sleeping beauty

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A pesar de que durante esos tres años, siempre vieron su similitud física cómo algo normal, pues se excusaban diciendo que muchos hermanos no se parecían y personas que no lo eran sí lo hacían; finalmente les había entrado la espinita de saber si realmente compartían un lazo de sangre. Era la noche del cuatro de enero en París, Francia, cuando Itzitery decidió ir a visitar al ojiazul a ese lujoso apartamento que había sido su hogar durante aquellas dos semanas: Minerva y Samuel habían salido a dar una última vuelta por las hermosas calles del país, así que todo estaba en perfectas condiciones para que los chicos pudieran hablar sin represiones y/o temores.

—Itz —le sonrió cálidamente—, llegas justo a tiempo; mi abuela y padre se acaban de ir. Desconozco sobre qué quieras hablar, pero puedes hacerlo con toda comodidad —continuó hablando conforme la chica ingresaba al lugar.

—Hey, creí que yo era la loca que hablaba sin parar —se rió en cuánto el príncipe le indicó que tomará asiento.

—Lo siento, es que todo este asunto de volver a México me tiene super acelerado —admitió con una sonrisita llena de vergüenza.

—Te entiendo porqué también estoy muy emocionada por ver a mi papá, parece ser que siempre tuviste razón; mejoró mucho.

—Yo siempre —dijo, envuelto en su típica arrogancia.

—No te pongas insoportable, hermanito —pausó por unos segundos, ahí estaba uno de los dos temas que quería tratar—. Hermanito —repitió con semblante pensativo.

—Ya lo dijiste dos veces: ¿en qué piensas? —preguntó conforme se sentaba a su lado.

—En eso, en ti... en nosotros. En que, lo he estado pensando bien y... tal vez tú y yo sí podríamos ser hermanos o, algo... no lo sé —continuó titubeante—, siempre creí que exagerabas cuando me decías que me parecía a tu mamá, pero cuando me mostraste la foto, entendí que no lo hacías.

—Tú estás siendo honesta, yo también debo de serlo; la verdad es que durante estos años el tema no ha abandonado mis pensamientos, por igual, sigo en la creencia de qué compartimos un lazo familiar.

—Aunque creo qué es muy tarde para averiguarlo, vamos a volver con nuestras respectivas familias —comentó con una mueca de decepción.

—¿Es qué a caso has olvidado lo que te dije una vez? Te quiero en Rose Ville, conmigo, quiero que trabajes a mi lado y si nos vamos a separar, solo será por un rato. Tú y yo, a más tardar en un mes: estaremos viviendo en pleno Manhattan —le dijo sonriente.

—Entonces, hermanos o no, ¿vamos a seguir juntos? —le cuestionó con ese gran brillo en los ojos. Tal vez brillaban por eso y algo más.

—Desde luego —aseguró—. En Nueva York, nos haremos una prueba de ADN; sí es positiva, indagaremos sobre nuestro pasado y sí es negativa, qué no nos importe, tú y yo siempre vamos a ser cómo hermanos.

—Te quiero tanto —le dijo con lágrimas notorias, el ojiazul no supo en qué momento le estaba abrazando—. Nuestro posible lazo familiar era una de las dos cosas de las qué te quería hablar —le miró—, hay algo más que debo decirte.

—Te estoy escuchando —respondió al mirarle atentamente.

—Primero debes de prometer qué no te vas a enojar conmigo —el príncipe le notó un semblante de nervios y cierto temor.

—Por supuesto qué no, siempre te voy a apoyar —le animó.

—De acuerdo —suspiró profundamente—. Tú sabes que salía con este chico, y a pesar de qué nunca llegamos a ser novios en términos oficiales pues... hemos tenido todo lo que una pareja conlleva.

castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora