memories in the mirror

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Dedicado a elalondemipollo



























El pequeño permanecía sentado sobre la cama, observando su reflejo en el espejo de cuerpo completo. Era extraño decirlo, pero sí se quedaba pensando o, mejor dicho, recordando: aquel espejo era capaz de proyectar todo lo que pasaba por su mente.
Todo recuerdo estaba relacionado con el ojimiel, desde la primera vez que lo vio hasta la primera vez que lo besó.
Una lágrima le recorrió la mejilla hasta terminar en el rígido suelo: Alonso no quería alejarse de Jos. Dolía. Pero en la vida siempre ha sido natural que lo que un día fue una brasa acabe convirtiéndose en ceniza.
Sabía bien que sí en realidad deseaba mantener o elevar a Rose Ville, necesitaba la mejor preparación, estaba decidido a no permitir que Minerva y Samuel se salieran con la suya: él quería dirigir el imperio de su madre con honores y se había propuesto a cumplirlo, no iba detenerse por nada ni nadie. En un futuro, esperaba volver a la mansión Campderich con el fin de hacer justicia a todo el dolor que su abuela y padre alguna vez les causaron y era un plural porqué no soportaba ni siquiera recordar lo mucho que sufrió su madre al poco tiempo de casarse con Samuel. Realmente tenía que irse y quizá Jos solo había aparecido en su vida para enseñarle lo que era que alguien se preocupase por él con un cariño sincero. Tal vez únicamente apareció para enseñarlo a querer. Y es que Alonso supo que todo ese asunto era muy bueno para durar mucho. Siempre lo supo. Podrían llamarlo dramático por estarse atormentado a dos meses de separarse del ojimiel, pero es que nadie podía entender lo que era alejarte de tu primer amor.
Se llevó los dedos a los labios, acariciandolos mientras recordaba el último beso dado por Canela: "Perdóname, no puedo quedarme. Quizá en algún futuro vuelvas a mí" musitó cómo si el chico pudiese verlo cuando lo único que podía observar era a su reflejo; desmoronarse un poco más segundo a segundo.

-Joven Alonso -escuchó a Bertha seguido de un par de toquidos, lo cuál le hizo reaccionar y limpiarse todo rastro de lágrima.

-¿Qué pasa? Y no me digas que ya se me hizo tarde porqué estoy viendo la hora y es tempranisímo -respondió al tomar el celular.

-No -se asomó la mujer, notando al chico "pérdido" en el smartphone. La verdad era que Alonso solo le estaba ocultando su triste semblante-. Lo qué pasa es que su abuela está desayunando en el jardín y quiere que la acompañe.

-Ah... sí. Ahorita bajo -respondió sin mucho interés. Dejándo que la nana se fuera para hacer lo dicho.

Si bien, trató de serenarse camino al jardín. Quería que su abuela lo notará normal... o al menos lo que su abuela consideraba normal. Minerva no lo conocía en lo absoluto bien, pero tampoco era ilusa cómo para no darse cuenta que el ojiazul permanecía extraño de unos días a la fecha. Deseaba averiguar que era lo que lo tenía así, aunque la actitud del chico nunca le iba a ser favorable.

-Buenos días -le saludó a penas por cortesía. Alonso ya no soportaba estar con ella, pero tampoco podía mostrar el gran desprecio que le tenía con tanta obviedad. A penas hacía poco tiempo pensaba que su relación algún día podría ser buena. Ahora sabía que no.

-Buen día, Alonso -le respondió, observando cómo el chico ni le miraba antes de empezar a tomar el desayuno-. ¿Se puede saber por qué estás tan extraño? -le preguntó directamente.

-Por nada -se encogió de hombros-. No me pasa nada.

-No me mientas -afirmó la voz-. Hace días que tu comportamiento no es normal.

-Ya te dije que estoy bien o, ¿conoces algún motivo por el que no debería ser así? -se defendió con tono inocente.

-Basta, Alonso. Sea lo que sea que termine ya. ¿Es por ese noviecito tuyo? -cuestionó, impactando repentinamente al ojiazul.

castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora