Capítulo 28.

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"No son mariposas."

Caminé a lo largo del pasillo repleto de libros. Había tanto de donde elegir y no podía decidirme por nada. Aunque ya tenía una idea de lo que más o menos quería no era algo concreto.

La altura siempre fue un problema para mi metro y cachito. Busqué una escalera, pero no había ninguna a la vista. Giré de manera repentina para ir por ayuda, pero un mareo me desorientó.

─Hola.

La mirada penetrante del castaño me erizaba la piel.

─Me llamo Demian.

Estiró su mano hacia mi dirección y al momento en que la estreché un escalofrió recorrió mi medula entera.

─Soy Megan─ musité apenas.

Olvidé por completo que era lo que buscaba en este lugar. Este sujeto se me hacía tan conocido, pero no recordaba de quien se trataba.

─Es un enorme gusto conocerte, Megan.

Fruncí el ceño.

─El gusto es mío.

No realmente, la pizca de incertidumbre no me dejaba y necesitaba saber quién era.

─ ¿Buscabas algo en especial?

Asentí. Ni siquiera lo recordaba.

─ ¿Puedo ayudarte a buscarlo?

─Ah...

─Las alturas normalmente son un problema para las clientas.

Sonreí. La paranoia siempre era mi problema, más estos últimos días.

─Don quijote de la mancha─ apunté el estante que estaba unos cuantos centímetros fuera de mi alcance.

─ ¿Aun no lo lees?─ preguntó incrédulo mientras se estiraba para alcanzarlo.

─Lo he leído unas... cien veces.

─Oh, eres de las clásicas, entonces.

─En realidad, he adoptado como un pasatiempo, el comprar los clásicos que considero indispensables en una pequeña biblioteca personal.

─En esa pequeña biblioteca debe estar El diario de Ana Frank y...

─El retrato de Dorian Gray─ completé sin pensarlo.

─Así es─ sonrió entregándome el libro─. Vayamos por los restantes.

Esto era como estar en un pequeño universo, uno pequeñito lleno de planetas diferentes.

─Aquí tienes uno de los éxitos de Wilde y vayamos por el diario.

─Andando.

─Tu idea de una pequeña biblioteca con los clásicos me gusta─ me tendió el último libro.

Algo que amaba de los libros era la pasta dura y el olor, amaba el olor de los libros nuevos.

─En lo personal─ siguió─. Oscar Wilde y Miguel de Cervantes son los mejores.

─Lo son─ concordé─. Pero hace unos días, y no me culpes si apenas lo hice, pero no sabía de su existencia─ reímos─. Leí: A sangre fría. Es una novela muy buena─ musité.

─Truman Capote.

─No sé qué es lo que hago contándole de libros a un chico bibliotecario─ bromee.

─En realidad simplemente lo he visto en los estantes, pero nunca lo leí.

─Vaya...

─Señora.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora