VI

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Bebió con tranquilidad del cuenco con agua, su garganta estaba irritada por haber lanzado gritos inútiles a la cámara, sus manos se encontraban dañadas gracias a los golpes a la puerta y sus uñas estaban rotas al intentar tirar la rejilla que protegían los aparatos. Ahora, estando respirando con tranquilidad sobre la cama del chico rubio se sentía realmente agotado, el único lugar donde podía descansar yacía en el suelo mojado gracias al agua regada, la cama de su compañero era realmente pequeña para que los dos cupieran y ese niño rubio no se separaría de ella como para dejarlo descansar. Sentarse y calmarse había sido una decisión tomada más por obligación que por elección. Un par de pestañeos del rubio fue suficiente para llamar su atención.

—¿Por qué estoy aquí?— preguntó con total calma ocasionada por el cansancio. —¿Y quién eres?—Con lentitud el chico rubio tomo entre sus dedos la placa dorada de su collar mostrando el nombre sobre ella. "Woozi" como el nombre sobre los cuencos. —No puede ser tu nombre.— Woozi asintió restándole importancia a la incredulidad. Mordió su labio inferior buscando que decir.

—Nadie va a pedir un rescate por ti.— Habló Woozi con la voz ronca y pausada casi como si quisiera dormirlo al susurrarle. —nadie va a quitarte dinero, tal vez joyas para que no intentes hacer algo imprudente, las monedas están fuera. Si sigues comportándote así jamás va a regresar las cosas que se llevó.

Un escalofrió recorrió su espalda y estomago haciendo que su rostro mostrara una incómoda mueca de angustia, porque si el secuestrador no quería dinero esperaba lo peor de él, quizás deseaba torturarlo o asesinarlo. Pero la actitud tranquila de Woozi lo hizo dudar, parecía un buen chico frágil y depresivo, su actitud lo hacía dudar de que fuera un rehén, porque una víctima debería actuar de la misma manera; tratando de escapar a toda costa.

—¿Entonces que quiere?— preguntó aun con miedo a la respuesta, Woozi se acomodó mejor sobre la cama pegándose a la fría pared con tranquilidad, eso no lo reconforto haciéndolo sentir que debía dudar de ese pequeño rubio.

—Mascotas.— La confusión regreso a él aun incrédulo de las palabras tranquilas y sin miedo de Woozi quien despues de suspirar continuó; —¿enserio no lo intuyes? La correa, los cuencos...Bueno, creo que no hay mucho más. No va a matarte ni golpearte si no lo pides como hace rato, necesitas estar calmado y él regresara las cosas a la habitación, solo tienes que tranquilizarte un poco más.

—¡No soy un animal!— elevó la voz con furia, Woozi suspiró girando sus pequeños ojos con fastidio. —¿Qué clase de fetiche ilegal es este? ¿Quién es él? ¡¿a ti te gusta esto?! ¡Porque yo lo detesto!

—No, no me gusta y te aseguro que quiero salir más de lo que tú lo deseas, llevo tanto tiempo encerrado que no recuerdo la jodida luz del sol.

Su estómago se apretó con las palabras de Woozi, si aquello era verdad significaba que no tenía esperanzas de que lo soltaran despues de recibir una cantidad de dinero. Volvió a ponerse de pie para aclarar sus ideas asimilando lo poco que le habían dicho. Estaba molesto, tenía miedo, un miedo que le estaba ganando a su furia y comenzaba a cansarle, pero las ganas de golpear a aquel fetichista lo mantenían activo, y si fuera una broma estaría felizmente golpeando al dueño de esta, pero despues de estar tanto tiempo dudaba que fuese una mentira. El agua bajo sus pies estaba fría, pero no se estaba congelando, de hecho era una sensación agradable en esos duros momentos. Repitió su nombre en voz baja asegurándose de no haberlo olvidado y trato de decírselo a Woozi, pero tan pronto se giró a verlo el chico rubio se cubrió con las mantas. Elevó su rostro hasta la cámara y la miro fijamente con los ojos a punto de soltar lágrimas, se contuvo con la nariz roja y solo se dedicó a mirar sabiendo que esa persona lo observaba o lo haría en algún momento.

—No soy Hoshi. No soy un maldito perro, y nunca seria tu maldito perro.

Se escuchó sobre las paredes un sonido peculiar proveniente de una grabación, ahí fue cuando Hoshi se percató de las bocinas en la parte más oscura de la habitación, estaban protegidas por rejillas como los focos y la cámara.

"¡No me interesa quien carajos sea Woozi, no soy tu puta mascota!"

Una voz joven y exaltada, la voz del chico rubio. Woozi soltó una débil risa bajo las mantas llamando su atención.

—Aun lo recuerda. 

Dog collar [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora