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"Lo lamento" La voz temblorosa volvió a sonar desde el celular, Jun observó como Minghao evadía su rostro y se ocultaba de él, pero le resultaba imposible solo irse y fingir que no conocía aquella voz. "Jeonghan ya no está."

—Es Woozi.— Murmuró el menor. —Es la voz de Woozi...

—¿Quién es Woozi?

Minghao elevó el rostro, por primera vez encajando sus ojos con los de Jun, con las pupilas tiritando y sus labios entreabiertos, sin duda angelical. Jun esperó con paciencia mientras admiraba el bonito rostro del menor, como era brillante a pesar de todo lo que había tenido que atravesar a lo largo de años.

—Un chico rubio, bajito... siempre dormido de muy mal carácter.

Minghao sonrió, por primera vez desde que despertó. Jun quiso tomar ese momento y extenderlo, quiso tener la posibilidad de hacer aquella sonrisa más duradera, pero se desvaneció en cuestión de segundos dejando solo un pequeño recuerdo. Fue un destello de esperanza para Jun, uno que volvería a pasar en algún momento, solo necesitaba darle tiempo para que ocurriera.

—Bajito... Lee Jihoon. — Dijo Jun acunando su cabeza entre sus manos. Se dejó caer sobre la cama, agotado, observando por el rabillo del ojo a Minghao quien se alejó tan pronto estuvieron cerca. —No me lo dirás ¿verdad? Quien te secuestró...

—Tú me secuestraste. — Murmuró Minghao. Jun estuvo a punto de reírse, pero nada salió de sus labios, quizás porque el menor tenia algo de razón. —¿Por qué quieres encontrarlo? No le ha hecho daño a nadie.

—¡¿Qué no le ha hecho daño a nadie?!— Se levantó de golpe, haciendo que Minghao casi saliera corriendo en dirección al baño. Jun respiró hondo calmando su impulso, le habia costado convencer a Minghao de quedarse fuera como para que volviera a encerrarse por miedo. —Te tenia encerrado, con moretones y signos de desnutrición.

—Las heridas me las hice al escapar... y otras me las hicieron los otros chicos.— Jun esperó la explicación faltante. Minghao relajó su cuerpo, aun temblando un poco y volvió a sentarse con tranquilidad sobre la cama. —La desnutrición es porque no quería comer nada que me diera él. Al principio fue difícil. Pero me acostumbre.

—Eso es horrible.— Se quejó. —Acostumbrarse al daño que te hacen no es bueno, es enfermo....— Jun suspiró. —Trataremos tu síndrome despues.

Para sorpresa de Jun, el menor enmudeció.

Él no podía hablar del síndrome de Estocolmo con Minghao, no hasta tratar con un especialista. Sabía que intentar hacer cambiar de opinión al menor sería difícil, imposible para él, por eso evitaba no precipitarse e intentar mantenerse al margen.

—Lo que hace Dk está mal.— Murmuró Minghao. —Eso lo se... pero... Si nosotros éramos felices, si nosotros terminamos queriendo esa vida ¿tambien es nuestra culpa? ¿Es mi culpa ser feliz por algo que me dañó tanto? ... ¿es mi culpa querer volver a pesar de que sé que está mal?

Jun observó. Extendió una mano, tanteando el terreno sabiendo que no seria fácil tratar con Minghao de la noche a la mañana, siendo por primera vez más dudoso y tembloroso que el menor. Pero, contrario a lo que pensó en un principio, no fue apartado, Minghao no huyó de él y se ocultó en el baño como los otros días, él no lo rechazó con temor, Minghao solo se encogió en hombros y llenó sus ojos de lágrimas, con sus labios temblando. El menor no rechazó su tacto, él se acurrucó, buscando cariño, tal vez seguridad, y Jun le dio lo que pudo.

¿Cómo no proteger a Minghao? Jun no debía, pero quería hacerlo. 

Dog collar [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora