Capítulo 46.

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"Cuestionable."

Después de que la pequeña Pheobe mencionó a la tal Victoria, la cena dejó de ser lo que era antes, al menos para mí y mi esposo.

Las sonrisas de Zac fueron remplazadas por una mirada algo siniestra y malhumorada.

Recibió ese tan ansiado reconocimiento, pero su discurso no fue capaz de convencerme, aunque a todos los demás parecía que sí.

La cena finalizó y todos, tal como habían llegado se habían ido, pero una vez más la niña caprichosa no dejaba que ¡su Zachy! Alejara su atención de ella.

─Tu esposa no me agrada.

Estábamos saliendo del lugar cuando la niña le susurró a Zachary lo que no se atrevió a decir en toda la noche.

─Es una excelente mujer─ susurró él sonriendo─, y pronto me dará a una princesa hermosa, tan hermosa como tú.

La niña jadeó y una enorme sonrisa se formó en su bello rostro.

─Podré jugar con ella y seremos amigas.

Ni siquiera sabíamos lo que sería y él ya daba por hecho que era una niña.

─Pero no dejarás de quererme, ¿cierto?─ susurró la pequeña con un puchero.

─Nunca lo haría, preciosa.

Zachary y Pheobe tardaron años en despedirse. Estaba asqueada, adolorida y somnolienta, estaba claro que ver como dejábamos árboles y edificios a una velocidad algo alta por la ventanilla del auto solo aumentaba mis mareos.

Seguía pensado seriamente en contactar a Perrie y pedir ayuda para obtener información de esa mujer de ojos verdes. Ella podría correr con más suerte que yo a la hora de investigar, puesto que era amiga "íntima" de Corín, la madre de la pequeña rubia celosa.

Suspiré.

Observé la luna y recordé una absurda etapa de mi infancia.

‹‹ ─Mami, la luna está siguiéndonos.

Sonrió mientras negaba.

─Cariño, la luna no nos sigue.

Ella siguió leyendo la revista que tenía en sus manos.

─Si lo hace─ repuse en un relamo─, mira, ahí─ señalé la gran luna a través del vidrió del auto.

─Yo no veo que nos siga.

Su cabecita giró hacia mí, pero sus ojos en ningún momento se apartaron de las letras impresas en las hojas esmaltadas.

─Si lo hace, mami─ insistí.

Alargó un suspiro y apartó los ojos de la revista para observar el cielo.

─Oh─ murmuró poniendo atención─. Tienes razón, bebé, la luna nos sigue. ››

─Amor.

Parpadee un par de veces y frente a mí Zac tendía su mano para que bajara del auto. Ni siquiera había notado que ya estábamos en casa.

─ ¿Tienes sueño?

Negué observando la fiereza de sus ojos... y eso solo significaba una cosa.

─Bien─ murmuró dejándome el paso libre para que entrara a la mansión.

Subí las escaleras con algo de dificultad. Los zapatos estaban matándome, nunca antes había batallado tanto con ellos.

─Te prepararé la tina con algo de agua caliente─ susurró en mi cuello abrazándome por la espalda─, hoy quiero consentir a mi mujer.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora