Un doctor de renombre.
Llega a trabajar al hospital más importante del país.
Ella, una simple doctora recién titulada, con una abuela bastante peculiar.
Solo tiene en su cabeza conocimientos y muy poca experiencia en el cuerpo.
El destino los junta...
-Ana, ¿A dónde me llevas?- digo mirando para ver si algo se me hace conocido pero la verdad es que no tengo ni idea.
-cuando lleguemos lo sabrás- dice mientras condice. No me gustó mucho la idea de que condujera pero hasta ahora lo ha echa bien.
Miro por el espejo retrovisor y Lucían está durmiendo profundamente. Ana le puso un entero de polar de color azul claro pero en las extremidades es más oscuro y para mi disgusto el gorro tiene orejas. ¿Cuál es el afán de las madres de ponerle ropas con orejas a los bebes? Se ven ridículos pero tiernos.
Me doy cuenta que estamos llegando a las afuera de la cuidad. Frunzo el ceño, ya que ninguno tiene algo que ver con esta zona. Pero cuando se detiene más confuso me encuentro.
-¿Que hacemos aquí? Digo cuando veo la entrada del lugar.
-es hora que le pidas perdón a alguien Cristian- la miro sin entender.
Saca a Lucían de la silla y lo coloca en el canguro. Se que le encanta llevarlo así. Abre el portón del lugar y la sigo en silencio.
El lugar es tranquilo y muy bonito. Varias personas a nuestro alrededor a pesar de la pena que veo en sus ojos, sonríen al ver a mi hijo. Un no entiendo que es lo que me quiso decir.
A unos pasos de mí, Ana compra un arreglo de flores, un globo, un peluche y un remolino. Frunzo el ceño pero igual la sigo.
Nos adentramos en un camino que está rodeado de pequeños árboles y cuando llegamos al final comprendo que estamos en un cementerio. Tengo entendido que su padre está enterrado en otro lugar. Caminamos y sonrió al ver que las tumbas tienen muchos arreglos pero no solo de flores sino también juguetes y peluches.
Ana se detiene y respira profundamente. Se da vuelta y me mira.
-es cierto que al inicio no nos llevábamos bien y que nuestras peleas causaron más de algún mal rato a terceros pero... una de las personas más afectadas fue un pequeño que no pude salvar por falta de una consulta con un neurocirujano. Sé que dijimos que no hablaríamos más del tema pero... fue la victima que más pago- dice Ana. Ahora entiendo de qué estamos hablando.
-Ana...- ella me detiene con la mano.
-escucha Cristian, desde que Lucían llego a mi vida de una manera peculiar y aunque no lo parí hare cualquier cosa por él. Y no podría concebir la idea de perderlo. Es por eso que no puedo imaginar el dolor que los padres de Ángel estén sintiendo. Los padre saben que fue lo que ocurrió y asumieron que fue una falta de tiempo pero... jamás le pediste perdón a él- dice mirando una tumba pequeña que tiene unos autos de carreras y unos soldaditos.
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-sé que cometí ese error pero no sé qué hacer- digo.
-Cristian, la vida siempre cobra los errores que cometemos. Solo quiero que esto que ocurrió al inicio de nuestra relación, quede cerrado. Solo discúlpate y veras que un peso enorme que llevabas en tus hombros desaparece. Eso es mejor seguir lamentándote por eso error- frunzo el ceño.
