Treinta y nueve

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Llenaba mi tercera taza de café del día, había conseguido un proyecto nuevo y era algo pesado, las personas que querían la construcción eran especiales y muy perfeccionistas.

Incluso más que yo.

Me senté en mi banco y tomé el lápiz en mis manos, estaba a menos de la mitad y tenía que avanzar rápido si no quería problemas.

Mi secretaria habló por el teléfono fijo y lo tomé con mi mano derecha.

—¿Si? Estoy un poco ocupado—Contesté.
—El señor Harry Styles pide verlo, arquitecto, insiste en que lo recibirá—Habló la chica con desesperación, sonreí de oreja a oreja.
—Déjalo pasar—Dije y colgué.

Me quité los anteojos de abuelo —según Harry— y tallé mis ojos con los dedos, los tenía llenos de tinta y carbón de lápiz.

Harry abrió la puerta ya asomó su cabeza, le sonreí y él hizo lo mismo.

—Hola, guapo—Entró por completo y cerró la puerta tras de sí.

No me dio tiempo de ni siquiera levantarme cuando ya lo tenía sentado en mis piernas aferrado a mí. Le sujeté por la cintura y le besé la mejilla.

—¿Qué haces por aquí? Pensé que nos veríamos hasta la hora de comer—Le sonreí y me miró.
—Estaba cerca y quise venir—Me sonrió.

Había algo raro en él, podía notarlo.

—¿Qué pasa?—Pregunté preocupado y él no respondió—. Harry, ¿qué pasa?
—Vi a Oliver—Susurró después de un rato.
—Oh...—No sabía qué decirle, nunca he tenido los suficientes huevos para preguntarle sobre él.
—Platicamos un poco—Continuó—. No le gustó mucho la idea de que estemos juntos.
—No tenemos que hablar de esto—Le interrumpí.
—Tenemos; tengo, Niall. Lo mereces, mereces saber qué pasó entre él y yo—Habló firme, tragué saliva y asentí.

Harry se levantó de mi regazo y se sentó en una de las sillas frente a mi escritorio, lo seguí y me senté a su lado.

—Lo conocí cuando regresé a la Facultad, era nuestro último año y gracias a sus palancas logró entrar a la carrera en ese año, nos hicimos amigos, con el tiempo él fue enamorándose de mí, nunca le di entrada porque quería irme contigo, pero el tiempo pasaba y no sabía nada de ti. El padre de Oliver tiene demasiados contactos en el mundo del cine y me abrió una puerta con la condición de quedarme con su hijo—Susurró mordiendo sus labios—. Era algo parecido a un contrato.
—¿Firmaste algo?—Pregunté nervioso, quizá era hora de sacar mis dotes de Derecho.
—No, pero quedamos en que sí yo me quedaba con Oliver él no me cobraría nada—Contestó, metió sus largos dedos en sus cabellos y los peinó.
—¿Cobrarte? Explícate, Harry.
—Él me pagó el estudio para poder sacar mi álbum, todo el dinero lo puso él y fue muchísimo—Susurraba.
—¿Cuánto?—Pregunté.
—Mucho.
—¿Cuánto es mucho, Harry?—Comenzaba a ponerme nervioso, no quería que Oliver se interpusiera entre nosotros.
—12,000 dólares... o puede que más—Susurró.
—Podemos pagarlos—Dije, me paré de la silla y caminé detrás de mi escritorio.
—No voy a dejar que me des dinero—Se levantó igual y se puso frente a mí—. Yo puedo pagarlo.
—No seas orgulloso, Eduardo—Le respondí.
—¡No me llames Eduardo, Neil!—Me respondió en un grito y me reí, él me siguió.
—En serio, yo puedo pagarlo, no te conté esto para que me dieras caridad—Respondió sonriéndome.
—Bueno, puedo darte otra cosa—Le susurré acercándome a él.
—¡Eres un sucio!—Gritó riéndose, me abrazó y le besé el cuello.

Lo abracé por la cintura y aspiré su aroma, podía hasta tener un orgasmo con su solo olor.

Así de loco estoy por este hombre.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora