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Al ver mi disfraz me arrepiento rotundamente de haber aceptado.
No es feo, ni ridículo del todo, sólo no es lo mío.

—¿No había de zombie? —Le pregunto a Jimin mientras me miro en el espejo.

—Te ves bien.

—Lo dices porque tú vas vestido de bombero —me doy media vuelta para verlo de frente—. Hubiera preferido usar tu disfraz.

—Y yo el tuyo, pero no es posible.

—¿Por qué no?

—Porque no me vería bien en falda y con tacones.

—No estoy tan segura de eso —digo entrecerrando los ojos y suelto una carcajada al imaginarlo.

Mi padre entra a mi habitación y Jimin pega un brinco de mi cama.

—Hola papá.

—Hola Hana, Jimin —nos saluda a ambos.

—Señor Im, ¿cómo ha estado?

—Muy bien Jimin, gracias.

—Es muy tarde papá.

—Lo sé, unos clientes tardaron en llegar y me demoré por atenderles. Me gusta tu disfraz —me comenta observándome.

—¿Lo ves? —dice Jimin—. Te ves bien.

—De todos modos, ya no hay nada que pueda hacer —dejo los zapatos de tacón en mi cama y sacó unos tenis blancos de piso de mi armario—, pero no pienso usar esos tacones.

—Como quieras —añade Jimin.

—Me iré a descansar, que se la pasen bien —Mi papá me da un beso en la frente y se despide—. Jimin, por ti estoy rompiendo mi regla de oro, así que no lo eches a perder.

Se da media vuelta y sale de mi habitación.

Jimin gira para verme y en su expresión me lo dice todo; no tiene idea de qué habla mi papá.

—No me permite meter a hombres en la casa —le digo alzando los hombros.

—Ah —dice mi papá apareciendo nuevamente en mi habitación—. Y nada más quiero aclarar, que esta será la única vez que rompa la regla, ¿queda claro?

Ambos lo miramos atentos y asentimos con la cabeza.

—Bueno, adiós —se despide nuevamente.

—Vamos —le digo a Jimin y salimos de mi habitación.

—¿Que Yoongi no irá con nosotros? —Me pregunta con un tono de burla en su habla.

—No, lo veré allá —le respondo sonriendo.

—Ya, hay que irnos —Jimin deja de sonreír al escucharme y subimos al auto.

Durante el camino voy pensando en cuál sería el disfraz de Yoongi.
¿Doctor? ¿Naruto? ¿Kumamon? ¿Una regadera?

—¡Rayos! —Digo en voz alta.

—¿Qué te pasa?

—Nada —le respondo a Jimin.

¡Qué estúpida! Yo debí haberme disfrazado de regadera.

Es mi sueño de la infancia.
En fin, ya será otro año.
O en octubre, tal vez.

Jimin estaciona el auto al llegar a nuestro destino.

No parece una fiesta sencilla, ya que es en un salón de fiestas.

Él abre la puerta trasera del coche para sacar su casco de bombero y el ostentoso complemento de mi traje.
Al caminar miro hacia todos lados en busca de Yoongi, pero no lo veo y, con tantas máscaras, podría ser cualquiera.

Dark Paradise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora