Dicen por ahí que, después de los quince años, todo pasa volando y, bien, no es más que la simple verdad. Cuando eres niño, mueres por crecer, ya que solo observas lo positivo de ser mayor; como la libertad o poder usar ciertas cosas. Sin embargo, en el momento en que llegas a una edad en la que ya eres considerado un adulto para la sociedad: empiezas a darte cuenta de todas las responsabilidades y presiones que eso conlleva, además de las cientos de expectativas que tienen todos los que te rodean respecto a tu futuro, no todo es un libre albedrío, ¿cierto? Va mucho más allá de eso.
Alonso nunca gozó de su infancia y muy poco lo hizo en su pubertad y adolescencia; siempre vivió bajo el estrés de ser el mejor, siempre se preparó para lo que le esperaba en el mundo exterior. Cuando creyó que su vida iba a tomar un rumbo diferente gracias a su graduación y toma de Rose Ville: la vida le pusó un obstáculo más, un obstáculo que tenía la forma de ese horrible accidente.
Habían pasado ya poco más de tres meses desde aquella tragedia, tres meses en los que había permanecido en un sueño profundo. El príncipe yacía en coma siendo la tercera semana de abril. "De alguna manera el tipo de caída, el terreno y su juventud lo ayudaron a librarse de serios problemas. Este joven es uno de esos increíbles casos en los que una caída les provoca a penas un 20% de lo esperado" les comentó el doctor a unos segundos de haberles informado que el ojiazul estaba en coma; momento en el que, Canela, de milagro, no se desmayó, y eso que dichas palabras eran un intento de consuelo (bueno, en cierta parte lo eran, ya que de manera increíble el príncipe no se había dañado de forma grave la cabeza o la columna).En todos lo meses transcurridos, cada ser cercano al ojiazul se había encargado de crear una rutina para cuidarlo y visitarlo: Bryan y Jay iban al medio día, le ayudaban a que luciera tan perfecto cómo le gustaba, aun así estuviese en un sueño que parecía eterno, el príncipe aparentaba ser un muñeco de porcelana. "Tienes que despertar, te extrañamos gritoneandonos o simplemente ordenandonos hacer algo: aunque tal vez sea estúpido pues parece ser que todo eso ha cambiado, además de que ya no tenemos diecisiete. Nuestro mejor amigo sigue aquí y lo queremos de vuelta" le murmuraba el par de chicos hacía una semana.
A su vez, Itz, lo visitaba por las mañanas o, corrección, lo visitaban. La ojiverde ya contaba con casi seis meses de embarazo: y se llegaría a pensar que verlo en tal estado no sería conveniente, pero, ciertamente, estar con el castaño le traía paz y cierta calidez a su corazón. Itzitery se encontraba sola desde hacía un mes; Santiago Quivera había muerto de un ataque al corazón en Marzo. Todo lo que le quedaba era el príncipe y su hermoso bebé. Quizá habían sido muchas emociones fuertes para su estado de embarazo, pero la chica había sacado su lado más fuerte, aunque eso no evitaba que se desmoronará una que otra noche al filo de su cama. "Dijiste que siempre ibas a estar con nosotros. He estado actuando como una mujer fuerte, pero la verdad es que necesito del refugio de mi hermano: tienes que despertar ya, ¿Me escuchaste? Tienes que ser el primero en conocer a tu sobrino" le dijo con el rostro cubierto en lágrimas. Itz era la responsable de mantener alegre la habitación del chico.
Me encantaría poder hablar sobre las visitas de Bertha: pero la verdad es que había sido una por mes cuando mucho. Minerva no se lo permitía, le decía que no tenía ningún derecho de hacerlo, ya que el ojiazul no compartía ni un lejano lazo familiar con ella, ¡Patrañas! Si aquella mujer era cómo la segunda madre del castaño y, este, le tenía más cariño que a la propia abuela. Ah, Minerva, se daba una vuelta de diez minutos a primera hora solo para hablar con el doctor, ni siquiera pisaba la habitación de su heredero.
Por su parte, Jos, permanecía con él todas las noches: el dolor de espalda provocado por dormir en ese incómodo sillón del cuarto pasaba a segundo término si se trataba de procurar a su pequeño mar. Con sacrificio, lo pudo dejar solo el día del funeral del señor Quivera, aunque tampoco hubiera deseado faltar, ese hombre había marcado su vida, además de que, siempre lo querría cómo a un grandioso abuelo. Más allá de lo material, le había dejado tanto.
Respecto al príncipe, el psicólogo se dedicaba a leerle, cantarle o simplemente hablarle de cómo fue su día, fuera de eso, siempre terminaba en lo mismo; sollozando mientras le contaba cuanto lo extrañaba, amaba y quería verlo despertar.
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castle walls ♕ j. v.
FanficTodos piensan que lo tengo todo, pero es tan vacío vivir detrás de los muros de este castillo. -Fuiste directo a mi corazón y me sacaste de la oscuridad. • Obra inspirada en Blair Waldorf y Ámbar Smith. Esta historia contiene situaciones y comporta...