Treinta y cuatro

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Escuchen Wolves mientras leen este capítulo.
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Y no fue precisamente un camino fácil el cuidar a Louis, no estuvimos Harry y yo a su pendiente por un mes, dos, tres. Fue casi medio año; la recuperación fue lenta y difícil, no podíamos mantener a Louis quieto, fueron varias veces las que la sonda pleural se sacaba de su lugar por la inquietud de ya querer correr y vivir su vida normal.

—¡Carajo, Louis, no puedes caminar así de rápido!—Aquella frase se volvió nuestro lema.

—¡Louis, necesitas esa maldita sonda si quieres vivir!—Le gritaba Harry mientras aporreaba la puerta del baño.

—¡Louis, déjate revisar por el doctor!—Aquello fue parte de nuestro día a día.

—¡Vuelve a la cama, puta madre, tienes las costillas rotas!

Pero con paciencia y ayuda del todo poderoso Louis había vuelto al trabajo, a su casa y a su vida normal, Cath ahora corría por toda la casa sin yesos encima, su brazo estaba como nuevo y hasta había aprendido a dar vueltas laterales.

Pero lo que teníamos Harry y yo no avanzaba, no sabía a ciencia cierta si de verdad teníamos algo. Pasábamos nuestro tiempo a solas besándonos y enrollándonos, pero ninguno de los dos hablaba de sentimientos.

No podía descifrar que sentía él, era todo un misterio, aunque yo sabía que tenía en claro qué siento y he sentido por él siempre.

¿Pero qué puedo hacer? No puedo forzar algo que no le nace, intento hacer que crea que soy lo suficiente para él, me intereso por él y su trabajo, pero nada.

Ya no sabía que más hacer.

Regresaba del trabajo y la casa estaba vacía, había dejado a Louis en la suya y estaba agotado, no prendí ninguna luz y tampoco hice mucho ruido, Cath seguía con Jane y se quedaría ahí hasta mañana.

Subí las escaleras y abrí la puerta de mi habitación, la luz estaba encendida y escuchaba ruidos en el baño.

Mi sentido de alerta despertó y tomé lo primero que encontré —mi agenda de ese año— me acerqué a la puerta con la corbata ahorcándome.

La puerta se abrió y dejé salir un grito, un Harry asustado y alarmado igual lo hizo, dejé la agenda a un lado y dejé salir un suspiro.

—¡Carajo, Harry, me metiste un susto!—Grité.
—¿Pensabas atacarme con una agenda?—Preguntó riéndose.
—No.
—Sí hubiera sido un ladronzuelo esta sería otra historia—Dijo riéndose.
—Estaba nervioso—Me defendí.
—Siempre.

Le sonreí rendido ante él y me quité la corbata, nunca había sido fan de esas cosas, pero tenía que llevarlas conmigo a diario.

Harry se acercó a mí y me abrazó por la espalda, me ayudó con mi saco y me besó detrás de la oreja.

—¿Y Cath?—Me susurró, seguía sintiéndome nervioso ante su tacto.
—Con Jane, se quedará con ella.
—¿Y cómo es que convenció a esta roca? Pensé que el solo pensarlo te daba pánico—Dijo riéndose.
—Estuvo mucho tiempo pidiéndolo, una vez no está mal—Dije volteándome para verlo, subí y enrosqué mis brazos en su cuello, él hizo lo mismo con mi cadera.

Me acerqué a él para besarlo y me recibió con gusto, saboreé aquella boca que me encantaba cada día más y Harry metió su lengua en mi boca.

—¿Entonces estamos solos?—Preguntó Harry entre besos.
—Tenemos toda la noche para nosotros dos—Le respondí.
—Me parece estupendo.

Caminamos hasta la cama y Harry cayó sobre mí, enredaba mis dedos en sus cabellos y lo disfrutaba, seguíamos una danza de besos —la cual ya era costumbre en los últimos días—. La ropa comenzaba a ser molesta y estorbosa; le saqué la playera a Harry sobre la cabeza y recorrí su torso, me separé de su boca y besé cada tatuaje que se atravesaba en mi camino, terminé en uno de sus pezones, lo lamí y mordí a mi gusto, Harry soltaba jadeos y gemidos.

Me prendía más.

Sentí como Harry jalaba mi cabello y volvía a devorar mi boca, sin desabotonar mi camisa la sacó sobre mis hombros y los botones de la manga salieron disparados en varias direcciones.

Me deshice del cinturón de Harry y metí mi mano en sus pantalones, su pene estaba erecto y mi boca se hacía agua de solo pensarlo, lo masturbé y me agradecía con besos y gemidos. Él fue más rápido que yo y me bajó los pantalones seguidos de m bóxer, se metió a la boca mi pene y penetré a mi antojo aquella deliciosa boca, no podía dejar de gemir, aquello era mejor que el mismo paraíso.

—Mierda, Harry, vas hacer que me corra—Jadeaba a cada lengüetazo que él daba, regresó a mi boca y se deshizo de su ropa.

Ya nada se interponía entre nuestros cuerpos, nuestro sudor se mezclaba y los besos y caricias eran lo único que nos acompañaba, Harry estaba sobre mí y meneaba sus caderas contra las mías.

¿Alguien se puede morir de tanto placer? Porque estoy apunto del colapso.

—Joder, Harry, ¿quieres meter tu verga en mí?—Hablé con la voz ronca.
—Que sutil—Dijo sonriendo ampliamente.

Tomé la mano de mi amante y me metí a la boca dos de sus largos dedos, los mordía y hacía fricción con nuestros cuerpos, cuando ensalivé por completo sus dedos los saqué y Harry hizo su trabajo.

Con más lentitud de la necesaria metió uno de sus dedos en mí, si sentía tanto placer con un solo dedo... estaba ansioso por tenerlo todo dentro. Sentía el vaivén de los —ya dos— dedos dentro de mí, los sacaba por completo y le pedía más, pero no quería solo sus dedos.

Lo quería todo.

Me deshice de los dedos de Harry y llevé mi boca hasta su pene, la saboreé por completo y a pleno gusto, Harry arqueaba las caderas con fuerza y me atragantaba, pero eso no me detendría. Ya era casi un experto con aquello.

Antes de que se corriera lo saqué de mi boca y lo alineé en mi entrada y de un jalón lo metí por completo, ambos dimos un fuerte gemido y le sonreí, me dio un corto beso como respuesta y comencé a saltar sobre él, los gemidos y gritos de Harry eran guturales y lo más probable era que los vecinos nos escucharan, pero eso era lo último que nos preocupaba.

Me giró sobre la cama dejándome en cuatro, mordía mis labios y gemía, Harry chocaba sus caderas contra mis glúteos y agradecía aquello, el choque de pieles y los gemidos se escuchaban —lo podía apostar— por toda la casa, sonreía con cada penetración y Harry mordía mi espalda.

—Carajo, Harry, más rápido—Le rogaba como una buena puta.
—Estoy cerca, Ni, córrete conmigo—Jadeaba y apenas podía escucharlo.

Me masturbaba para poder terminar, sentí como Harry expulsaba lo suyo dentro mío y yo me regaba por todas las sábanas. Dio una última embestida y salió de mí.

Me jaló de las caderas y me pegó a él, nos tapamos con las cobijas, lo abracé y recargué mi cabeza en su pecho, su respiración se estaba regularizando al igual que la mía.

—Tengo que viajar a Francia—Habló después de un rato, con mis dedos acariciaba su estómago.
—¿Para qué?—Pregunté cerrando los ojos, se iba a ir.
—Las grabaciones van a comenzar, tengo que estar allá en una semana—Explicó.
—¿Y vas a volver?—Pregunté mordiendo mi mejilla por dentro.
—Claro que sí—Sacó su brazo de debajo mío y se puso a mi altura, tomó con sus manos mi cara—. Solo serán un par de meses.
—¿Vas a buscar a alguien más para divertirte?—Pregunté sin estar consciente de lo que decía.
—¿Qué dices? Por supuesto que no, Niall. Tú no eres mi juguete—Habló con seriedad, sentía el corazón en la boca—. Tú eres mi dulce criatura.

No dije nada y solo lo abracé, él hizo lo mismo y me quedé dormido con las caricias de Harry en mi cabello.

—Te amo—Le susurré, pero no obtuve respuesta.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora