Trece

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Había pasado apenas un mes desde que habíamos llegado a Dublín, era sábado y los lloriqueos de Cath me despertaron. Eran apenas las 6 de la mañana.

—Ya, Cath... tranquila—Susurré mientras la acurrucaba en mis brazos.

Cath no paraba de llorar y no entendía porqué, no quería el biberón y tampoco se callaba cuando trataba de dormirla. Estaba comenzando a desesperarme, la frustración era presente y comencé a llorar.

Por más tonto e intolerante que suene lloré como —o incluso más fuerte que ella— Cath, me miraba y tal vez se preguntaba qué pasaba, después de un minuto ella dejó de llorar, pero yo no podía. Sentía una avalancha de sentimientos que salían, no podía pararlos.

Sorbí los mocos y me limpié las lágrimas con mi camiseta de la pijama, abracé a Cath contra mí y ella recargó su cabeza sobre mi hombro.

Yo era su soporte y lo único que tenía, la vida había decidido que sus padres no la querían con ellos, pero todo pasa por alguna razón y esa razón era yo; yo le daría la mejor vida posible a esa pequeña bebé.

No pude volver a dormir así que le canté a Cath mil y un canciones de cuna, ella dormía tranquilamente sobre mi pecho y estómago. Ahora entendía el amor de los padres.

Después de unas cuantas horas Cath despertó y la llevé a la cocina, le preparé una papilla y la ayudé a comer, yo desayuné también —aunque no una papilla— y cómo era mi día libre y no tenía planeado salir llevé la andadera de Cath a la sala e intenté montarla ahí, pero simplemente se negaba.

—Vamos, Cath, ¿entonces qué quieres?—Le pregunté y la pequeña apuntó al suelo. Quería gatear.

La puse en el piso y comenzó a rodar por la alfombra, intentaba gatear —lo cual ya hacía bastante bien— y se impulsaba con sus pies y manos mientras estaba sentada.

Me senté en el sillón y la vigilé con la vista, reía cada vez que hacía algo raro al igual los raros sonidos que solía hacer.

Mi mente hizo un raro click y sonreí de inmediato. Hace mucho tiempo había comprado un piano eléctrico y me había aprendido a la perfección una canción —a piano obviamente— de la película «Coraline y la puerta secreta».

Tomé a Cath en brazos y bajé con ella al sótano, lugar donde teníamos cajas y cosas que no usábamos, encendí la luz y busqué el piano.

Encontré la caja color negra y con un solo brazo la levanté. La llevé arriba con mucho trabajo y volví a dejar a Cath en el piso haciendo lo suyo.

Abrí la caja y en efecto, ahí estaba mi antiguo piano, lo saqué y acomodé frente al sofá, las partituras de la canción estaban igualmente en la caja, conecté el aparato y lo intenté.

Lo que bien se aprende jamás se olvida.

—Bien, Cath, ponme atención—Le hablé, pero solo me ignoró—. ¡Catherine!—Volteó a verme por fin.

Comencé a tocar en el piano la animada y tétrica canción y después de unos segundos comencé a cantarle, Cath tenía toda su atención puesta en mí.

—Mi cancion habla solo de Catherine,
es tan dulce como una flor es mi amiga ideal,

es tan tierna como hojos de botón
a los ojos de alguien más que haya  visto a Catherine,

si quiere algo divertido
mamá y yo nunca seremos aburridos a los ojos de Catherine—Finalicé la corta canción con una linda sonrisa y una carcajada, Cath estaba feliz con esa canción.

Y la volví a cantar; una y otra vez, a Catherine le gustaba demasiado el ritmo, aunque no entendía la letra podía entender su nombre en ella.

Intenté tocar otras canciones, pero necesitaba práctica de nuevo. Tocaba las teclas con mis dedos cuando escucho el timbre sonar, me levanto a abrir y me encuentro a Louis parado afuera.

—Hola, Louis—Lo saludé.
—Hola, Niall. Linda pijama—Me dijo entrando a la casa, recordé que ni siquiera me había vestido. Cerré la puerta—. ¡Hola, nena!
—Le estaba enseñando a Cath una canción—Le dije sentándome detrás del piano.
—Niall, la niña aún ni sabe decir papá, ¿y ya quieres que cante una canción?—Preguntó mirándome.
—No, idiota, solo se la estaba cantando—Le dije riéndome.
—No sabía que tocabas el piano. Eres toda una cajita de sorpresas—Me dijo riendo—. Quiero escuchar.

Después de pensarlo un minuto acepté, toqué y canté la canción mientras Cath gritaba de alegría.

—¡Wow!—Dijo con los ojos bien abiertos—. ¡Y también cantas!
—Solo como hobby, tenía mucho sin hacer esto—Le dije.
—¿Qué estás haciendo aquí creando planos y no escribiendo canciones y siendo famoso?—Dijo mirándome atento.
—Tampoco soy tan bueno—Le dije recogiendo las hojas de la canción.
—¿Qué? ¡Eres buenísimo, Niall! No puedo creerlo, tengo un amigo que canta genial—Dijo dándome un golpe en el hombro.

Después de escuchar un buen rato los elogios de Louis desconecté el piano y lo puse en un rincón de la sala, quería seguir practicando; era divertido y a Cath le gustaba.

Invité a Louis a comer, me ayudó a preparar pollo y un poco de fideos, le hice a Cath otra papilla y se la comió con mucho gusto.

—Niall, me he dado cuenta que no me platicas muchas cosas sobre ti—Dijo Louis mientras comíamos en la barra de la cocina.
—Realmente no hay mucho que decir—Le dije metiéndome un pedazo de pollo a la boca.
—¿Somos amigos?—Me preguntó.
—¡Claro que sí, Lou! Eso ni lo preguntes—Le dije.
—¿Qué pasó con la mamá de Cath?—Me preguntó, casi me atraganto con la carne blanca.
—Eh... eso no es algo de lo que quiera hablar—Dije nervioso.
—¿Crees que soy idiota? Niall, con ver a Cath se puede saber qué es idéntica a Zayn—Dijo, en cuanto escuché el nombre de Zayn dejé de masticar, lo miré a los ojos.
—¿Cómo es que tú conoces a Zayn?—Pregunté tragándome la comida.
—Era mi vecino en Londres, bueno, sus padres—Dijo serio.
—Louis...—Le susurré.
—Dime la verdad, Niall. Somos amigos—Dijo.
—Creo que para entender tengo que iniciar antes de la llegada de Cath. Tenía un mejor amigo llamado Harry, vivíamos juntos en Londres, él seguía estudiando la carrera cuando yo ya trabajaba en la constructora, un día Zayn llegó a la casa pidiéndonos a ambos que cuidáramos a su bebé, Harry no quería hacerlo, pero al final yo acepté y él se fue con una gran excusa. Después de varias horas nos dimos cuenta de una carta que él dejó para nosotras—Expliqué brevemente, me paré de mi silla y busqué la carta en mi habitación, se la entregué a Louis y él la leyó—. La abandonó con las personas más incorrectas.
—No puedo creerlo...—Susurró viéndome después de leer la carta.
—No podía dejarla, Louis, no quería que creciera en una casa hogar o con alguien desconocido—Dije sentándome de nuevo.
—¿Cómo hiciste para que la registraran como tuya?—Preguntó dejando el papel de lado.
—Fue demasiado fácil, en las oficinas de gobierno no les importa un carajo qué registras o cómo lo haces, así que Catherine es mi hija y lo será siempre—Dije convencido.
—¿Qué pasó con tu amigo?—Preguntó.
—Él se quedó en Londres, me ofrecí a pagarle una clínica de rehabilitación—Le dije, recordar a Harry me oprimía el corazón.
—¿Por qué?—Preguntó.
—Soy gay, Louis. Estoy enamorado de él desde que lo conozco—Dije bajando la cabeza. Louis no dijo nada—. Ésta siempre es la parte difícil.
—No tengo problema alguno con tus preferencias, Niall. Tranquilo—Dijo y le sonreí—. Tu secreto acerca de Cath está bien protegido conmigo.
—Gracias—Le dije sonriendo.

Terminamos de comer mientras yo le platicaba con lujo de detalles mi historia con Harry. Incluso le conté acerca de nuestro último encuentro.

—Toda una película—Dijo cuando terminé de relatarle.

n/a
El link de la canción está en multimedia, no logré encontrar el vídeo con la versión en español, pero la traducción está en el capítulo.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora