the rose's thorns

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Dedicado a josftperrie























No importaba que fuera miércoles y no tuviera las tres primeras clases; Campderich solía levantarse a primera hora. Por este mismo motivo fue que, Bertha, enloqueció en preocupación en el momento que no lo vio de pie en la cocina, quejándose porqué el desayuno no estaba listo o porqué el clima estaba húmedo e iba arruinar su cabello (sin mencionar cientos de quejas más que salían de la boca del chico).
La locura de la mujer disminuyó cuándo fue a la habitación del chico con el fin de llevarle el desayuno: Alonso permanecía dormido, debajo de todas las cobijas, con la alarma perfectamente ignorada.

—Joven Alonso, hora de levantarse. Llegará tarde a clases —le dijo en una voz un tanto suave; tenue para no despertarlo de un infarto y firme para no arrullarlo más.

Jmmm... —balbuceó muy a penas—. Estoy cansadisímo, nana, déjame dormir —lloriqueó con un puchero notable.

—Por primera vez, estoy de acuerdo con usted. Hace unos cuantos días que lo veo cansado y decaído. No le pregunto el por qué, ya que yo misma lo he escuchado discutir con su abuela y con el joven Canela. No es para menos que esté así.

—¿Qué? —cuestionó con rapidez, quitándose el antifaz para dormir conforme se sentaba, observando a Bertha con la bandeja del desayuno en sus manos.

—No me lo niegue, escuché lo alterado y molesto que estaba. Ni con la señora Minerva o Jos escuché sobre que discutían, pero supongo que fue algo considerable —contestó, dejándole el desayuno y abriendo las oscuras cortinas de la habitación; provocando que el príncipe cerrará los ojos con fuerza gracias a los potentes rayos solares.

—¡Sé más cuidadosa, me vas a dejar ciego! —chilló antes de empezar a beber un poco de jugo—. Como sea, no puedo darme el lujo de faltar al Guillmore, no puedo ir a justificarme mañana con la razón de: "¡Oh, disculpe! Tenía tanta pereza que no quise venir". Con quién sí me puedo excusar es con Mariana para no ir al servicio social, ya me disculpe por mi actitud de la otra noche y creo que ahora me adora un poco más —sonrió, comiendo un poco de aquel waffle.

—No puede seguir evitando al joven Jos. No sé por qué discutieron y respeto su decisión de no contarme, pero tiene que hablar con él —le miró fijamente, haciendo que el ojiazul dibujará una mueca.

—Y lo haré, Bertha, lo haré. Le dije que accedería a una charla tranquila, pero para eso le pedí que me diera un poco de tiempo... al menos hasta que se me quitarán las ganas de matarlo —comentó, a lo que la nana lo miró con ojos exaltados—. No me mires así, no lo digo en sentido literal —parpadeó con inocencia.

—Mejor lo hago cambiar de tema. Hace un par de horas estaba en el depósito y sin querer encontré una caja con el nombre de su madre. Me imagino que contiene sus pertenecias.

—¡Por Dios! ¡No dejas de sorprenderme! ¡Finalmente has aprendido algo de mi astucia! —sonrió de oreja a oreja—. Aunque realmente no importa cuanto quiera ver esa caja, ya debo de irme a clases y sabes que solo vuelvo por media hora antes de ir con los Canela. Me temo que esa caja y yo nos conoceremos hasta en la noche —le dijo con cierto desánimo. Algo a su favor era que se encontraba solo en la mansión -claro, a excepción de los empleados- Minerva se había ido de viaje a Finlandia en compañía de su padre. La abuela solo estaría fuera por una semana, mientras que Samuel por meses... como siempre.
"Espero que la soledad te ayude a reflexionar respecto a tus últimas actitudes. Han sido insoportables e indignas de tu familia, clase y edad. Volveré en una semana, espero estés mucho mejor." Le dijo la mujer a su nieto antes de salir de la mansión.
Al fin y al cabo que a Alonso le daba igual, estar con ella era lo mismo que estar solo; ciertamente sentía mayor calor hogareño en la mansión Canela... o así era antes del tropezón de Jos.
























castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora