Cincuenta y uno; penúltimo capítulo

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Varios meses después.

Abrí el pequeño armario de la habitación de hotel en la que me quedaba, suspiré y sonreí al ver la única prenda colgada ahí.

Hoy por fin me casaría con Harry.

Con cuidado saqué mi traje color negro básico; no era un traje fuera de lo común, era todo de color negro a excepción de la camisa que era blanca.
Puse el traje en el medio de la cama y sonreí después de verlo un rato, después de años enteros por fin el día que tanto soñé se haría realidad. Simplemente estaba atónito por eso, en un principio quería jamás despertar de ese sueño, pero no, no era un sueño. Era mi realidad.

Me duché rápidamente, salí del baño y me calcé el traje, alisaba cualquier arruga que me encontraba en el camino, conecté la secadora de cabello y lo arreglé y peiné hasta que estuvo quieto y listo.

Alguien tocó a la puerta y abrí, era Louis. Le sonreí y dejé que pasara, llevaba puesto un traje totalmente negro, solamente que su pantalón no era de vestir, era solo un jean negro y unos tenis Vans negros de suela café.

—Esto de la formalidad no es mucho de lo tuyo, ¿No es así?—dije riéndome.
—Los trajes son aburridos, el día que me casé con Karoll no usé tenis porque me dijo que me mataría durante la luna de miel—dijo haciendo una mueca, solté una tremenda carcajada.
—Estoy nervioso, Lou—comenté y me senté a su lado en la cama.
—No lo estés. Todo saldrá excelente—me animó con una palmada en la espalda.
—¿Y si Harry decide arrepentirse en el último momento?—susurré, suponía que ese era un miedo común el día de tu boda.
—De verdad estás loco, ambos sabemos que él ha esperado este día tanto como tú. Y todos. ¡Ya era hora!—gritó riendo, lo abracé con fuerza.
—Gracias por siempre estar aquí, Louis, siempre he encontrado una mano más en ti—le dije con una pequeña sonrisa.
—Lo haría todo por ti, duende, eres mi hermano—nos volvimos a abrazar—. Pero es hora de partir.

Salimos de la habitación y bajamos hasta la recepción, subimos a un auto color negro rentado y partimos a la iglesia.

La iglesia que Harry había escogido era gigante y hermosa en verdad, desde que comenzamos a preparar todo —aunque en realidad Harry, Karoll, Gemma y su madre fueron las encargadas de todo— sabía que no sería posible convencerlo de hacer una boda pequeña y sencilla.

Desde afuera de la iglesia podía ver que todas las bancas estaban llenas. Me arreglé el traje al bajar del auto, la madre de Louis se acercó a nosotros y me abrazó, yo hice lo mismo con ella.

—¿Nervioso?—asentí y me tomó de las manos, Louis entró a la iglesia para encontrarse con Karoll en la puerta.

Cath salió corriendo de la iglesia con una canasta llena de pétalos de flores blancos, la cargué en mis brazos y la llené de besos. Llevaba puesto un vestido color rosa pastel lleno de encaje y otros detalles, llevaba un moño con su largo cabello.

—Te vez hermosa, princesa—le dije con una sonrisa.
—Te extrañé, papá—me dijo y me besó las mejillas.
—Y yo a ti, amor—la bajé hasta el suelo y corrió hasta Karoll que le decía algo y ella asentía.
—Niall—Johannah llamó mi atención y la miré—. ¿Me dejarías llevarte hasta el altar?

Sonreí al escuchar eso, lo planeado era que llegaría solo, ya que mi madre obviamente no aparecería por ahí. La abracé y evité llorar ahí mismo.

—Muchas gracias—le susurré.
—Eres parte de la familia al igual que Cath y Harry—me sonrió.

La tomé del brazo y caminamos hasta la entrada y nos detuvimos un momento, en el altar solo estaba un sacerdote ahí, toda la gente se levantó y nos miró con atención, una linda y lenta pista sonó por la iglesia y comenzamos a caminar hasta llegar.

—Te deseo todo lo mejor, Niall, nunca dejes de luchar por tus sueños—me susurró Johannah cuando llegamos, asentí y la abracé con fuerza.

El sacerdote me saludó y crucé unas cuantas palabras con él, toda la gente que se había vuelto a sentar se levantó de nueva cuenta; Harry por fin había llegado.

El sacerdote volvió a su lugar y enderecé mi espalda, acomodé mi traje y lo miré con atención, Anne venía con él a un lado, había viajado desde Australia junto a Robin, el padrastro de Harry y Gemma, unque Desmond —el padre biológico de Harry— también había asistido. Su traje era color blanco casi por completo a excepción de su camisa que era color negro, llevaba pinzada al saco una bonita rosa blanca y Cath aventaba los pétalos de rosa al frente de Harry.

No pude dejar de sonreír hasta que llegó a mí, Anne le susurró unas cuantas cosas y Harry asintió, la madre de Harry me miró y de igual manera me abrazó.

—Te entrego lo más preciado que tengo porque sé que sabrás cuidarlo—me dijo al oído y la abracé más fuerte.

Tomé de las manos a Harry nos sonreímos, en verdad siempre fue solo un sueño el estar así. Pero ahora era completamente real.
El sacerdote comenzó con la seremonia y todos tomamos asiento.

El padre concluyó con su salmo y nos pidió que dijéramos nuestros votos, Harry tomó primero el micrófono y lo pegó a su boca.

—Niall... Por fin lo logramos, amor, por fin estamos aquí frente al grande, al final de todo estamos aquí... Tengo tanto que decirte que toda mi vida no alcanzará. Te amo de una manera verdaderamente irreal y especial, siempre has sido tú, siempre has estado ahí y apenas me doy cuenta. Gracias, Niall James por quererme a pesar de ser un tonto destarudo. Y aquí, frente a todas estas personas que han sido testigos de nuestra loca historia de amor prometo ser tuyo siempre, prometo amarte a pesar de todo. A pesar de tus nervios descontrolados—más de uno soltó un risilla, sonreí—. Te amo desde siempre y para siempre.

Me entregó el micrófono y lo besé de manera rápida, estaba nervioso, había preparado esto una noche antes, pero ya no podía recordar nada de lo que había ensayado.

—Harry... Eduardo...—él río y me sacó la lengua—. Más de una persona ha sido testigo de mi gran amor por ti, realmente he estado a tus pies desde que soy un adolescente y no me arrepiento para nada, los tiempos de Dios son perfectos y ahora lo creo de verdad, quizá en otro punto de nuestra vida esto no hubiera sido tan mágico como ahora, gracias por aceptarme tal y como soy, gracias por ser mi ancla para todo. Te amaré sobre todas las cosas como lo he echo hasta ahora. Te amo.

Regresé el micrófono al sacerdote y siguió diciendo unas cuantas cosas.

Oficialmente estábamos casados y listos para disfrutar nuestra nueva vida juntos.

—¡Que empiece la fiesta!—gritó Harry cuando la seremonia terminó y todos estábamos fuera.

Todos gritamos con alegría y cada quien tomó su auto y nos dirigimos a la gran fiesta que nos esperaba.

Papás Sustitutos.  •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora