fall's grateful dance

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Mariana, no acostumbraba a hacer reuniones o grandes fiestas, de hecho estaba en el lado de las personas que siempre eran invitadas a tales eventos, sin embargo, los Canela solían caracterizarse por una reunión con un toque clásico y romántico, era su forma favorita de darle la bienvenida al otoño. Jos y Alex siempre habían estado al margen de aquello, su único papel era estar presentes, digamos que sentían no tener el "toque" para ayudar con ese tipo de situaciones. Una lastima para los hermanos que, por primera vez, iban a hacer algo más que ponerse elegantes e interactuar con los invitados. O, al menos, eso era lo planeado.

—¿Cuál es exactamente el punto de mamá? Esto es muy especial para ella, pidiendonos colaborar solo le vamos a generar desastre —se quejó el menor de los hermanos con ceño fruncido.

—Es una tradición familiar, supongo que es algo simbólico y sentimental que estemos con ella en esto. Desde que tenemos memoria hemos vivido la reunión.

—No, Jos. Lo correcto es: una tradición entre mamá y Fernanda. Ella era la que esperaba con ansias todo el año que llegará el otoño para prepar esto. Se volvía loca de felicidad arreglando todo.

—Sí, pero Fer no está. No la podemos hacer abandonar su trabajo en Europa solo para que coordine la reunión. Es nuestro turno de ayudar —recordó. Fernanda, la mayor de los hijos Canela, se había ido a Italia gracias a una oferta empresarial que, estaba segura, no se iba a repetir dos veces. Habiendo encontrado el amor ahí, reducía las probabilidades de que quisiera abandonar todo lo que había construido en tan solo un año.

—Te recuerdo que nosotros no tenemos el toque femenino para escoger la decoración, quizá el menú sí —rió, provocando lo mismo en Jos.

—No seas pesimista. Con tantos años por lo menos ya debemos de tener una idea de los gustos de Yaya, los cuales siempre suelen coincidir con los de mamá.

—Demasiado entusiasmo para alguien que tiene dos pies izquierdos. Esta vez mi hermana no está para cubrir tu torpeza en el baile de salón... bueno, de hecho eres malo en todo tipo de baile —sonrió burlón y es que tenía razón, Fernanda, durante cada año, se había dedicado a excusarlo o esconderlo mientras el "momento del baile" transcurría. El chico no era muy agraciado respecto al ritmo y, no es que no estuviese en su venas, simplemente era un pésimo bailarín. Jos y Alex eran la máxima adoración de la castaña, haría todo por protegerlos cuánto y más de tremendo ridículo, aunque, no se engañaba, ver a José bailar le causaba grandes carcajadas.

—Y supongo que tú debes de ser un experto, ¿no? —habló con leve mueca.

—No soy un experto. Sé defenderme. Ahora, necesitas un milagro para por lo menos aprender un par de pasos con decencia.

—¿Y por qué no me ayudas tú, Alex?

—Porqué siempre que te ofrezco algo de mi enseñanza terminas molesto cada vez que te corrijo. Ya lo he dicho y lo repito, necesitas qué un milagro cruce por esa puerta —dijo al señalar la entrada, la cual estaba a algunos cinco metros del punto en que se encontraban en el living. La vida les jugó la gran broma pues, en aquel preciso momento, Alonso, entró—. Esperaba un milagro de parte de un ángel, no una desgracia de parte de un demonio disfrazado de ángel.

Jos, no evitó reírse, tirando la discreción a la basura.

—¡Mis hermanos favoritos! —chilló el ojiazul entre tanto se situaba en el medio de ambos—. ¿Se divirtien arruinado la reunión de otoño? —sonrió al idear uno de sus pesados comentarios.

—¿Cómo sabes eso? —inquirió Alex.

—Te recuerdo que tu mamá le cuenta todo a mi abuela, de hecho, no me sorprendería que yo estuviera enterado de esto mucho antes que ustedes. Cuando ustedes van, yo ya fui y vine dos veces, cariño —parpadeó con un alargado suspiro.

castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora