Veinticinco

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Estaba a punto de escribir la primera palabra cuando el teléfono de la casa comenzó a sonar, no me molesté en contestar. Jane podía hacerlo.

El teléfono dejó de sonar y me concentré; comencé a escribir lo que de mi cabeza salía, intentaba que las palabras se entrelazaran entre sí y formar algo, era más fácil de lo que creía.

—Niall, su madre está en el teléfono—Escuché a Jane detrás de la puerta.

Me levanté de la silla y abrí la puerta, vi a Cath detrás de las piernas de Jane y tomé el teléfono, dejé que Cath pasara y volví a cerrar la puerta.

—Hola, mamá—Contesté con el teléfono en mi oreja.
—No soy tu mamá, Niall—Escuché una voz totalmente inesperada. Era él.
¿Qué quieres? ¿No te quedó claro que no quiero saber de ti, Harry?—Respondí repentinamente molesto.
—Niall... tenemos que hablar—Contestó.
—Yo no tengo nada de qué hablar, dejé todo en claro—Dije, sentía la cara roja.
—Voy a mudarme a Londres—Contestó, no supe qué decir—. Con Oliver.
—¿Solo para eso llamas? Pues bien, disfruta tu cuento de hadas—Respondí y colgué el teléfono.
—¿Quién era, papi?—Preguntó Cath detrás de mí.
—Nadie... nadie importante, Cath—Respondí.

Faltaba un día para Navidad y Cath no quería quedarse con mis padres, me sentía fatal al verle los ojos llenos de lágrimas pidiéndome una Navidad conmigo.

—Te la pasarás bien, Cath—Le susurré abrazándola.
—Quédate aquí, papi—Me decía abrazándome por el cuello.
—Tus abuelos estarán en todo momento, Catherine, puedes llamarme todas las veces que quieras—Le decía, pero eso no aplacaba su llanto.
—¿Por qué no te quedas, Niall? Ya viniste hasta acá—Me decía mi madre, al parecer también le dolía ver a Cath así—. Ella merece tenerte aquí.

La miré y lo pensé, me estaba perdiendo de la infancia de mi hija, algo que jamás recuperaría, no podía dejarme hundir y dejar de lado lo que más amo.

Le sonreí y cargué a Cath, ella aspiró sus mocos y puso su cabeza en mi hombro, entré a la casa de mis padres y sentí el calor de la vieja casa.

Cath estaba feliz de tenerme ahí y mi humor estaba mejorando también, mamá había echo chocolate caliente, conversaba con mi padre y veía a mi niña jugar en el piso.

De mi abrigo saqué mi ahora pequeña libreta de notas y tomé un lapicero de el mueble de la televisión, había avanzado mucho en lo que fuera que estuviera escribiendo, realmente estaba sacando toda la mierda que llevaba dentro.

—Harry me llamó hace unos días—Le dije a mi madre, estábamos en la cocina los dos solos.
—¿Y qué te dijo?—Dijo sin mirarme, estaba terminando la cena para mañana.
—Se mudará a Londres, de nuevo—Respondí mordiéndome los labios.
—¿Volverá a pedirte hospedaje cómo siempre?—Contestó, sabía que aún le tenía mala fe.
—No... él ahora vivirá con su novio—Dije, mi madre se volteó sorprendida.
—¿Su novio? ¿Harry es gay?—Preguntó dejando la comida de lado.
—Algo así, supongo... que es bisexual—Le dije recargando los brazos en la barra.
—Vaya... está bien, digo... aprenderás a vivir sin él, Niall—Dijo y siguió con su trabajo.

Ella intentaba entenderme, pero no lo lograba. Realmente casi nadie lo hacía.

Papá llegó del súper con Cath, corrió a abrazarme y la senté en mis piernas, me contaba que había visto un perro precioso en la calle, al parecer los había seguido hasta aquí.

—¿Podemos llevarlo a nuestra casa?—Preguntaba.
—No lo creo, amor—Le dije.
—¡Por favor, papi!—Suplicaba.

Salí con Cath de la casa y vimos al pequeño perro en la nieve, estaba muriendo de frío, al vernos se acercó a nosotros y se sentó. Mi corazón se dobló y lo metí a la casa.

Aún era un cachorro y al parecer no tenía dueño. Bueno, ahora lo tenía.

La pequeña Cath estaba que se moría de ternura con su nueva mascota, el cachorro era color café oscuro y tenía el hocico negro.

—¿Cómo le vas a poner, mi amor?—Le pregunté, el perro jugaba con Cath.
—Hades—Respondió, la miré—. Como el malo de Hércules.
—¿Estás segura?—Le pregunté, quería ponerle el nombre del dios del infierno al pobre perro—. ¿Por qué no escoges otro?
—Pantufla—Dijo y sonrío de oreja a oreja.
—Cath... no le puedes poner así, busca un nombre bonito—Le dije riendo.
—¿Por qué no le pones Solovino?—Dijo mi padre riendo—. Es un gran nombre y le queda.
—¡No!—Gritó Cath cruzándose de brazos.
—Tin Tín—Dijo Cath aplaudiendo—. Se va a llamar Tin Tín.
—Bueno... está bien—Dije sonriéndole.

Cath levantó a Tin Tín del suelo y corrió escaleras arriba con él, el perro movía la cola al escuchar a Cath hablar.

::::::

El 24 de diciembre se llegó y lo primero que hice al despertar fue llamar a Louis y no necesariamente para desearle feliz Navidad.

—¡Feliz cumpleaños!—Grité en cuanto descolgó el teléfono.
—Mierda, Niall, mis tímpanos—Contestó riendo—. Muchas gracias por llamar y por acordarte—Me dijo y sonreí.
—Tío; feliz cumpleaños—Habló Cath en el micrófono.
—¡Mi niña favorita! ¿Cómo estás, preciosa?—Le preguntó Louis contento.
—Bien, tengo un nuevo perrito y se llama Tin Tín—Le dijo Cath, acariciaba al perro en su regazo.
—¡Eso es magnífico! ¿Le compraste un perro, Niall?—Preguntó Louis.
—No, lo adoptamos—Le dije contento.
—Amo escucharte así, ¿cómo vas con la libreta?—Preguntó, podía jurar que estaba sonriendo.
—Casi termino algo... cuando te vea te contaré un poco—Le dije.

La llamada se alargó durante horas, hablábamos de tanto y de nada a la vez que el tiempo nunca era suficiente.

Cuando por fin colgué a Louis bajé a desayunar y pasar la mañana con mi familia.

Mi hermano Greg hoy llegaba a Irlanda junto con su esposa y su hijo.

Era la primera vez que Greg iba a ver a Cath en algo que no fuera fotos o vídeo.

La familia de mi hermano llegó a eso de las 7 de la noche, después de un gran recibimiento y conversar un poco mamá nos llamó a cenar.

Todo sabía extremadamente bueno, mamá tenía el mejor sazón de toda Irlanda. Todos conversábamos entre todos de cosas que nos interesaban, Denisse —la esposa de mi hermano— contaba anécdotas de su noviazgo con mi hermano.

La conversación se tornó a puras historias de la vida de cada quién, yo solo escuchaba y reía, no quería contar nada. Todos mis buenos recuerdos involucraban a Harry.

Era como un fantasma.

—¿Y tú qué nos dices, Niall?—Preguntó mi hermano.
—Realmente no tengo nada bueno para contar—Contesté incómodo.
—Debe haber algo, Niall—Me dijo Denisse con una sonrisa.
—No... no lo hay.
—¿Quieren postre?—Habló mi mamá salvándome el pellejo.

Mi hermano y su familia se despidió de nosotros, ellos aún tenían su casa aquí en Irlanda, me quedé solo con mis padres y los ayudé a limpiar.

Era aún temprano, en otros lugares la celebración apenas comenzaba.

Cath estaba dormida en el sofá con Tin Tín en sus piernas, con cuidado la levanté y Tin Tín me acompañó hasta su cama.

Me fui a la habitación que yo estaba ocupando y arreglé mi maleta, metí todo lo que estaba regado por el cuarto e hice lo mismo con lo de Cath. Mañana temprano regresaríamos a Londres.

Regresaríamos a la vieja ciudad.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora