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Escucho unos golpes sobre mi puerta y me giro dejando mi móvil sobre mi cama para ir a abrir.

—Me tengo que ir Hana, debo hacer algo antes de llegar al trabajo —me dice mi padre en cuanto le abro.

—Detesto que seas así, pero está bien papá.

—Trabajo es trabajo.

—Y salud es salud —le digo molesta.

—Adiós, te veo en la tarde —se despide.

Lo veo bajar las escaleras y cierro la puerta. Me doy media vuelta y me quedo mirando mi celular, que está en el suelo.

Lo levanto y lo pongo sobre la cama nuevamente mientras observo a mi papá por la ventana. Me siento con cuidado sobre el colchón y abro el cajón de la mesita de al lado para buscar mis audífonos en cuanto escucho arrancar el coche de mi padre.

Escucho un ruido nuevamente y al voltear veo mi celular en el piso otra vez.

Lo observo por unos segundos casi debajo de la cama y lentamente me inclino para levantarlo.

Temerosa, echo un vistazo debajo de mi cama y suspiro aliviada al no ver nada extraño.

Me incorporo nuevamente y al dar media vuelta veo a Agust frente a mí.

—Hola Hana —me dice y me sujeta de la muñeca.

Mi vista se nubla al instante y cuando reacciono ya no me encuentro en mi habitación.

Estoy en un lugar oscuro, húmedo y lleno de suciedad.
Parece una casa abandonada o un sótano bastante descuidado.

Mis manos están atadas por mi espalda y estoy sentada sobre una silla con mis piernas amarradas a las patas de la misma.

—Me gusta lo clásico —escucho de repente y veo a Agust acercarse a mí desde las sombras—. No me gusta alardear de mis habilidades, te ves mejor amarrada. Seamos sinceros, ¿no te parece absurdo el no poder moverte sin estar atada a algo?

—¿Qué pretendes hacerme?

—Daño —responde al instante—. Te haré mucho daño.

Pasa un dedo por mi brazo y con su uña rasguña mi piel.
Y no simples rasguños, traspasa mi piel como si fuera nada y comienzo a sangrar.

—Pero primero quiero hablar contigo Hana —toma una silla y se sienta frente a mí—. Deja a Yoongi.

—No.

Me sujeta con ambas manos los brazos y suelto un grito al instante.
Sus dedos se marcan sobre mi piel como si fueran fierros ardiendo y me dejan horribles quemaduras.

—No te hice una pregunta. Quiero que dejes a Yoongi —me exige con un tono autoritario—. No es ni la mitad de lo que imaginé que sería. Toda esa mierda absurda del amor lo está desgraciando y quiero que lo dejes, porque sé que él nunca te dejará.

—No lo haré —le digo sin dudar.

—Por favor, ¿crees que te ama? No seas ridícula —sonríe de lado y niega con la cabeza—. Es un demonio, un ser maligno.

—Yoongi no es malo...

—Es malo, pero creo que le faltó hacer maldades —dice alzando un dedo—. Cuando se convirtió en demonio lo dejé aislado de todo durante años, incluso de la luz. Todo lo que hacía era hablarle de ti, llenarlo de odio hacia una sola persona, pero el muy idiota no aprendió a ser malo. Debí mostrarle cómo ser un demonio, ahora tú le llenaste de tonterías la cabeza y piensa que te ama.

Pasa una uña por mis mejillas y me hace sangrar con el mínimo esfuerzo.
Muerdo mis labios para no gritar y él se ríe de mí.
Se acomoda en su asiento y se cruza de brazos.

Dark Paradise.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora