Capítulo 44. ''TRES DÍAS RESTANTES''

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- Y bien, está todo listo -Dijo él.

- ¿Enserio? ¡No lo puedo creer! -Mi alegría y emoción se hizo notar. ''Todo listo'', repetí en mi mente. Tan sólo tres días restaban para que todo terminara. Los nervios, la ansiedad de saber que tendría que irme persistían en mi cabeza. Las sensaciones que a ratos llegaban a mí, la expetación por no saber que vendría más adelante. Todo eso me tenía el mundo de cabeza. Pero así como dicen que ''la vida es una montaña rusa'' estaba segura de que pronto las cosas volverían a ser estables. Quizá no tan pronto, eso la verdad nadie lo sabe, o nadie lo sabía. 

- Morgana, realmente fuiste una excelente alumna. Además de comprender bastante rápido en cada lección, también me hiciste pasar agradables tardes y mañanas.- Dijo él.

Las palabras de Allan estaban ya repetidas, aun así debía sentirme agradecida con él. Tuvo mucha paciencia conmigo, siempre estuvo dispuesto a ayudarme, sin importar cuantas horas estuviera esperando a que yo pudiera decir tres o cuatro palabras en Francés.

- Ten. Es para ti. -Murmuró sacando de su bolso americano una pequeña cajita envuelta en una cinta dorada.

¿Por qué no podía simplemente pensar en que  él estaba siendo amable?

Me la entregó y la tomé con mis dos manos. Sus ojos claros estaban puestos en mí, penetrantes. Mi vista caía a la caja que tenía en mis palmas.

Cuidadosamente la abrí.

Era precioso. Contenía en su interior, en el lado derecho de la cajita, una cadena fina -claro estaba- con el dije de la torre eiffel. Casi igual al que traigo siempre en mi pulsera ¡Cómo amaba ese dije! La tomé y la dejé colgar entre mis dedos.

Al otro extremo y sutilmente doblado había un mapa túristico de francia completo. Deje la cadena en dónde estaba para poder ver la guía mejor. La abrí y rapidamente se extendió con facilidad. Era grande si se extendía. Estaban los principales caffés, tiendas, boutique's, plazas, centros recreativos y las atracciones turisticas de Francia con mayor embergadura.

- ¡Gracias! Es realmente un lindo detalle todo esto, Allan. -Dije colgándome en sus brazos. Él respondió a mi abrazo rápidamente. Dejó en mi nariz una fragancia bastante acogedora, bastante suave.

- Deberíamos juntarnos allá. Podría llevarte a recorrer, conozco mucho Francia. -Murmuró él una vez que tuvimos distancia uno del otro.

- Enserio, Allan. Fuiste un gran profesor, y un gran compañero. Muchas gracias por enseñarme de pasar de un francés pésimo a un francés aceptable.

Mis palabras eran sinceras y él rió, pero algo no estaba bien. Se acercó lo suficiente a mí, dejó sus manos en mis hombros y acercó aún más su rostro. Sin darme cuenta, sin pensarlo ni haberlo previsto -no del todo- sus labios conectaron con los míos. Mis ojos estuvieron todo el tiempo abiertos, muy abiertos.

Estaba perpleja.

¡Dios mío!

- ¡Allan! -Grité sacando sus manos de mis hombros. Alejándome de él tanto como pudiese.

- Lo siento, Mo. Lo lo siento- Sus ojos permanecían más abiertos que los míos. Estaba sorprendido por lo que acababa de hacer. Igual que yo.

- Sal de mi casa, Allan- Intenté sonar seria pero no molesta, ni pesada.

- Mo, lo siento de verdad. No sé que me ha pasado, pero es que yo... yo tenía que besarte antes de irme, tenía que...

- ¡Sal de mi casa, Allan! -Levanté mi tono de voz y su boca se abrió en forma de "o".

Allan no dijo nada más. Tomó su bolso y se dirigió a la puerta de salida.

El dolor en mi pecho fue punzante de inmediato. Fuerte. Culpable.

Mi Debilidad |Liam Payne|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora