimaría físicamente. Ella era intocable, no podía lastimarla de esa manera aun cuando mi deseo por hacerla pagar era babilónico.

No lograría conciliar el sueño en toda la noche. Dejé a Megan en la habitación y me fui a la sala. Necesitaba un trago, o quizá toda la botella.

(...)

Horas después estábamos desayunando. Observé su mejilla, esperando encontrar algo. Temía haber bebido tanto y haber olvidado que en realidad la había dañado, pero estaba radiante. Igual que siempre.

‹‹ ─ Me alegro de ser la portadora del corazón de tu hermana. Me alegro de ser la responsable de su muerte y sobre todo, me alegro de verte sufrir como el bastardo que eres. ››

Comencé a dudar en cuanto autocontrol tendría si ella me revelara algo como eso.

Muchas dudas se formaron en mi cabeza. Podía existir la posibilidad en que Megan supiera acerca del corazón, pero era algo imposible.

─Dime una cosa, Megan.

Estaba un tanto intrigado respecto al tema de su carrera. Anoche cuando llegué ella tenía la caja en sus manos, pero eso era algo que no merecía la atención considerando las circunstancias en las que llegué.

─ ¿Qué cosa?

─Tienes veinte años─ asintió─. ¿Por qué? O ¿Cómo lograste conseguir un título?

Se encogió de hombros.

─Estudié una preparatoria abierta y como terminé antes, estudié una carrera. Mamá tiene un contacto que me ayudó a terminar antes de lo que era indicado y por un precio considerado.

─Esas carreras no funcionan.

Seguro su madre se folló a ese contacto.

─Todo título funciona, Zac.

─No sirve de nada si no sabes nada, Meg.

Sonrió.

─Pero yo sí sé.

─Eso me gustaría verlo─ la desafié.

─Con gusto te muestro mis habilidades.

Después del almuerzo fui al trabajo. Y ya por la tarde cuando regresé a casa, fuimos a casa de mi madre. La señora estaba necia con querer ver a Megan. Estaba encaprichada con su nuera, no la visitábamos seguido, pero cuando lo hacíamos ella me ignoraba por completo y toda su atención era para Megan.

Claramente, el motivo de la reunión no era solamente por el mero gusto de ver a mi esposa. Hoy llegaría a la ciudad mi primo Robert, y la llegada de ese hombre era motivo de una buena celebración. Después de todo era el dueño de una pequeña parte del mundo, como él decía.

─Hijo─ sonrió de manera dulce─. Que sorpresa que pudieran venir.

─ ¿Cuál sorpresa, madre?─ corté su drama─. Te dije ayer que vendríamos.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora