Capitulo 62

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POV ANASTASIA

Llego rápidamente al hospital. Tengo los nervios a flor de piel con la noticia. Su mano. Si es la izquierda se puede recuperar en corto tiempo pero si es la derecha, Dios apiádate de mí.

Entro a la sala de urgencia y una punzada de pena me entra en el pecho. Hay muchos niños en espera de atención y me dan las ganas de ayudar pero no puedo. Tengo a un niño grande en algunos de los box que me necesita más. Menares me está esperando en el mesón de admisión y sin decir ninguna palabra me lleva a donde se encuentra Cristian.

-no seas muy dura con él. No lo está pasando bien- dice en voz baja. Lo sé. ¡Está perdiendo su mano!

-lo sé. Tranquila- tomo aire y abro la puerta. No se ha dado cuenta de mi presencia. Tiene la mano derecha vendada y está mirando a la nada. Hay una silla justo a su lado y camino para sentarme en ella.

No sé cómo hablar del tema. No que preguntarle porque conociéndolo, como lo hago, sé que cualquier cosa que le pregunte me responderá de la peor manera. Solamente lo miro y al ver como su entrecejo se frunce, sé que no le gusta.

-puedes dejar de mirarme. No tengo monos pintados en la cara- dice sin mirarme aun. Ahora la que frunce el ceño soy yo.

-es cierto que no tienes monos en la cara pero te comportas como uno de ellos- me mira con el ceño y fulminándome con la mirada.

-¿Puede explicar eso?-

-solo quiero que me respondas a algunas preguntas y luego te explico lo que quise decirte- digo cruzando las brazos delante de mis pechos. Están duros y pesados porque no pude extraerme leche. Ted y Lu pasaran hambre esta noche. Tengo que pensar en algo.

-hazlas y luego lárgate. Quiero estar solo- juro que estoy conteniendo las ganas de mandarlo a la mierda pero sé que no es el momento.

-¿Perdiste la mano?- el frunce el ceño.

-no, solo la hirieron- dice.

-¿Perdiste la sensibilidad? ¿Aún sientes dolor?-

-aun la siente y me duele. Menares no quería colocarme algún medicamento para saber cómo está el umbral de mi dolor y me duele mucho- dice enojado.

-¿Puedes cerrar la mano y hacer presión?-

-puedo cerrar la mano pero no puedo apretar bien. No tengo fuerzas. He perdido mi mano, ya no seré medico más- dice con la voz rota.

-¡Eres un idiota con mayúscula, Cristian!- digo parándome de la silla.

-¿Un idiota? ¿Eso es lo único que me piensas decir? estoy en este maldito hospital, no como el mejor médico, sino como un insignificante paciente. Este no es lo que yo quería. Mi sueño era ser el medico más importante del mundo no un ser sin importancia- digo enojado.

-¿es así como ves a los pacientes? ¿Cómo seres insignificantes?- lo miro asombrada.

-si- me gruñe.

-pues mira que la vida es un chiste. Esos seres insignificantes son los que hacen que seas el mejor médico. Ellos confían en ti, dejan en tus manos la solución de su enfermedad. No te buscan porque seas un Dios. Esa no debe ser la mentalidad de un médico. Que no se te olvide nunca Cristian, no somos dioses, solo somos humanos que entendemos mejor la anatomía. Nada más- digo mientras camino por la habitación.

-eso lo sé pero soy Cristian Grey, el mejor neurocirujano de Seattle e incluso del país- dice con arrogancia.

-eres un simple hombre que en este momento, es un paciente. A lo mejor, esto es una lección y a la vez una advertencia. No perdiste la mano, Cristian. Lo que te duele realmente, es que te han golpeado en lo más grande que tenías, tu ego- digo. Lo miro pero no me mira. Suspiro cansada.

Reanimando su corazón: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora