Sin saberlo, los empleados de los Campderich también empezaban a echar de menos al ojimiel: Alonso había vuelto a esas altas, insoportables y ridículas quejas. No le importaba sí recién estaba amaneciendo o sí era la hora de ir a la cama. Esa situación necesitaba la intervención pacífica de Jos, pero, al no estar; la tarea recaía en Bertha... de acuerdo, no es que el príncipe siempre le haya hecho el mayor caso pero, vamos, no perdía nada con intentarlo (quizá solo el buen sentido del oído). Primero tenía que cumplir con una de las órdenes que el chico le había dado. No era un mandato fuera del otro mundo mas, con el carácter y sensibilidad que se estaba cargando el ojiazul; cualquier mínimo error bastaba para hacerle explotar.
-¡Te dije que necesitaba salir a las once y va para las doce! ¡¿Tan inútil ibas a ser?! -le gritó al pobre y cabizbajo chófer: el hombre trataba de responderle en balbuceos inaudibles.
-Joven, lo siento, yo...
-¡¿Quién demonios pusó girasoles ahí?! ¡¿Qué es esto, el festival de la primavera?! -continuó con sus fuertes reclamos; señalando un ramo de las flores mencionadas en un sitio del living.
-Fui yo, joven, disculpe, pensé que... -trató de defenderse la empleada culpable del arreglo floral.
-¡No! ¡Tú no piensas! ¿Cuándo habías visto girasoles en la mansión? ¡Quítalos de mi vista! -ordenó, no dejando que la mujer hiciera lo pedido al interponerse-. Espera, lo haré yo. Capaz y solo lo vuelves a arruinar -dijo mientras arrojaba las flores al piso. Bueno, la empleada ya tenía una tarea.
-Joven Alonso, aquí está su camisa: su closet está bastante lleno y me costó encontrarla, pero aquí está -decía la nana entre tanto se le acercaba.
-¡¿Estás demente, Bertha?! -frunció el ceño-. Claramente te dije que quería la Ferragamo que compré en Italia y, esa -señaló la prenda despectivamente- es la Prada que compré en Manhattan, ya ni me gusta tanto -se encogió de hombros.
-Pero sí usted claramente dijo que quería la de Prada -se pusó la mano en la cintura, mostrando un poco de molestia; había escuchado sus insoportables reclamos desde arriba.
-Nana, no me contradi...
-Joven Alonso, aquí tiene su jugo de naranja -le interrumpió con timidez otra empleada, la cual esperó hasta que el ojiazul probará la bebida, recibiendo justo lo que no quería; una expresión de desagrado.
-¡Qué asco! ¡¿A eso le llamas jugo fresco?! -reclamó después de haberse limpiado con la servilleta que había en la bandeja-. Olvídalo, mejor traeme un té verde -pidió mientras le daba el vaso.
-En segui...
-¿Sabes qué? No. Quiero un batido de fresa... ¡No! Solo traeme agua -ordenó, permitiendo que se retirará y que él volviera la mirada a su nana.
-¿No creé que se está pasando? Está tratando peor que antes a los empleados.
-Es que, no lo sé -resoplo-. Bertha, ¿qué ocurre conmigo?
-No tiene al joven Jos para discutir, así que discute con cualquiera -contestó con cejas alzadas-. Debe de tranquilizarse, a penas es la primera semana que está sin él: sí sigue con esa actitud de aquí a que vuelva, va a terminar matando a alguien. Anímese, hoy lo ve -le sonrió.
-Lo sé -cruzó los brazos, soltando un suspiro que se transformó en una leve sonrisa de felicidad-, pero lo peor es que lo extraño tanto que sé que cuando lo vea tendré ganas de todo menos de discutir -se encogió de hombros-. Ya no puedo esperar hasta en la noche.
-Recuerde que usted convenció a su abuela de que se quedaría a dormir en casa del joven Jay para una tarea: tiene que ser hasta en la noche -comentó en un murmuro-. Además, considere al niño Canela; tiene que manejar alrededor de tres horas.
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castle walls ♕ j. v.
FanficTodos piensan que lo tengo todo, pero es tan vacío vivir detrás de los muros de este castillo. -Fuiste directo a mi corazón y me sacaste de la oscuridad. • Obra inspirada en Blair Waldorf y Ámbar Smith. Esta historia contiene situaciones y comporta...