Treinta y ocho

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Aparqué el auto frente a mi casa y en cuanto despegué las llaves escuché el portazo de la puerta.

—¡Vamos, Ni, siento que mi pantalón va a explotar!—Gritó Harry sacándome del auto de un solo jalón, apenas y pude cerrar correctamente el auto.

Después de abrir la puerta con ayuda de Dios Harry se abalanzó sobre mí y me besó, sentí sus brazos en mi cuello y lo tomé de la cintura para agarrar equilibrio.

Subimos las escaleras a tropezones y risas, llegamos a mi habitación y caí en la cama con Harry encima, besaba mi cuello y disfrutaba del placer que sentía, metí mi mano en su pantalón y le di atención a su dura erección.

Harry gemía y dejaba marcas al rededor de mi cuello, sonreía al sentirlo tan cerca y tan mío. Le saqué los pantalones junto con los bóxers y la camisa también, recorría con mis uñas su espalda y meneaba mis caderas contra él, ambos gemíamos sin control.

Harry se paró de encima mío y me quitó la ropa, me miró y sonrió, giramos en la cama y ahora yo quedé debajo de él, Harry metió un dedo en mi ano y grité por aquello, arqueaba la espalda en busca de más contacto, masturbaba a Harry y lo besaba en dónde fuera.

—Ya no me hagas esperar más, amor—Le dije arqueando la espalda, estaba sudando y no conseguía lo suficiente.
—Me encantas—Dijo como única respuesta.

Me metí la erección de Harry a la boca y la lubriqué con mi saliva, dejé que Harry la metiera en mí de una embestida, solté un fuerte grito y lo besé con pasión, nuestras lenguas de volvían una al igual que nosotros. Harry penetraba mi entrada con fuerza.

—¡Más rápido!—Gritaba, el placer era tanto que me parecía irreal.
—Grita mi nombre, cariño—Jadeaba con cada palabra.
—¡Mierda, Harry, estoy cerca!—Grité, sentía la mano de mi amante en mi pene, se movía con fuerza.

Sentí como mi entrada se apretaba contra el pene de Harry y con dos embestidas más él se corrió dentro de mí.

—¡Harry!—Grité corriéndome en su mano y parte de las sábanas.

Se dejó caer sobre mí y lamió mi semen de la palma de su mano y mi abdomen. Nos acomodamos en la cama y nos metidos en las sábanas aún desnudos y agotados, me recosté en su pecho y besé uno de sus pezones.

—Cásate conmigo, Niall—Dijo después de dejar una laguna de silencio, me senté en la cama de golpe y lo miré.
—¿Qué dijiste?—Hablé con los ojos bien abiertos.
—Cásate conmigo—Repitió sin duda.
—¿Hablas en serio? Harry, ese es un paso muy grande, algo que debe de pensarme muy bien y estar completamente seguros de ello—Grité alterado, solo esperaba que no estuviera jugando conmigo.
—Quiero dar todos los pasos contigo, Niall—Habló acariciando mi mano recargada en el colchón.
—Ni siquiera somos novios—Le recordé, él me sonrió.
—Está bien; ¿quieres ser mi novio?—Habló como si lo dijera a diario.
—Eres increíble—Respondí negando con la cabeza—. Pero sí.

Me abalancé sobre él y le besé la cara, Harry reía y me abrazaba la cintura.

Jamás había estado más feliz que ahora.

Me dormí sobre su pecho y no desperté hasta la mañana siguiente, apagué mi alarma y observé como mi novio dormía.

El pensar en aquello me hacía sentir contento a millones.

—Despierta—Susurré en su oído, mordí el lóbulo de su oreja con suavidad—. Hazz, despierta.
—Quizá sí me das un beso lo haga—Habló con los ojos cerrados aún.

Pegué mis labios con los suyos, los besé y lamí y él me correspondió, me abrazó sobre la cintura y giramos en la cama enredándonos en las sábanas.

—Quiero despertar así a diario—Abrió por fin los ojos y acaricié su mejilla.
—Esto parece un sueño... no quiero despertar jamás—Le besé la frente y las mejillas.
—Puedo asegurarte que no es un sueño, Ni, es totalmente real—Me besó los labios, al parecer no le importaba mi aliento mañanero.
—Nunca creí en verdad que esto llegara a pasar—Susurré, lo pegué a mí y hundí mi cara en su cuello desnudo.
—Eres el hombre de mi vida, Niall, perdón por demorarme tanto en darme cuenta—Acariciaba mi espalda con sus suaves dedos.
—La pena valió completamente la pena—Le susurré y me despegué de él.

Busqué mis calzoncillos en el piso y me los puse, caminé hasta mi armario y saqué un traje gris de este.

—¿Qué haces?—Preguntó Harry desde la cama.
—Tengo que ir a trabajar—Le sonreí y caminé al baño.
—¿Me puedo bañar contigo?—Escuché el grito desde la habitación.
—¡Te estás tardando!—Le respondí.

Harry entró al baño y se metió a la regadera conmigo, lo besé y pegué mi espalda a la fría pared del baño.

Cuando salimos los dos del baño me vestí el traje y peiné mi cabello, Harry veía mis cajones en busca de algo que le quedara, pero todo era pequeño para él.

—¿Por qué eres tan pequeño?—Preguntó negando la cabeza—. Todos tus pantalones me han de quedar de pescador.
—Creo que tengo unos pantalones tuyos por ahí—Dije acercándome a él, hurgué los cajones hasta encontrar los viejos vaqueros negros.
—¡Con razón no los encontraba!—Gritó riendo—. ¿Los he dejado aquí?
—Sí, de las últimas veces que estuviste aquí antes de irte—Le sonreí y le abracé la cintura—. ¿Y si te mudas conmigo?
—¿Y si te casas conmigo?—Pasó su brazo sobre mis hombros.
—¿Insistes en eso?—Solté una risa nerviosa—. No tenemos ni un día juntos.
—Te equivocas; llevamos toda una vida juntos—Me besó la nariz y me sonrojé.
—Soy padre soltero—Me reí.
—Amo a esa pequeña tanto como a ti—Me besó y le seguí el beso—. Déjame hacerte la boda que todo el mundo sueña.
—Mejor hazme tuyo—Dije entre besos.
—Ya eres mío, así no tengas anillo aún—Me llevó hasta la cama y se subió sobre mí.
—Está bien; acepto, casémonos—Le respondí y me sonrió de oreja a oreja.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora