POV ANASTASIA
Pase al supermercado después de la operación de Ava. Sé que faltan algunas cosas en la nevera y en la despensa pero hoy quiero comer pizza. No una pizza comercial sino una pizza cacera. Sé cómo se hace la masa pero no tengo los ingredientes para acompañar la masa.
Quiero que tenga lo básico y luego algo distinto. Quiero en la pizza queso, jamón, salame, orégano y creo que también unas colitas de camarón. Dios, estos antojos locos me van a sacar de quicio. Martin se ha reído no sé cuántas veces de mi cuando le pido que del casino me traiga una barra de chocolate y si tiene coco mucho mejor, pero cuando no los trae todo el día estoy haciendo pucheros. ¿Puede un embarazo hacer que una mujer adulta se vuelva una niña pequeña?
Hago mis compras y cuando llego a la caja, uno de mis nuevos síntomas hace presencia. Nunca un perfume me había hecho querer vomitar. La mujer que está delante de mí en la fila, está usando un perfume dulce pero bastante fuerte y mi nariz lo está encontrando nauseabundo. Busco con la mirada algún baño pero no hay ninguno. Respiro e intento controlarme.
La mujer se demora más de lo normal y juro, por mis padres, que si estoy dos minutos más a su lado, devolveré mi almuerzo en la caja registradora. Mi teléfono suena y veo que es Cristian. Sonrió.
-¿Dónde estás?- dice apenas descuelgo el teléfono.
-estoy en el supermercado comprando algunas cosas- digo y cierro los ojos cuando la mujer saca las bolsas para irse de la tienda.
-estaba preocupado. Deberías haber llegado hace media hora y no me has avisado que ibas a pasar a otro lado- dice algo enojado.
-estoy en la caja y cancelando. Así que estaré en la casa en unos 15 minutos- digo mientras paso la tarjeta por la máquina. La cajera me sonríe y guardo todas las cosas en mi bolsa reutilizable. Llego hasta mi nuevo automóvil. Es un Chevrolet Spark. Cristian puso el grito en el cielo cuando lo vio pero le dije que para mí era más fácil conducir un auto con esas cualidades que uno más grande.
En la parte de atrás, va una silla para Lucían y en la maletera hay tres cajas organizadoras donde van los materiales para curaciones y tratamientos, en otra van las cosas indispensables para Lucían como lo son sus pañales y sus toallitas húmedas y en la tercera, algunas cambios de ropa y cosas que únicamente podemos usar las mujeres.
Dejo todo en la parte trasera y luego me subo. Las notas alegres de música hacen que mi estado de ánimo siga en su punto normal y hace que las náuseas se apacigüen sin dejar rastro a su paso.
Llego al departamento y con el simple hecho de abrir la puerta, escucho voces y a mi pequeño llorando muy fuerte. Suspiro. Dejo las cosas en la mesa que está a la entrada y camino hasta la habitación de mi bebé.
Al entrar veo que está llorando enojado, ya que sus pies y brazos se mueven de un lado para otro y su llanto es agudo hasta el punto de ser molesto. Me acerco y lo tomo con cuidad. Tiene su cara roja y las mejillas manchada en lágrimas. Además lo siento un poco caliente. Tendré que esperar a que termine de llorar para poder tomarle la temperatura.
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Reanimando su corazón: Cristian y Anastasia
RandomUn doctor de renombre. Llega a trabajar al hospital más importante del país. Ella, una simple doctora recién titulada, con una abuela bastante peculiar. Solo tiene en su cabeza conocimientos y muy poca experiencia en el cuerpo. El destino los junta...