Nueve

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Quería ponerme a llorar de verdad, estaba destrozado, jamás imaginé que este día llegaría, nunca quise, ni quería imaginarlo, solo lo veía como un mal sueño, una pesadilla.

Y mi pesadilla estaba pasando.

Llegué al departamento que mis padres estaban alquilando y toqué el timbre, mi madre me abrió en seguida.

—¡Hola, mis amores!—Nos recibió con una gran sonrisa.

Mi madre tomó en brazos a Cath y yo le di un beso en la mejilla, entramos hasta la cocina en dónde mi padre estaba, lo saludé cómo era costumbre. No podía regalarles ni una sonrisa.

Ellos lo notaron de inmediato.

—Niall, hijo, ¿qué sucede?—Preguntó mi madre.
—Me ofrecieron un trabajo en Dublín—Dije sentándome en la barra de mármol de la cocina.
—¡Niall, eso es excelente!—Gritó mi madre, aún sostenía en sus brazos a Cath.
—Sí... aún no me dicen todo con detalles, pero creo que aceptaré el trabajo—Dije recargando mis codos en la barra.
—¿Qué dice Harry?—Preguntó mi padre.
—Él... él está contento por mí, hoy se fue del departamento—Dije intentando no mostrar mi decepción.
—¿Y eso por qué?
—Se va a vivir con Rebecca, su novia.
—Niall, te lo dije, ¡ese muchacho solo te quería para mientras! Solo para no sentirse miserable—Dijo mi madre con rabia.
—¡Mamá por favor! Quiero demasiado a Harry, no me eches más cosas en cara, ¿si?—Dije cerrando los ojos con fuerza.

La cena fue bastante agradable, mis padres comprendían que sería duro dejar todo atrás y comenzar desde cero en una nueva ciudad. Una ciudad en la que jamás he vivido.

Al regresar a casa junto a Cath el silencio nos inundó por completo. Cath hacía ruidos ininteligibles, eso era lo único que me salvada de la tristeza total.

—¿Harry?—Hablé con fuerza.

Nadie respondió.

Ya era tarde y Cath ya estaba molesta por el sueño, la llevé y la recosté en su cuna (la cuál llegó hace un par de días) y cayó rendida de inmediato.

Hice lo mismo que Cath y me quedé dormido.

El lunes que venía tenía que ir a registrar a Cath y buscar la manera de que se quedara conmigo y no irme a juicio.

Rogaba para que el mundo se pusiera a mi favor ese día.

::::::

Era Lunes por la mañana, muy de mañana a decir verdad. Tenía que arreglar todos los papeles de Cath para que pudiera viajar. Aunque el trayecto de Londres a Dublín era de máximo 55 minutos, debía arreglar todo aquí.

Vestí a Cath con un bonito traje color lila, también me vestí yo, no tenía ganas de salir para nada, pero lo hice aún así.

Bajamos al estacionamiento y en mi auto acomodé a Cath en su asiento especial, después de ajustarla y asegurarla bien me dispuse a encender y arrancar. El tráfico era tremendamente lento y desesperante, se escuchaban cláxones por todos lados, gritos y autos acelerar. Cath comenzaba a irritarse por eso.

Al llegar a las oficinas de gobierno me llevé a Cath y los papeles, había una fila considerable, nacían bebés diariamente en Londres; así que había mucho que registrar.

Cuando llegó mi turno hice todo de manera normal intentando no parecer nervioso, estaba registrando a una niña como mía, cuando no lo era; aunque solo nos separaba la sangre.

Con una sonrisa de oreja a oreja salí de aquellas oficinas llenas de gente que odia lo que hace. Todo había salido a la perfección, no preguntaban nada que me comprometiera o pareciera falso o raro. Tenía ya todos los papeles de Cath en mi mano.

Ante las leyes ya era mi hija.

Catherine Horan Gallagher.

Suena mejor que la combinación de Styles con Horan.  (Intentaba convencerme de eso, más bien).

—Bien, Cath, ¿ahora qué quieres hacer? Necesito comprarte una carriola, ¿sabes? Con el tiempo pesas más—Dije ajustando su cinturón especial, ella solo reía y jugaba con mi cara.

Regresamos a casa, había pedido llegar unas horas más tarde al trabajo por "asuntos familiares" ya era toda una noticia el asunto de mi hija, más de uno sabía que era gay. Pero hasta los gays se les para y la cagan, ¿no? Soy humano.

Al llegar a la oficina vi a Louis hablando con Sofía, parecían entretenidos.

—Buenos días—Les saludé a ambos.
—Buenos días arquitecto—Habló Sofía con su bonita sonrisa.
—¿Qué tal, Niall? Estaba esperándote—Me dijo mientras caminaba junto a mí.
—¿A mí?, ¿Eso por qué?—Pregunté sorprendido.
—No tengo pendientes, ¿sabes? Acabo de aceptar el contrato en Irlanda. ¿Tú aceptarás?—Me preguntó.
—Sí, de echo por eso llegué tarde; fui a arreglar todos los papeles de Cath—Dije.
—Supongo que Cath es tu hija, ¿no?
—Sí, espero que pronto la puedas conocer, es un ángel precioso—Le dije orgulloso.
—¿A quién se parece? La imagino con tus ojos—Me dijo.
—A su madre...—Mentí—. Tiene los ojos grises.

Me detuve un momento a pensar en cómo era Catherine, definitivamente no se parecía en N A D A a mí; tenía unos hermosos ojos grises y la tez un poco quemada (naturalmente) si me descuidaba alguien podría sospechar sobre toda la farsa.

—¿Qué tal si hoy salimos a cenar y la llevas? Será divertido, para conocerla—Dijo sonriéndome de oreja a oreja.
—¡Me parece bien! Pero, Louis, ¿tienes en cuenta que solo tiene cuatro meses? No dice palabra existente alguna—Le dije riendo.
—¡Es súper pequeña! Aún más ganas tengo de verla, ¡nos vemos a la noche!—Me dijo antes de irse por ahí.

Rodé los ojos y solté una pequeña risa, Sofía me entregó unos papeles sobre el escritorio para que los firmara.

—¿Sabía que el arquitecto Tomlinson está soltero?—Dijo mientras leía los papeles del contrato para Irlanda.
—¿Ah sí? No sabía—Dije haciéndome el desentendido.
—Y usted también...—Dijo con una pequeña sonrisa, levanté mi mirada hacia ella.
—¿Qué tratas de decirme, Sofi? ¿Que debería salir con él?—Le dije pasando la hoja—. Ya lo vamos hacer, ¿no escuchaste?
—Perdón, arquitecto—Dijo sentándose en su silla.
—No hay problema, Sofi, ¿puedo traértelos más tarde?—Pregunté y ella asintió feliz.

Caminé hasta mi oficina y leí totalmente el contrato, tras meditarlo un poco más firme sin miedo a perder lo que fuera.

Regresé el contrato al escritorio de Sofi y regresé a mi cueva.

Terminé todo lo que tenía pendiente y terminé justo a tiempo para salir a cenar con Louis.

Tomé todas mis cosas y pregunté por él en la recepción.

—Aún no ha salido del edificio—Me informaron.

Me senté a esperarlo hasta que salió de una de las oficinas de la planta baja.

—¡Niall, perdón por la demora!—Me dijo llegando hasta mí.
—No importa... Louis, estaba pensando que es muy difícil ir a un restaurante con un bebé—Le dije parándome, caminamos hasta la salida.
—Bueno, creo que tienes razón, podemos pedir algo para cenar en casa—Dijo sonriéndome.
—Entonces vamos a mi casa, ¿me sigues en tu auto?—Pregunté y él asintió.

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Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora