Seis

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Cerré la puerta y acosté a Cath en el centro de la cama con todas las almohadas a su alrededor. Harry entró sin tocar la puerta.

—Niall, lo que dije no era para que te pusieras así de bravo—Dijo molesto.
—Está bien, lo decía en serio, no tienes que hacerte cargo de ella, prácticamente te estoy obligando—Dije sin dejar de ver a Cath.
—No... te ayudaré en lo que pueda, buscaré un trabajo—Dijo acostándose a un lado de Cath.
—¿Querías contarme algo?—Pregunté. Yo solo me condenaba.
—¡Sí! ¿Recuerdas que te dije que tenía algo como una cita?—Asentí—. La chica se llama Rebecca, va a la misma Facultad que yo, es preciosa, en serio, hasta a ti te parecería linda, Niall, aunque seas gay—Dijo con una gran sonrisa.
—¿Tanto así?—Dije fingiendo interés.
—Me quedé a dormir en su casa, casi lo hice con ella, pero íbamos demasiado borrachos. Espero verla pronto—Dijo.
—¿No la vez en la Facultad?—Pregunté.
—Sí, pero no tanto como me gustaría. ¿Qué te parece si la traigo a cenar esta semana?—Propuso, casi grito del horror.
—¿Tan pronto? En serio te gusta—Le dije.
—No sabes cuánto, Ni.
—Está bien, solo avísame—Dije cerrando los ojos.
—¡Eres el mejor!—Gritó saliendo del cuarto.

Catherine se puso a llorar.

Y el día de la dichosa cena llegó. Era viernes, afuera estaba lloviendo y hacía frío. Eran las 8:55 p.m. y yo no quería irme.

—Sofi, ¿ya no hay más pendientes?—Le pregunté a la secretaria.
—No, arquitecto, ya puede irse—Respondió con una sonrisa—. Hasta mañana viene el jefe.

Sin más remedio ni excusas salí del gran edificio, con pereza caminé hasta mi auto y conduje hasta la casa. El tráfico estaba horrible y era casi imposible avanzar.

Mi teléfono comenzó a vibrar; era Harry.

—¿Bueno?—Contesté.
—Niall, ¿en dónde estás? Te estamos esperando—Habló Harry enojado.
—Estoy atorado en el tráfico, si quieren empezar sin mí adelante—Dije.
—No... solo date prisa—Dijo y colgué.

Después de casi media hora llegué a casa. En cuanto puse un pie escuché risas en el comedor.

—Buenas noches—Dije dejando mi mochila y abrigo en su lugar.
—¡Niall, hasta que por fin llegas! Ven acá—Gritó Harry y entré al comedor.

Vi a la tal Rebecca sentada a un lado de Harry, era rubia de ojos verdes, era bastante linda, pero no lo suficiente para Harry. Llevaba puesto un vestido negro con un escote demasiado pronunciado.

—Hola—Saludé. Busqué con la mirada a la bebé—. ¿Y Cath?
—La dejé en el cuarto—Dijo Harry.
—¿Sola?, ¿ya le diste su biberón?—Pregunté.
—Niall, tranquilo, siéntate a comer.
—La bebé no ha llorado, supongo que está bien—Habló por primera vez Rebecca.

Salí del comedor hasta la habitación de Harry, Cath dormía en una esquina de la cama, una vuelta más y daba hasta el piso. Con cuidado la levanté de ahí y la llevé a la cocina conmigo. Harry y Rebecca no paraban de reírse, por ende Cath se despertó llorando.

—Shhh... tranquila, amor—Susurré arrullándola.
—¿Vez, Niall? Estaba mejor en el cuarto.
—Tiene hambre, Harry—Contesté.

Llevé la silla de Cath y su biberón al comedor, me senté frente a ellos dos y los observé.

—¿Qué tal el trabajo? Harry me contó que eres arquitecto—Se dirigió a mí Rebecca.
—Sí, está muy bien—Respondí con una sonrisilla.
—Pero, ¿eres de esos arquitectos que hacen su trabajo bien o de esos que para quedarse con más ganancia comprar materiales de baja calidad?—Preguntó burlona.
—¿Disculpa?—Pregunté enojado.
—¡Ay, Rebecca! Siempre tan bromista—Interrumpió Harry.
—Voy por los platos, esperen aquí—Dijo Harry dejándonos solos.
—No respondiste mi pregunta—Habló la víbora.
—Soy un buen arquitecto—Respondí.
—No pareces ser... Pareces más un corrupto que hace mal su trabajo, si no, ¿cómo es que puedes pagar un departamento así tú solo y aparte mantener un bebé? No le encuentro otra explicación—Habló en voz baja. Estaba sacando todo su veneno.
—Existe algo que es buena voluntad, amor por lo qué haces y trabajo bien echo, algo que quizá no conozcas—Le respondí.
—Eres un odioso.
—Y tú una víbora.
—Rebecca, ¿te gustan los macarrones?—Preguntó Harry con dos platos en la mano.
—Me encantan—Respondió con una sonrisa. De solo verla me daba asco.

La cena fue bastante aburrida e incómoda para mí, ellos se la pasaban hablando de cosas huecas (cosas que Rebecca pudiera entender).

—Ya es tarde... los dejo, buenas noches—Dije, me paré en seco y caminé a mi habitación.
—Es un poco rarito, ¿no?—Escuché a lo lejos el comentario de Rebecca.
—Algo, ¿pero que puedo hacer? Él paga todo—¿Escucharon eso? Fue mi corazón romperse un poco más.

Al llegar a mi habitación no pegué el ojo, escuchaba prácticamente todo, incluso cuando se besaban.

Mi corazón lloraba, pero yo no podía permitirme ponerme a llorar, claro que no. Harry no merecía realmente mis lágrimas, ¿le parecía raro?, ¿por qué raro?, ¿por pasarme el día entero en el trabajo para poder mantener la casa e incluso a él mientras termina la carrera? Vaya, que bien me pagas, Styles.

Catherine se despertaba casi cada dos horas, aunque quisiera no podía dormir, pensaba y pensaba. Rebecca se había ido hacia horas, pero seguía con la sensación de no tener que salir a molestar.

No volvería a molestar a Harry con nada.

La mañana llegó y mi madre también, ella cuidaría a Cath todo el tiempo que necesitara, tenía que buscar una niñera para ella de tiempo completo. Estaba desganado y cansado, había dormido bien dos horas y con trabajo. Las ojeras eran lo que más se notaba en mi cara, al igual que mi mal humor.

—Ma, me tengo que ir, gracias por venir a cuidarla—Dije y salí por la puerta.

Bajé por las escaleras y llegué a mi auto, el tráfico era terrible y hacía frío, necesitaba un café o alguna bebida energética para despertarme.

Era sábado e iba en camino al trabajo y estaba de mal humor.

El día no pintaba con ser el mejor.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora