favorite cliché

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Ninguno de los dos terminó de entender el cómo habían logrado llevarlo hasta el subterráneo, quizá a base de engaños y arrastrando, pero ya nadie les iba a quitar el crédito de haberlo hecho. Bryan y Jay, mediante trampas mezcladas con verdad; habían conseguido que el ojiazul llegará hasta el metro de la ciudad. Gorjesi, mantenía las ganas de comprar un poco de ropa en la tienda favorita de Alonso y ante su ausencia el pasado lunes, convenció al (complicado) castaño de ir aquella mañana de miércoles, aprovechando que no tenían las tres primeras clases.

—No puedo creer que dos chicos con intelecto inferior al mío hayan conseguido traerme hasta este transporte tan denigrante para mí —protestó en un tono que indicaba berrinche.

—Solo se necesita algo de astucia; no el iq de Einstein —contestó un sonriente Bryan—. Es por tu bien, queremos que trabajes tu humildad.

—¿Discúlpame? —alzó una ceja, manteniendo la boca abierta con dramatismo—. No es por presumir, pero ya deberían saber qué soy la persona más humilde del mundo —completó, haciendo que Mouque lo mirara atentamente; no podía ser más irónico.

—Anímate, Alon, al fin que vamos a pasar un buen rato en tu tienda de ropa favorita —terció Jay.

—Sí, en la cual estuve a penas el lunes. Será aburridisímo, ya no tengo nada que ver, solo vinimos por ti. Sin mencionar que, esta cosa nos va a dejar demasiado lejos, no estoy para caminar. Es una aberración que vayamos a usar un transporte de clase media o sea ¡ew! Todos los chistes de internet acerca de que hay mal olor e invasión del espacio personal son por algo.

—Algún día vas a manejar las empresas de tu familia y tendrás que tratar con las personas de esta clase. Debes de aprender a ser humilde.

—No se debe de aprender a ser humilde, se debe de aprender a actuar. Es fácil, haces cómo que te agradan para después usar una toallita desinfectante después de haber saludado a alguno.

—Ya regresate al lado este superior de Nueva York —murmuró Bryan, rodando los ojos sin discreción alguna.

—Estoy esperando por mis dieciocho, no sabes cuánto extraño Fifth Avenue.

Mouque, miró con complicidad a Jay en cuanto el tren estuvo listo para ser abordado:

"1, 2, 3" Susurraron para después aventar al menor al interior del transporte. No fue de gran extrañeza que haya chocado con alguien y menos a esas horas de la mañana.

—Ustedes... ¡Par de estúpidos! Están a una idiotez más de que los...

—Lamento interrumpirte, pero; ¿Estás bien? —le llamó la voz de un chico que, cuándo el ojiazul lo miró, distinguió cómo se rascaba la nuca con pena (además de que, los demás pasajeros lo miraban tal cual bicho raro, bueno, el sentimiento era mutuo).

—Supongo que sí lo estoy. Algún día esos dos incompetentes me van a matar —respondió, lanzando una mirada fría a Mouque y Gorjesi.

—Chocaste conmigo, sin embargo, me pareció que a ti te dolió más —rió con un toque de vergüenza.

—Estoy bien. Deja la preocupación... chico —dijo al mirarle de pies a cabeza con una clara mueca. Bien, era guapo.

—Mi nombre es Henry —se apresuró a decir ante el llamado del más bajo.

—¿Henry?

—Sí, mi familia paterna es inglesa, escogieron ese nombre y blah blah... larga historia que, estoy seguro, no te interesa porqué hasta a mí me parece aburrida —se encogió de hombros.

castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora