Todos piensan que lo tengo todo, pero es tan vacío vivir detrás de los muros de este castillo.
-Fuiste directo a mi corazón y me sacaste de la oscuridad.
• Obra inspirada en Blair Waldorf y Ámbar Smith.
Esta historia contiene situaciones y comporta...
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❝Estoy inundado en todo este dolor sabiendo que nunca la sostendré cómo lo hice antes de la tormenta.❞
El -no tan esperado- día había llegado, no sabía si estaba siendo demasiado emocional o simplemente dramático al decir que el clima lo odiaba pues, en esa mañana de viernes, en la que firmaría su acta de divorcio, no había ni un pequeño rayo de sol: el cielo estaba gris, lleno de nubes oscuras que solo amenazaban con dejar caer toda el agua que estaban conteniendo, a eso se le agregaba un viento terriblemente frío, era la definición de una clima triste y sombrío. La cita para acudir al fin de su matrimonio, era a las 11:00 a.m., no muy lejos de Rose Ville y claro que había ido a trabajar, no se permitiría quedarse en el penthouse solo para deprimirse mientras veía las fotos del día de su boda… nonono, mejor con la mente ocupada en algún asunto de la revista. Siendo poco más de las 9:00 a.m., salió en busca de un té, necesitaba relajarse ya que los nervios no lo dejaban estar quieto, fue ahí cuando se autonombro torpe por no haber pensado en ello y pedirle a Bertha que le pusiera en un termo uno de sus milagrosos tés. Como sea, de nada le servía arrepentirse, había salido por un té, lo consiguió y estaba camino a la oficina, encontrándose con una sorpresa en su escritorio que lo alteró un poco: una caja de tentadores macarons Ladurée.
—¿Y esto? —musitó para su soledad, parpadeando algo desconcertado porque, por dios, ni que Canela fuera capaz de enviarle aquello a un par de horas del divorcio. Encogiendose de hombros y con una mueca de "ya que" abrió la caja de esas deliciosas galletas, al fin y al cabo que eran un complemento ideal para ese té. Cuando las abrió, se encontró con una pequeña nota, con una curiosidad veloz, la leyó:— "Sé que te encantan, espero puedan alegrarte el día aunque sea un poco" —susurró el simple pero atento mensaje, que estaba firmado por unas iniciales fáciles de adivinar: "LZ".
—Me tomé este pequeño atrevimiento, espero no te moleste —apareció Zisis, quien estuvo espiandolo por una pequeña rendija de la puerta.
—Eres la definición de atrevimiento; ya nada me sorprende o molesta de tu parte —alzó una ceja con tono burlón.
