colorful bubble

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Dedicado a ShawnftJalonso




























Era un nuevo aire de paz, de tranquilidad y armonía, aun y así estos tres fueran sinónimos, Alonso se daba el lujo de perder la sintaxis gracias al placer que le daba haberse quitado ese gran peso de los hombros llamado Minerva. Todo aquel ajetreo lo había alejado de escribir por gusto, por sanación; por terapia, cómo le gustaba llamarlo a él. Sus últimos escritos habían sido únicamente laborales, para la revista, y a pesar de que en su columna solía tratar temas de su día a día, nunca se iba a algo tan personal, al menos no a detalle. La lírica de sus sentimientos, siempre la guardaba en documentos online a través de su tablet o, a rareza, en la laptop. En esa tarde de lunes, llegó a sentirse cómo un ermitaño o simple asocial (qué en lo absoluto lo era) pero es que no se pudo zafar de la inspiración una vez que lo atrapó en la mesa blanca del jardín de los Canela.

"Ayer salí un poco de mi burbuja y hoy creo que ha explotado casi sin querer, mierda. Hacía tiempo que no me sentía tan desprotegido, tan expuesto a la gente a mi alrededor y qué miedo. Lo peor es que solo puedo pensar que quiero salir corriendo hacia alguien, hacia ti, y que me abraces como siempre lo haces. Vuelvo a ser ese niño pequeño que necesita que alguien lo cuide, que lo salve del mundo y de sí mismo. Y echaba de menos ser así, pero ojalá no lo fuese, porque aunque duela me gusta ser fuerte, independiente, callado, invisible."

Terminó de teclear al escuchar unos pasos detrás; girándose sobre su asiento para darse cuenta de que se trataba de la amable Eiran.

—Ahora veo por qué esta casa sigue tan callada a pesar de su presencia —le comentó sonriente, dejándole un vaso de agua mineral a pesar de que el ojiazul no le había pedido nada. Seguía tan atenta como siempre y parecía ser que aún recordaba sus gustos tan ligeros o "fitness" cómo solía decirle el pelinegro.

—Gracias —mostró afinidad por el gesto de la cordial bebida—. Y sí, me he quedado como un ermitaño escribiendo, no pude evitarlo, lo siento —rió un poco, estando apenado—. No quise dejarte sola —se disculpó indirectamente. Mariana y Jos habían salido a dar una vuelta a los negocios de la familia o, bueno, al menos ese era el caso del ojimiel pues la mujer solo había ido a cumplir con su trabajo.

—Todo está bien, no se preocupe; después de todo, usted está aquí para relajarse, no para hacerme compañía o ayudarme en las labores como cuando era un niño de preparatoria.

—Aunque no me creas, extraño esos días —le miró—. Al principio, me mostré algo pesado y negativo con la idea del servio social, sin embargo, con el paso del tiempo, más que acostumbrarme, me encariñé. Nunca se los dijé, pero sentía y siento una gran calidez familiar que, en mi hogar, nunca existió.

—Oh, joven —le sonrió, enternecida ante las palabra de ese ojiazul que, aún le parecía algo irreal pues realmente había cambiado o quizá había empezado a ser ese chico noble y de buen corazón que siempre fue con Jos—. Esta siempre será su casa, se puede decir que ya es de la familia: yo apuesto a que mi niño termina cansandose con usted.

—Qué cosas dices —sonrió ante tal afirmación, bajando la mirada por unos segundos entre tanto negaba un poco.

—La verdad —continuó con aquella voz segura—. Mi niño ha estado loco por usted desde el primer instante. Al principio, me lo negó, pero yo no le hice mucho caso porqué cualquiera se daba cuenta de lo que empezaba a sentir por usted.

—Bien, me has hecho confesarte que él sí quiere casarse —suspiró—, pero yo le tengo un poco de miedo al matrimonio después de ver cómo terminó el de mis padres. En realidad no fue su culpa, pero yo no quisiera terminar viviendo en otro castillo hermoso, pero vacío.

castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora