truce

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❝Logré atravesar el laberinto para encontrar mi uno en un millón, ahora solo eres una página volteada de la historia que estoy viviendo y todo lo que te dí se ha ido, cayó cómo si hubiera sido arrojado.❞






La cicatriz que no puedo revertir y mientras más sana, más duele.



























Para el bien y descanso de su estrés, el primer evento al que asistiría no estaría a su mando, pero sí sería en su honor: se trataba de una reunión (atrasada) en celebración de ser el nuevo dueño de la revista, bueno, el dueño que Rose Ville tendría por unos considerables años. En aquella ocasión, el príncipe únicamente se preocupó por saber que usaría y a que hora sería conveniente salir del penthouse para llegar puntual; el tráfico de la gran manzana no era tan bonito cómo todo lo demás en la ciudad. En la dicha de su fortuna, todo le salió bien ya que, sin saberlo, se encontraba observando lo precioso que había quedado el salón de eventos de la revista para esa ocasión. Villalpando estaba siendo todo lo amable y encantador que podía llegar a ser sin usar la falsedad: quería causar la mejor impresión con cada uno de los invitados, la verdad era que, en el tiempo que llevaba en Rose Ville, ya ubicaba a la mayoría y ya había tenido algún trato con ellos, todo lo que buscaba era fortalecer una buena imagen de su persona; que lo vieran cómo un hombre noble y capaz... aunque estricto y perfeccionista hasta el hueso, Minerva le había plantado aquella semilla desde niño por lo cual ya era algo prácticamente irreversible.

—¿Y? ¿Qué tal va todo? —Itz lo tomó del brazo conforme caminaban por todo el salón; devolviéndole sonrisas a todo el que se las daba.

—Parece ser que excelente. Debo de admitir que se lucieron con la reunión, aunque aún duele el hecho de ser el festejado solteron —comentó al no haber evitado observar a casi todo el mundo con su pareja o respectiva cita.

—Hermanito mío, tú estás soltero porqué quieres, te sobran pretendientes, como siempre. Esta vez no puedes decir que los rechazas por ser poca cosa: estás rodeado de modelos, fotógrafos, empresarios y más que se mueren por ti. Hay muchos de ellos presentes esta noche. Te diría que vayamos en busca de uno, pero no puedes querer enamorarte de alguien más si todavía tienes más que clavado a Jos en el corazón.

—Itz, sabes que te adoro y mucho —pausó por unos segundos—, pero, por favor... no me lo menciones —suspiró profundamente—. Esta es mi noche y simplemente no quiero pensar en él; me siento bendecido con el hecho de ya haber pasado por la espantosa entrevista, ahora sé que ya nada me obliga a verlo, mucho menos aquí —sonrió levemente en señal de alivio.

















Recién había subido al elevador y ya se había preparado mentalmente para saber que tardaría un considerable lapso, la oficina de Villal estaba situada en el último piso y, Rose Ville, cómo el resto de los edificios de Nueva York; no era en lo absoluto pequeño. Canela agradecía que su ascenso fuera únicamente acompañado por esa músiquita y el armonioso campaneo de cuando las puertas se abrían en espera de que alguien subiera, pero nada. Su paseo iba lleno de soledad rítmica hasta que, en el piso seis, cierto chico lindo, entró para hacerle compañía... y bueno, ese encanto llevaba la principal característica que volvía loco al pelinegro: ojos azules y tiernas pecas colocadas en lugares claves que, lo hacían lucir adorable pero sexy, era un completo plus que tuviera el cabello en un tono castaño claro, peinado hacia el lado.

—Qué extraño ver el elevador solo, da un poco de miedo —le habló aquel ojiazul para su sorpresa.

—Lo mismo pensaba y más por tratarse de este edificio —logró responderle, deseando que no hubiera notado su expresión atontada.

castle walls ♕ j. v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora