Capítulo 27.

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"Cómplices."

─ ¿Qué haces aquí tan tarde, Megan?

Estaba nerviosa, todas sus facciones y manías la delataban. Tenía el cabello alborotado y la bata colocada de manera descuidada.

─Tú lo sabías─ musité a punto de estallar.

Pronto su mirada cambió a una de preocupación total, acaparando cualquier otra que haya visto antes. Seguramente era por mi maquillaje corrido y mi pésimo estado emocional. Sin duda colapsaría. Todo me podía en estos momentos. Todo era más poderoso que yo, ahora más que nunca.

─ ¿De qué hablas?─ frunció el ceño y me escrutó.

─ ¡Deja de fingir!─ grité, perdiendo el control.

Estaba harta de sus secretos, harta de que fingiera no saber nada cuando en realidad ella sabía todo.

─Mi vida, no sé de qué me estás hablando.

Sus ojos se cristalizaron y podía apostar que el pulso se le había acelerado. Sus manos se retorcían y se enredaban de un lugar a otro, tal y como lo hacía cuando estaba nerviosa.

─Claro que si─ susurré con rabia─. Tú sabías lo del corazón.

No pude contener más el sollozo que se estancó en mi garganta. Sus ojos me delataban que era más que obvia su mentira. La misma que me contó mientras me veía a los ojos durante tantos años.

─Sabías que Christopher se llevó a Victoria─ escupí repentinamente─. Sabía que le había quitado la vida a una pequeña inocente.

Negaba frenéticamente y, a medida que me acercaba ella se alejaba. Ese era su inútil intento de esconder la verdad que ya se reflejaba en sus ojos miel.

─Era sólo una niña y no le importó lo que ella o su familia sufrieran.

─Megan─ susurró, dolida.

─No, madre.

Se acercó en un momento, pero reaccioné mal y la empujé haciéndola tropezar. No estaba consiente de mis actos, en realidad sabía que estaban mal pero eran oportunos.

─No era algo en lo que yo pudiera influir, mi niña...

─ ¡Claro que podías, eras su esposa, pudiste pedirle que no lo hiciera!

Mis gritos hacían eco en todo la casa, pero nada opacó el sonido seco de unas pesadas botas bajando las escaleras.

─ ¡Ya es suficiente de tantos gritos!

Su voz me heló la sangre y por un minuto el coraje disminuyó. ¿Qué hacía aquí?

─ ¿Qué haces aquí?─ formulé, incrédula.

─Hija...

─ ¿Qué hace aquí, madre?─ de un momento a otro la furia se acumuló al grado de querer golpearlo.

─Megan, mi pequeña princesa...

Siguió bajando las escaleras, pero hoy no tenía ganas de abrazarlo como hace unas semanas, sólo quería golpearlo hasta cansarme.

─Christopher, vuelve por favor─ musitó mamá.

No, ella no pudo hacer nada en el pasado porque Christopher era muy controlador y siempre era el líder. Nadie le decía que hacer, él daba las órdenes y los demás solo obedecían de manera sumisa.

En el pasado le había dicho a mi madre que Zachary no era como mi padre, pero la verdad era que tienen muchas similitudes.

─ ¿Que pasa mi pequeña?

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora