Diecisiete

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Abrí los ojos al sentir que la cama se movía, levanté la vista y vi un pequeño bulto a mi lado.

—Cath... ¿qué haces, mi amor?—Le pregunté quitando las cobijas de encima.
—Tengo miedo—Me dijo acurrucándose junto a mí.
—¿Por qué? No pasa nada, bebé, vamos a tu cuarto—Dije cargándola, cruzó sus piernas sobre mi cintura.

Caminé con ella hasta su cuarto y la volví acostar, me quedé con ella hasta que volvió a quedarse dormida.

Me fijé en mi reloj de mesa; faltaban diez minutos para que comenzara a sonar la alarma.

Me bañé y vestí como The Flash, levanté a Cath y la ayudé a bañarse y vestirse, mi madre me había echo el gran favor de viajar hasta acá e inscribir a Cath en un preescolar.

—¿Estás emocionada?—Le pregunté, pero estaba demasiado adormilada como para contestar.

Bajé al primer piso con Cath en brazos y me di cuenta que Louis ya estaba listo también.

—¡Buenos días!—Nos saludó con esa emoción que lo caracterizaba.
—Tengo sueño—Dijo Cath mientras la sentaba en una de las sillas de la barra.
—Tenemos que llegar a la escuela, amor, no podemos dormir más—Le dije  amarrando las cintas de sus zapatos.

Desayunamos y cada quién tomó su rumbo; Louis dijo que pasaría por un café a alguna cafetería y yo conduje hasta la nueva escuela de Cath.

Aparqué y bajé junto con Cath, la dejé con su maestra y después de dejar a Cath llorando —con todo el dolor de mi corazón— conduje a la constructora.

Al llegar vi que Sofía no estaba en su puesto, ahora estaba una señora de más edad y parecía estar en verdad amargada.

Louis y yo nos reincorporamos a nuestros puestos y nos pusimos al corriente con todos; había gente nueva que pensaba que éramos novatos, intentaban hacernos sentir menos y creerse más. Pero solo no les salía y Louis y yo nos reíamos de ellos.

Estaba en mi oficina revisando unos papeles, los dejé a un lado para descansar mi vista y saqué mi teléfono de mi bolsillo, marqué el número de Mariell y esperé a que contestara.

—¡Hola, Niall!—Me contestó Mariell con felicidad.
—Hola, Mariell, ¿cómo has estado?—Le pregunté, sonreía aunque ella no pudiera verme.
—¡De maravilla! ¿Y tú?, ¿cómo están Cath y Louis?—Me preguntó.
—Igual bien, adaptándonos de vuelta—Dije esperando su reacción.
—¡No! ¿Ya están aquí?—Preguntó casi gritando.
—Sí, llegamos ayer. ¿Qué te parece que comamos juntos?—Le pregunté y aceptó en seguida.

Salí a comer junto con Louis, no me preocupaba tanto por Cath, ya que Jane —su antigua niñera— pasaría por ella y la cuidaría todo el día restante.

Caminamos hasta el restaurante más cercando y vimos que Mariell ya estaba esperándonos, en cuanto nos vio corrió a abrazarnos. La recibimos con gusto.

Después de pedir y que la comida llegara comenzamos a conversar.

—¿Qué ha dicho Londres todo este tiempo?—Preguntó Louis.
—Nada nuevo, las cosas no cambian en lugares como estos—Dijo comiendo de sus verduras.
—¿Has sabido algo de Harry?—Le pregunté y ella no dijo nada—. ¿Mari?
—Sí... un poco—Dijo.
—¿Qué ha sido de él?—Pregunté nervioso.
—Terminó su carrera con honores—Me dijo sonriente, sonreí al igual que ella—. Y gracias a eso lo invitaron a Hollywood a trabajar con un gran productor. Desconozco su nombre, pero es alguien importante.
—Vaya... ¿en serio? Esa es una... una gran noticia—Dije con un nudo en la garganta.
—¿Ya no vive aquí?—Preguntó Louis y ella negó con la cabeza—. Se mudó hace un año.
—¿Por qué no me dijiste nada?—Pregunté con las palabras cortadas.
—No quería que te pusieras así, Niall... perdóname—Me dijo haciendo una mueca. 

La comida siguió un poco tensa, me reía muy a fuerza y ellos lo notaban, ya no podía salir a buscar a Harry, no podía desear topármelo de casualidad en la calle.

Se había ido y dudaba que fuera a volver a verlo.

Cada quién pagó su cuenta y Louis y yo nos despedimos de Mariell, quedamos en volver a salir pronto y pasarla bien.

El trabajo era bastante en las oficinas y me mantuve ocupado, no pensaba tanto en Harry.

Cuando la hora de irnos llegó no esperé a Louis, tenía que ir por Cath a casa de Jane, conducía por las calles del viejo Londres y de repente todo me recordaba a Harry, las calles, los lugares, los olores a pan recién horneado y la gente.

Todo me recordaba a él y todo me ponía triste.

Incluso ver a Cath me recordaba a él y su forma de envolverla como un burrito.

—¿Por qué tardaron tanto?—Preguntó Louis en cuanto cruzamos la puerta.
—Papá compó pan—Habló Cath corriendo hasta Louis.

Él la recibió con los brazos abiertos y la envolvió en uno.

Dejé el pan en la barra de la cocina y saqué uno de la bolsa.

—¿Puedes creer que ahora Harry viva a miles de kilómetros de aquí? Cuando antes vivía a unos pasos de mí—Dije mordiendo el pan.
—Son cosas que pasan—Dijo desde la sala. Cath se había ido a su habitación.
—Jamás volveré a verlo—Dije resignado, casi se me escapa una pequeña lágrima.
—¡No digas eso!—Dijo llegando hasta la cocina—. La vida da mil vueltas.
—¿Cuánta probabilidad hay?—Dije masticando el pan.
—¿Su familia sigue viviendo aquí?—Preguntó.
—No viven aquí desde que Harry tiene 19—Expliqué—. Se mudaron a Australia.
—No me jodas...—Respondió Louis con la boca abierta.
—¿Por qué me va tan mal en el amor?—Pregunté dejando ir un suspiro.
—Porque no usas tinder—Me dijo y comenzó a reírse, le aventé un pedazo de pan.

Después de acabarnos todo el pan de la bolsa nos fuimos a dormir. No podía hacerlo, los pensamientos no me dejaban en paz, quería volver a ver a Harry.

Quería volver a ver al amor de mi vida.

Pero la vida no suele darme ese tipo de lujos.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora