"Mentiras piadosas."
Llegué a casa, necesitaba tomar una larga ducha y dormir al menos una semana completa. Físicamente me siento capaz de caminar como si nada pasara, mentalmente estoy hecho un asco.
Subí a tientas las escaleras, la casa estaba muy oscura y no tengo ni la más mínima intención de cambiar eso. El dolor de cabeza aumentaría más seguramente con la luz.
Al llegar a la habitación caminé directo a la ducha, terminé de asearme y fui por un pijama.
La cama se siente como el jodido paraíso, no había notado el dolor de espalda que penas toqué el blando colchón me embargó. Suspiré.
─Ya es poco más de media noche, Zac─ susurró Meg
─Lo sé─ giré mi cuerpo hacia el suyo─, lamento si te desperté.
Sonrió y tocó su barriga.
─En realidad me despertó un sueño.
Sonreí.
─ ¿Qué ocurre?
Sus mejillas se tiñeron de rojo. A lo largo de nueve meses estuve lidiando con diferentes y extrañas estepas de embarazada de mi mujer: vómitos y mareos durante los primeros tres meses... pero lo peor, sin duda, fue la extrema bipolaridad que tuvo los siguientes tres. Esto solo era una nueva reacción de sus hormonas alborotadas, pero si se trata de sexo, sin replica alguna, esta es mi etapa favorita.
─Ya no me dejas abrazarte como antes─ susurró acariciando mi brazo.
La había descuidado las últimas semanas, pasaba las tardes con ella, haciendo lo que un matrimonio normal hace siempre, pero por la noche salía a terminar trabajos de las empresas y asuntos ajenos a los negocios.
─Puedes abrazarme como quieras y cuando quieras, amor─ susurré tomando su rostro con ambas manos.
No había tenido ni un maldito momento para meditar cuan alegre me encuentro con el simple hecho de saber que no es ella la responsable de lo ocurrido con mi hermana hace años. Incluso me siento bien con saber que no fue ella a quien le hicieron daño.
─Oye...
Pasó ambas piernas a cada lado de mis muslos colocándose a horcajadas y me besó. Este beso tiene la pasión más alucinante de jodido mundo.
─No solo quiero abrazarte─ susurró.
─Entonces haz lo que quieras, estoy dispuesto a todo contigo amor.
Una enrome sonrisa se formó en su deliciosos labios.
Después de hacer el amor casi toda la noche no pude más, tomé su cuerpo y la abracé. Acaricié su pecho y sentí algo que hasta ahora nadie me había explicado.
Ella tiene una cicatriz en si pecho.
Después de concluir en que, tal como Elizabeth lo había mencionado, ella debía cubrir todo lo relacionado con su hija. Incluso si era necesario simular que en ella había sido llevado a cabo un trasplante, decidí dejar de pensar en ello por esta noche.
Sus dedos se hundieron en mi cabello acrecentando mi cansancio y después de unos minutos me dejé llevar.
(...)
─Zac─ sentí mi cuerpo ser movido.
Gruñí. No podía despertar, mi cuerpo se sentía pesado, mis ojos ardían con el simple hecho de pensar en abrirlos.
─Cinco más, lo prometo, Meg.
─ ¡Despierta!─ gritó, alterada.
Me senté de un brinco.
ESTÁS LEYENDO
Despiadado ©
RomanceSu mirada era más fría que un tempano de hielo. Estaba claro que le gustaba verme sufrir. Su pasatiempo favorito era ver mis lágrimas correr. ¡ADVERTENCIA! Esta obra tiene lenguaje vulgar (palabras altisonantes), maltrato físico y contenido sex...