Un doctor de renombre.
Llega a trabajar al hospital más importante del país.
Ella, una simple doctora recién titulada, con una abuela bastante peculiar.
Solo tiene en su cabeza conocimientos y muy poca experiencia en el cuerpo.
El destino los junta...
-has estado muy callada. ¿Qué es lo que está pasando por tu cabeza?- digo mientras acaricio la espalda desnuda de mi mujer. Ambos estamos saciados después de una calurosa y caliente sesión de sexo. Pero, note que su cuerpo estaba tenso y su silencio me confirma que algo pasa.
-solo estaba pensando en cosas- dice mientras se acomoda un poco en mejor.
-¿Qué cosas?- digo mientras busco la tapa de la cama y nos tapamos.
-tengo miedo de no poder con dos bebés tan pequeños- dice en un susurro.
-¿Por qué tienes miedo? Sabes que esta mi madre para ayudarnos, además espero poder trabajar menos para estar con ustedes- digo. Ya lo había pensado, solo tengo que exponérselo a Menares de una forma que no suene tan mal.
-eso es lo que me da miedo. Que tú no estés. Sé que tu madre me puede ayudar pero no es su obligación ayudarme con Lucían. La madre soy yo, no ella. Quiero criar a mis hijos pero también quiero seguir trabajando. Amo lo que hago y yo sé que tú también- dice mirándome a los ojos. En ellos hay un gran conflicto.
-Ana, no siempre se puede tener todo en la vida y si tengo que dejar de ser médico para ser padre, lo hare. Fui criado en una familia donde hay mucho amor y las decisiones difíciles se basaban en las repercusiones en la familia. Hubo veces en que mi padre tubo que rechazar casos para estar con la familia y mi madre también rechazo a unos cuantos pacientes. La vida es así, constantemente estas tirando de la cuerda- digo y beso su nariz.
-lo sé. Solo que no quiero que después te sientas mal con esa decisión. No lo soportaría- dice mientras niega con la cabeza y se esconde en mi pecho.
-tranquila. Además de la medicina, la administración también me gusta. Puedo crear mi propio negocio, donde soy dueño de mi horario. O podemos abrir una clínica juntos y si tenemos problemas con los horarios, podemos crear un cuarto de juegos donde estén entretenidos. Tenemos tiempo para pensar- digo y ella sonríe.
-de acuerdo. ¿Qué haremos mañana?- dice cambiando el tema.
-podemos salir a algún lado a comer o quedarnos de vagos en la casa y en la cama- digo mientras froto mi mentón. Ana se ríe y luego se detiene.
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-me había olvidado de algo. Me entregaron en la tarde un sobre. Venía con mi nombre pero el remitente era de la empresa de mi padre. Iba a hablar con tu padre pero se me olvido por completo- se levanta y me mira.
-¿Qué decía?-
-no lo sé. No lo alcance a leer. Quería llegar luego a casa y la verdad esas cosas en este momento no me importan mucho- dice. Se levanta muy rápido antes de que la pueda detener. Busca entre sus cosas y llega con el sobre a la cama, donde se vuelve a acomodar a mi lado.
Sin cuidado, abre el sobre y saca unos documentos. Los lee atentamente hasta que palidece de la nada. Sigue leyendo hasta que jadea.
