Catorce

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—Niall, vamos, es una buena idea—Dijo Louis sonriéndome, negué con la cabeza
—No, Louis, no es para nada una buena idea—Le dije caminando por el terreno.
—¿Por qué no? Quizá él también quiera verte—Me dijo siguiéndome, anotaba medidas que hacían falta para terminar los planos.
—Soy débil ante él, Louis, mucho más de lo que imaginas, si lo veo no querré volver—Le dije deteniéndome un poco para verlo bien.
—Pero si lo haces ya no estarás tan triste y perdido—Dijo haciendo una mueca.
—No, no me convencerás, Louis, deja de atormentarme—Dije caminando lejos de él.

No podía pasar la página y seguir adelante, no puedo olvidarme de Harry, algo tiene que siempre me atrae a él, aún escucho su voz mientras duermo, aún huelo su perfume favorito en el aire, aún lo recuerdo por completo. Y no puedo dejarlo pasar y sé que eso está mal.

Ya habían pasado varios meses, Cath estaba comenzando a dar sus primeros pasos, aún necesitaba que alguien la sujetara de los brazos y andara con ella, pero tenía tanto entusiasmo por caminar que ya me dolía la espalda de tanto ayudarla.

Había conseguido una buena niñera para ella; su nombre era Laurel y tenía 23 años, pero era muy cariñosa con Cath y ella la amaba.

Me tocó una bebé muy cariñosa y ruiseña.

Terminamos con el trabajo para ese día, la construcción iba en marcha con éxito, estábamos avanzando bien y si seguía así la obra pronto terminaríamos.

Me despedí de Louis y cada quién tomó su rumbo, manejé hasta mi casa y al entrar escuché gritos; eran los de Catherine.

—¡Hola!—Saludé en cuanto entré a la sala, ahí estaba Laurel con Cath.
—Hola, Niall, mira Cath, papá ya llegó—Dijo Laurel, tenía a Cath en sus piernas.

Cath alzó los brazos hacia mí y me sonrió con esa sonrisa chimuela. De tan solo recordar el llanto que tuvo cuando le salió su primer diente me hacía querer llorar también.

Cargué a la pequeña en brazos y la besé y apapaché hasta cansarme —aunque nunca me cansaba—, despedí a Laurel y le di las gracias, como siempre, Cath estaba gateando y rodando por la alfombra de la sala, tenía mucha energía acumulada.

La senté a mi lado en el sofá y conecté mi piano a la corriente, comencé a tocar su canción favorita —Other Father Song— y me puso antención. La vieja confiable.

La recosté en el sillón y toqué algo más suave, le canté una canción de cuna y de inmediato se rindió.

Sonreí al verla, solía pensar mucho en cómo sería mi vida sin ella aquí; creo que sería completamente gris y sin chiste, no sabría cómo soportar estar totalmente solo.

Le daba mil gracias a Dios por ella.

Me cambié el traje por algo más cómodo y cociné algo para mí, hice algo de lo más sencillo y comí en silencio.

Mi mente intentaba no pensar en nada.

::::::

Los meses cómo llegan se van; duran apenas un minuto, realmente el tiempo se estaba yendo como aire, la construcción del edificio estaba más allá de la mitad, Cath justo cumplía su primer año.

—¡Pa-pá!—Gritó Catherine con una sonrisa gigante.
—¿Qué pasó, mi amor?—Pregunté levantándola de la silla.
—Papá—Repitió pasando sus manos por toda mi cara. Su favorita era mi nariz.
—¿Cómo está la cumpleañera?—Preguntó mi mamá entrando a la cocina.
—No para de decir papá—Le dije emocionado.
—Es hermosa—Dijo quitándola de mis brazos.

En la sala se encontraban Louis, Mariell y mi padre. Todos los invitados estábamos ya.

Éramos demasiado pocos, pero desde que llegamos ni Louis ni yo nos dimos a la tarea de conseguir amigos o algo así. Apenas y charlábamos con los trabajadores de algo que no fuera sobre la construcción.

—Es hora de que Cath sople las velas—Dije llamando la atención de todos.

Todos se acomodaron frente al pastel, me senté en una silla y la puse sobre mis piernas, ella aplaudía con felicidad.

—Sopla Cath—Le dije viendo la vela encendida.

Cath abrió la boca y solo escupió saliva, la ayudé un poco y comenzó a aplaudir cuando vio el fuego desaparecer, todos aplaudieron con ella.

Mariell tomó a Cath de mis piernas y partí el pastel con ayuda de mi mamá; lo servimos y todos regresaron a la sala menos Mariell y yo.

—¿Has visitado a Harry?—Pregunté, la tomé por sorpresa.
—Sí... un par de veces—Me contestó.
—¿Y cómo está?, ¿cómo va con la rehabilitación?—Volví a preguntar, realmente no sabía cómo iba, solo me ocupada de pagar cada mes el tratamiento.
—Él está bien, está avanzando mucho, quizá pronto salga—Contestó pensando la respuesta.
—Me alegra mucho oír eso—Dije y ella me miró—. Digo, pago una buena cantidad cada mes.
—Me pregunta siempre por ti, Niall—Dijo dejando de fuera el tema del dinero.
—¿Ah sí?—Dije con un gran nudo en la garganta.
—¿Por qué nunca has ido a visitarlo?—Me dijo, sus grandes irises me ponían de nervios.
—No puedo... no tengo tiempo—Dije, de nuevo no estaba siendo del todo sincero.
—Niall, haces una hora de aquí a Londres—Dijo seria.
—¡No puedo hacerlo, Mariell!—Dije dejando el pastel a un lado, los ojos se me humedecieron.
—Tranquilo, Niall. Te entiendo, pero deberías al menos mandarle una postal—Me dijo con una pequeña sonrisa.
—Lo haré—Dije no del todo convencido.

¿Debería irlo a visitar? El corazón me latía con fuerza, los nervios me invadían de solo pensarlo, me daba miedo, sabía que era débil, demasiado a decir verdad.

Pero algo sí sabía bien; los miedos se deben enfrentar.

¿Pero podría hacerlo realmente?

n/a
¡Muchas gracias por las 300 leídas! No saben cuánto significa para mí esto. Me ayudarían mucho más dejando un voto y un comentario.

Gracias.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora