behind the mask

2K 263 133
                                    

Únicamente era audible el leve ajetreo de su nana por cada rincón de la habitación: ¿A dónde había ido a parar esa famosa grabadora? Para Eiran, en un principio, fue exagerado que, Jos, le pidiera encontrar el dichoso aparatito a la 1:00 p.m. Campderich, salía del colegio a las tres, bien pudo haberla buscado media hora antes de que el niño malcriado llegará; gran pensamiento erróneo de la mujer pues, ya eran las tres y quince y, la grabadora, no daba señales de estar en aquella habitación.

—¡Ay, mi niño! ¿Dónde diantres la dejaste? —preguntó con el (corto) cabello alborotado y unas cuantas gotas de sudor en la frente.

—Estoy seguro que está en la habitación.

—Pues, entonces debe de estar en tu estudio, porqué aquí en el dormitorio no hay nada.

—¡No, nana! ¡No entres ahí! Es decir, sabes que nunca has sido muy cuidadosa las veces que has entrado... no quisiera que todo terminará en un desastre —vaciló las palabras en fin de no querer ofender a Eiran, aunque, ciertamente, no le resultó tan bien.

—Voy a ser muy cuidadosa, no hay de otra, sí juras que el aparato está aquí, debe de estar allí dentro: A menos que quieras que me vaya y quien encuentre la grabadora sea ese joven. Mira que él sí te viene destruyendo todo.

Canela, rió un poco.

—Él ya ha estado ahí, no te preocupes. Entra y buscala tú, porqué creo que, Alonso, no es devoto de hacer cosas que otro le ordene y menos yo.

—Bueno, mi niño, voy a echar un vistazo cauteloso, con tu permiso —le dijo dulcemente antes de adentrarse en el gigantesco estudio. Eiran, solía ser como la segunda madre de Jos y, bueno, es raro cuándo una madre se equivoca respecto a lo que le asegura a su hijo ya que, en efecto, la grabadora estaba en ese lugar, junto a unos pinceles de diversos tamaños—. ¡La encontré! ¡Sí te dije que estaba acá! —gritoneo para que el ojimiel, pudiera escucharla. Canela, distinguió el tono triunfante en su voz.

—Gracias, nana. Ahora solo queda esperar que, Alonso, acepte, de seguro que me avienta la grabadora y ahora sí; terminó con ceguera total —bromeo en cuánto escuchó los pasos de Eiran dentro del dormitorio.

—No digas esas cosas, Jos —le reprendió antes de darle su sencilla opinión—. No tiene porqué reaccionar de mala manera, a mí me parece que le viene bien. Después de todo, dices que no presenta interés en ser tu amigo; ayudándote con el proyecto pueden perder todo el tiempo que estará viniendo.

—Espero que lo vea de ese manera. Uff... ese niño es toda una incógnita —resopló entre tanto se pasaba una mano por el azabache cabello.

—Pues en mi opinión... —la mujer se silenció en segundos—. No, nada, olvídalo, no tengo porqué juzgarlo sí no lo conozco.

—No, nana, no te calles, dímelo: ¿Qué opinas de Alonso? —parpadeo constanteme cómo sí aquella insignificante acción le fuera a devolver la completa vista por arte de magia.

—Es obvio que, tú no puedes verlo, pero: Esa carita tierna que tiene es destruida de forma vil por su falta de humildad. Yo pienso que su manera de ser no debe de caer solo en él, pero aún así; debería de distinguir que, ser así, no lo va a llevar a ningún lado.

—Entonces... sí tiene con que sustentar su ego... digo, no lo sé... ¿Sí está lindo?

—Te conozco tanto que podría decir que te gusta —el rostro de Eiran, realizó una mueca divertida que, Jos, imaginó que estaría haciendo a pesar de no verla.

—Qué cosas dices, nana —negó levemente—. Prácticamente no lo conozco es que, no lo sé, me parece que, por todas las maravillas que dice de sí mismo, parte de esa fortaleza que se carga; recae en su aspecto físico

castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora