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Despertó apretando los ojos y haciendo la más pura mueca de dolor, su mano se dirigió a su nuca y la tocó supervisando que aun estuviera intacta pero la punzada de dolor se hizo tan presenta al momento. Cuando por fin sus ojos se abrieron recorrieron el oscuro lugar moviéndose sobre las órbitas de sus cuencas, sus labios resecos se separaron y los golpeo con la lengua tratando de humedecerlos, tan pronto sus cincos sentidos estuvieron alerta su torso se levantó aun incrédulo del lugar. Era oscuro, con paredes firmes color verde y apenas un foco colgando del techo protegido con una reja, sin ventanas y con otra cama frente a la que estaba ocupando, pulcro con el piso gris, la habitación era pequeña pero tan pronto su cabeza giró a la derecha logró ver el resto; una pequeña mesa de noche junto a dos sillones y en un rincón lo que parecían ser cajas cuadradas. Había espacio pero no ventanas, estaba fresco y en las camas había mantas pero no luz, había una gruesa puerta de metal y en el techo lo que parecían ser cámaras protegidas por el mismo tipo de rejillas que el foco, pero también había alguien. Se sorprendió cuando la figura humanoide se levantó del sillón frente a la mesa, parecía sostener algo que sus ojos no lograban divisar por la oscuridad, de inmediato trató de ponerse de pie pero el dolor en su cabeza lo hizo caer sentado en la cama nuevamente.

La persona alargó el brazo hasta tocar la pared y un segundo foco se encendido sobre la mesa de noche iluminando un poco más el ambiente, parpadeó un par de veces para adaptarse a la luz y observo con curiosidad al joven chico que sostenía lo que parecía ser un plato de perro con agua "Woozi" logró leer. De baja estatura, delgado y rubio de ojos pequeños, así lo describió en su mente descartando los detalles como su pálida piel y las ojeras.

—¿Tienes sed?— la voz del joven salió casi como un susurró mientras acercaba el cuenco, lo miró por un segundo inseguro y despues tomo entre sus manos el recipiente bebiendo sediento, sus labios estaban tan secos que amenazaban con romperse. Cerro los ojos sintiendo el frio liquido correr por su garganta y al metal chocando con sus dientes. Aclaró su garganta una vez término de beber y regreso el cuenco a su dueño con la mirada curiosa. Estaba listo para comenzar a preguntar cuando un objeto brilló en el cuello del chico, apenas un destello que sus ojos rasgados percibieron entre la oscuridad. Una placa dorada modelo sin vergüenza tambaleando del grueso collar de perro, entonces dirigió su mano a su propio cuello y la sensación le llegó de inmediato; él también tenía uno, tomó la placa entre sus dedos y la examino sin poder mirarla solo palpándola con insistencia. —La tuya dice Hoshi.

Sus ojos se abrieron de par en par tratando con insistencia de arrancar el objeto y el collar, sus manos se dirigieron a la parte posterior de su cuello encontrándose con un pequeño candado que aseguraba la correa. La jaló y trató de romperla, pero le era imposible hacerlo.

—¿Qué es esto?— preguntó intimidado por su penosa situación, sus ojos rasgados se volvieron a encontrar con los pequeños y el miedo abundo en solo un par; los suyos propios. Volvió a recorrer el lugar y de un saltó corrió a la puerta intentando abrirla, recorrió las paredes con sus manos y tiró las pocas cosas en el proceso. Pero el chico del cuenco seguía tan tranquilo como en un principio. —¡¿Dónde estoy?!— gritó encarando al más bajo y este solo se encogió en hombros. Sus pies se patearon accidentalmente otro cuenco sobre el suelo, era igual al otro, metálico y con "Woozi" escrito en unas hermosas letras negras, giró confundido y sobre el sillón encontró otros dos con distinto nombre sobre ellos, aun metálicos pero con diferente fuente de letra. "Hoshi" era el nombre que modelaban ambos cuencos de perros. Estaba encerrado, había sido secuestrado. Un grito se atoro en su garganta aprisionada por el collarín. —¿Qué demonios paso?

La pregunta fue al aire y ninguna respuesta se acercó. 

Dog collar. [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora