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Siento un golpe en mi mejilla y el dolor me hace abrir los ojos al instante. Miro a mi alrededor y no conozco nada, estoy en un lugar con muchos árboles y seguramente lejos de casa.

—Lamento el golpe, pero no sabía cómo despertarte y ya me estaba desesperando.

—¿Quién eres tú? —Le pregunto al sujeto de negro que está frente a mí.

—Mi nombre no importa, querida Hana.

—¿Cómo sabes mi nombre? —Intento moverme pero me es inútil.

Estoy de pie pegada a un árbol. Y digo pegada porque es verdad, mi cuerpo reacciona y se mueve, pero no me puedo despegar del árbol y ni siquiera hay una cuerda que me sujete a él.

—Ni lo intentes, no podrás hacerlo —dice sonriendo.

—¿Qué es eso? ¿Qué está pasando?

—No te hagas la que no sabes.

—¿Saber qué? ¿De qué me hablas?

—Oh no, no, no —con una mano aprieta mis mejillas, me hace mirarlo a los ojos y ríe—. Aún no sabes nada. Entonces puedo hacerte daño, mucho daño.

—No sé de qué hablas... ¿saber qué cosa?

Pone una mano en mi cabeza y comienzo a gritar. Siento una jaqueca horrible y un sonido agudo tortura mis oídos.

—Increíble —dice. Me suelta y me toma nuevamente del rostro—. Ni siquiera eres...

—Déjala —ordena Jimin detrás de él.

—¡Jimin! —Grito desesperada su nombre y el sujeto de negro vuelve a poner su mano en mi cabeza causándome dolor.

—¡Te dije que la dejaras! —Jimin lo toma de un brazo y lo hace caer al suelo apretando su cuello.

—¿Te gusta tanto que no eres capaz de decirle la verdad? ¿Esperabas contarle todo el día que...?

—¡Cállate! —Grita Jimin furioso.

—Jimin, ten cuidado, él es peligroso...

—Ella tiene razón, Jimin —habla el otro chico y sonríe.

Se forma una especie de nube de humo negro al rededor de él y cuando se esfuma lo veo de pie, con un enorme par de alas negras en su espalda.

Lo miro aterrada al punto de las lágrimas y con ganas de correr, pero no puedo moverme.

—¿Te gustan? —Me pregunta sonriendo—. Si es así, ¿qué crees? ¡Puedes tener unas iguales!

—¡Eso nunca! —Dice Jimin y corre hacia él.

El chico alza su mano hacia Jimin y éste se detiene al instante, cae al suelo y me doy cuenta de que lo está haciendo sufrir, tal vez como lo hizo conmigo.

—¿Qué pasa Jimin? ¿Me harás las cosas fáciles? Yo quiero divertirme, no hay nada que puedas hacer, ¿por qué no te muestras tal cual eres ante ella?

Mi cabeza comienza a retumbar como si fuera taladrada desde adentro y de no ser porque no puedo moverme hubiera caído al suelo.

Jimin me mira unos segundos, en su mirada noto algo diferente, enojo. Tal vez furia. Se pone de pie con dificultad y desprende un par de enormes y deslumbrantes alas blancas.

Nada de lo que estoy viendo puede ser posible. Mi cabeza ni siquiera se permite pensar las cosas, solamente me repite varias veces que no es real lo que veo.

Me muevo en mi lugar inútilmente, sea lo que sea que ese chico tiene sobre mí, no me permite moverme.

—No te voy a permitir que le hagas daño.

—Eso me gusta Jimin, no quiero las cosas fáciles, quiero pelear en serio.

—No, no frente a ella —Jimin me mira a los ojos y no puedo apartar la mirada de él.

Aunque su mirada me inspira confianza y seguridad, no puedo evitar sentir pánico.

—Deja que se vaya. Ella no te ha hecho nada —añade Jimin.

—No, pero me agrada, quisiera divertirme con ella.

Inclino mi cabeza por el dolor.
Mis oídos son torturados con mayor intensidad. No puedo hacer nada, solamente grito y comienzo a llorar cuando el dolor en mi cabeza me debilita, siento como mis piernas tiemblan y mi nariz comienza a sangrar.

—Deja de... hacerlo... —Suplico con voz casi inaudible, sin fuerzas.

—¡Ya basta!

Jimin se para a mi lado y toma mis hombros con sus manos, intenta moverme pero eso sólo me causa más dolor y le grito pidiendo que se detenga.

—Me duele... no lo hagas...

—Hana, ¿qué pasa? —Pregunta molesto mirando hacia el otro sujeto.

—No podrás liberarla a menos que yo quiera. Y la verdad, no quiero.

Mi cuerpo no aguanta el dolor al que es sometido, poco a poco siento más presión sobre mí y mi cabeza está a punto de perder el conocimiento.

—Hana —Jimin toma mi rostro y me hace mirarlo.

Mis ojos están prácticamente cerrados y me es difícil ver claramente.

—Deja que tus ojos se cierren, no luches por mantenerte despierta.

Ciertamente, no quiero. Pero no estoy en condición de poner resistencia a lo que mi cuerpo me está pidiendo.

—Hana... —Jimin lleva ambas manos a sus oídos y se tira al suelo atormentado y quejándose—. ¡Basta! —escucho su voz casi quebrada y alzo la mirada para ver a ese chico.

—Hace años que no lo usaba, se siente bien —dice, con una sonrisa de satisfacción—, ahora, seguiré contigo...

Antes de llegar a mí, un cuerpo igualmente vestido de negro se interpone entre nosotros dos.
Extiende un par de alas, pero no unas como las de Jimin. Otro enorme par de alas negras.

Mira sobre su hombro en mi dirección y aún sin mis cinco sentidos funcionando, logro distinguirlo y mencionar su nombre antes de cerrar mis ojos por completo.

—Yoongi...









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Vi esto y me enamoré.👇👇💕

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¡AAAAAAAAH!

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¡AAAAAAAAH!

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