Capítulo 31.

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"Confesión."

Desperté cerca de las siete de la mañana con el cuerpo arropado y una caja de...

Sonreí.

Tomé la caja de chocolates y la puse en el buró a un lado de la cama. El tono de mi celular al recibir un mensaje me hizo sobresaltarme. Había pasado tanto tiempo en que no lo usaba o lo veía.

Tocaron la puerta y de inmediato a mi mente vino Robert, seguido de un sonrojo por lo que había pasado entre Zac y yo anoche. No había medido mis gritos y el primo Robert estaba aquí en la mansión.

Abrí la puerta y catalina sonrió con cariño mientras me tendía el teléfono.

─Es la señora Berry.

Asentí mientras tomaba el teléfono, antes de atenderlo vi como catalina se alejaba y cerré la puerta.

─Mamá─ musité.

─Megan, cariño mío te extraño.

Y yo a ella, pero había sido tan duro enterarme de algo que lastimaba a mi esposo. Algo de lo que mi padre era responsable, mamá cómplice y yo la culpable.

─Lo sé mamá, yo también te extraño.

─Ven a casa, tu padre ya no nos molestará más si eso es lo que te limita a venir.

─No lo es─ me apresuré a soltar─. Me es indiferente.

Pero no lo era, mi padre era como algo que necesitaba en pequeña proporción para estar bien y lamentablemente me había dado cuenta de eso la vez que fingió un secuestro.

─Es sólo que Zachary está de viaje y no puedo salir de la mansión.

Ni siquiera tenía idea de que no podía salir, pero ya conozco a mi esposo y seguro su ejército de seguridad está rodeando la mansión para evitar que salga.

─Entonces─ susurró con un hilo de voz─. Estás sola en casa.

─Así es.

─Supongo, que tendremos que esperar a que tú esposo regrese para vernos.

No sabía cuánto tiempo duraría su viaje, aunque me dijo que serían sólo unos días, los negocios de Zac son mega impredecibles. Y ahora que lo recordaba, mi madre nunca había visitado la mansión.

─Puedes...─ no sabía si era una buena idea─. Puedo mandar a alguien para que te recoja y te traiga aquí conmigo.

Hubo un silencio sepulcral del otro lado de la línea y después con una respuesta positiva dimos fin a la llamada.

(...)

Sus brazos me rodeaban con fuerza y sus sollozos inundaban mis odios.

─No puedo creer que seré abuela.

Ella sería la tercera persona en enterarse de mi embarazo, y bueno, catalina la cuarta porque estaba simplemente ahí como si mi madre fuera un peligro para mí.

─Estoy tan feliz por ti mi pequeña niñita.

─Gracias mamá.

─ ¿Cómo se lo tomó tu esposo?

Suspiré.

─De maravilla, creo que estaba más feliz que yo.

─No me lo imagino─ bromeó.

─Si te soy sincera─ sonreí─. Yo tampoco me lo imaginaba. Esperaba miles de reacciones, pero la que tuvo no me pasó ni un poquito por la cabeza.

Asintió.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora