Capítulo 41.

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"Malos entendidos."

Contenido adulto.

─Megan...─ hablé─, no es nada, es solo algo sin importancia que pasó─ expliqué.

No quería arruinarlo todo y no lo haría.

─Sabes que─ susurró y después sonrió─, no importa. Vamos a tomar el té.

Tomó mi mano y la de Robert, y nos guío hasta el jardín.

─Ya siéntense─ exclamó cuando nos quedamos de pie frente a la mesa.

─Tengo una duda─ susurró viendo la invitación.

─ ¿Cuál es?─ hablé observando sus gestos.

Nos vio con el ceño fruncido e inmediatamente nos hizo sentarnos.

─En esta cena─ me tendió la invitación─, ¿no habrá sorpresas de ningún tipo verdad?

Fruncí el ceño.

─ ¿A qué te refieres?

─Hablo de que no quiero que esa mujer esté todo el tiempo pegada a ti─ exclamó muy firme.

─Y no lo estará, cariño de eso me encargo yo─ sentenció Robert.

─Gracias por eso─ susurró sonriendo─. Y ¿qué fue lo que pasó?

Maldición, no tenía idea de cómo decirle.

─Mi madre vio algo que no era, mal interpretó las cosas.

─ ¿Cómo?

No acostumbrara nunca a evadir los temas, pero las cosas con mi mujer estaban mejor y mis mierdas pasajera las iban a arruinar.

─Ella creyó que Zac y Katherine se besaron─ mintió Robert─. Lo que pasó realmente fue que... Katherine fue quien intentó hacerlo aunque Zac se negó.

─Katherine─ susurró Megan─. Y aun con eso permites que ella venga a casa y te abrace como si nada pasara.

─Aparentemente está arrepentida─ volvió a responder mi primo por mí.

Megan lo observó con una mirada fulminante y él entendió que quería que cerrara la boca.

─No importa que esté arrepentida amor─ susurré─. Ella no me interesa.

Era la primera vez que no sabía que decir.

─Por tú bien espero que no─ siseó.

Relamí mis labios, repentinamente sentía la boca seca.

─Deberías comer algo, estás pálido─ susurró Robert.

─Estoy bien, no tengo hambre.

La mirada de Megan se posó en el té que contenía la pequeña taza de porcelana en sus manos. Sonrió, dejó la taza a un lado y me observó.

─Iré con mi madre en unas horas, puedes venir si quieres.

Observé a Robert y él solo se encogió de hombros.

─Estaré arriba─ informó la pequeña─. Terminen todo.

Rasqué mi cuello cuando, sin que Robert lo notara, Megan me sonrió nerviosa.

Sin duda estaba perdido.

─Si me permites, iré a ver cómo está mi esposa─ comenté a Robert.

─Oh, descuida─ habló poniéndose de pie al mismo tiempo que yo─. Saldré un rato, tengo... asuntos que resolver.

─Claro, primo. Cuídate.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora