"Efectos del Alcohol."

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POV Leo...


-¿Chicos...?- Una suave y débil  voz, llamó nuestra atención.

Todos dirigimos nuestra mirada hasta Armin, quien aún recostado en la camilla, abrió sus ojos de uno a uno, lentamente, algo aturdido.

-Armin...- Susurró Dana preocupada.

-¿Qué...qué hacen aquí?- El azabeche, nos miraba con confusión, al igual que tallaba sus ojos, tratando de enfocar mejor su vista.

-Ellos me siguieron...- susurró la castaña. A lo que Armin suspiró.

-Armin, ¿Por qué no nos hablaste?- Preguntó a mis espaldas Paul.

-Estoy cansado...- Susurró cabizbaja. 

-¿De qué hablas?- Interrumpió Spencer.

-Estoy cansado de arruinarlo todo, me siento una carga para todos...en  especial para ustedes- Sollozó Armin.

Miré en silencio, de reojo a Spencer, quien con la mirada agachada,  tensaba su mandíbula, al mismo tiempo que volvía sus manos, en un puño con fuerza. 

-Eres un idiota...- Susurró a mi lado.

-Spencer- Reprimió Paul, sin embargo, el más alto lo ignoró y siguió.

-¡Eres un idiota!- Armin lo miró débilmente desde su posición. -¿Crees que sólo por desaparecer unas semanas, nos olvidaremos de tu estúpida existencia?- Alzó la voz. 

-Spencer, basta...- Pedí apoyando mi mano sobre su hombro. 

-¡Tienes razón! Nosotros no debemos de aguantar tus estupideces y berrinches. ¡Eres un completo egoísta!- Soltó en voz alta.

-¡Spencer!-

-¡Estoy cansado! Al igual que Leo y Paul-

Armin observaba con la mirada perdida a Spencer. Sus ojos se comenzaban a cristalizar, al mismo tiempo que su electrocardiógrafo, se aceleraba con rapidez.

-¡No valoras nada, NADA! No valoraste cuando los chicos perdieron su primera clase en la preparatoria para evitarle problemas a un estúpido drogadicto. No valoraste cuando cada uno de nosotros desperdiciaba su vida, metidos en un hospital para visitar a su "amigo" con problemas en rehabilitación. ¡No valoraste el apoyo que cada uno te dio, para superar cada insignificante problema que se cruzó por tu miserable vida!- 

Spencer se encontraba gritando, cuando una enfermera, completamente angustiada, entró en la blanca habitación.

-¿Pero qué...?- La señorita nos miró asombrada.

Todos, y mucho más Dana; la miramos con angustia.

-¿Quienes son ustedes y qué es lo que hacen aquí?- Preguntó la enfermera en un tono firme.

-Somos... sus amigos- Respondí mordiendo mi labio inferior.

-Ustedes no han pasado por los sistemas de visita- Aseguró la joven.

-Nosotros...-

-Salgan y no me hagan llamar a seguridad- Interrumpió con una petición.

-Pero nosotros...- Intentó hablar Paul, sin embargo, fue en vano.

-He dicho que salgan- 

Los chicos y yo, salimos de la habitación a regañadientes. Al ser el último, di un pequeño vistazo a Armin, quien se encontraba cabizbaja, tomando con fuerza las blancas sábanas que cubrían la mitad de su cuerpo. 

Di un último suspiro y seguí con mi camino, hasta el amplio pasillo del hospital, miré en ambas direcciones, mirando a Paul sólo.

-¿Dónde está Spencer?- Pregunté mirando en todas direcciones.

-Se ha ido...- Suspiró, para después pasar una de sus manos sobre su castaña cabellera desacomodada. 

-Ésto es estúpido...- Recargué mi espalda en una de las paredes, para después deslizarme sobre ésta, cayendo en el frío suelo.

No me sentía bien, ¿Estaba bien todo ésto?


POV Barbara...


-¿P-Por qué paras?- Preguntó Lailo con la respiración agitada.

Tenía a la Pelimorada recostada sobre su espalda, en mi cama. Su ligera blusa se encontraba desacomodada, dejando a la vista su clavícula y hombro izquierdo. Ambas nos separamos de un casto beso, por la falta de oxígeno.

-Ésto... no está bien- Susurré desviando la mirada.

-¿De qué hablas?- Preguntó buscando mis ojos.

-Dios, ¡Estás alcoholizada!- Me separé de golpe, levantándome de la cama. Lailo se recargó en sus codos aún recostada, mientras me miraba en silencio. -Lailo, siempre me has gustado... Siempre soñé con probar tus labios... Pero simplemente no puedo. La persona a la que amo está enamorado de ti. Y haré todo por verlo feliz, aunque no sea conmigo-

Enseguida, Lailo empalideció y se levantó de manera rápida. Acomodó todas sus prendas como pudo y tomó su bolso. Me miró unos escasos segundos con los ojos llorosos, y sin decir nada, salió de la habitación, como de la casa.

A los pocos segundos de escuchar la puerta cerrarse de golpe, comencé a derramar las lágrimas como si quisiera llenar una tina entera. 

Estúpidos efectos del alcohol... 

Un odio no normal. Ganadora De Los Premios Wabbys.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora