Capítulo 7

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   Un aire caliente me llenaba los pulmones, sentía la calidez que me recorría la garganta. Comencé a abrir los ojos, mientras algo me presionaba el pecho continuamente.

   Sentía la lluvia azotando en mi cuerpo. Entonces, distinguí una voz, no entendía qué dice y aún veía borroso. Mi cabeza me daba vueltas, no captaba nada de lo que ocurría.

   De pronto; sentí unas incontrolables ganas de toser, como si tuviera algo atorado. Lo hice, y el agua salió desde mis pulmones. Podía sentir cómo me recorría las vías respiratorias impidiendo el paso del aire. Las convulsiones se apoderaron de mi cuerpo y me agité para expulsar el líquido estancado dentro de mí.

   Abrí los ojos de golpe. Alguien me sostenía el rostro con las dos manos.

   –Respira… vamos… respira hondo –una voz parloteaba desesperadamente.

   Lo primero que vi fue una turbia mirada clavada en mí, y fue entonces cuando recuperé el conocimiento nuevamente.

   Cuando él me vio reaccionar, soltó un suspiro de alivio y se hizo a un lado. Yo me quedé acostada en el lodo intentando respirar, pero no dejé de observar sus movimientos en ningún momento.

   Tomó algo de su bolsillo trasero, un celular. Intentó prenderlo pero debió de haberse dañado con el agua.

   –Maldita sea –arrojó el pequeño aparato.

   El mío debió de haberse arruinado igual. Aún estaba aturdida, él colocó sus manos en mi cintura y me cargó. Me manipulaba increíblemente como si fuera una muñeca de trapo. Me colocó sobre su hombro derecho, y con un brazo me sostuvo ambas piernas. Mi cabellera caía a sus espaldas y me impedía la vista, la sangre se me subió a la cabeza, y me sentí mareada, asustada, perdida, nerviosa; podría hacer una lista, y no terminaría hoy.

   Comencé a llorar silenciosamente. Un asesino me carga en su hombro a mitad de la noche, quisiera moverme, podría patalear o algo, pero mi cuerpo se encontraba demasiado débil. Me sostuve de su espalda. Mis manos se resbalaban de vez en cuando, puesto que los dos estamos empapados. Podía sentir sus músculos bajo la tela húmeda. Este tipo tiene el cuerpo esculpido perfectamente, no podría contra él.

   Avanzaba tan lento que parecía una eternidad, no sé si quiera a dónde me lleva. Mis pies se estaban congelando. Estoy perdida; literalmente, porque no tengo ni idea de en dónde estaba ahora, lo único que podía ver era el suelo, y ya no había nada de pasto, era la calle, caminaba sobre la calle.

   Había más luz aquí. Podía ver en el piso la iluminación de los faros intercalados en la acera. Seguía sin escuchar alguna señal de vida. Lo único que oía era la fuerte lluvia y sus ruidosas pisadas en los charcos.

   Estaba siendo secuestrada, y no había nadie que pudiera ayudarme. Siquiera alguien que me haya visto, no había un sólo testigo de que me raptaron; las últimas personas en verme habían sido Dina y Holly.

   Repetí en mi mente una y otra vez; no debí de haber venido, no debí de haber venido, no debí de haber venido, no debí de haber venido.

   Creo que lo dije unas 30 veces más antes de que Seis dejara de caminar, se detuvo en seco. Con su mano izquierda tomó las llaves de su vehículo y le quitó el seguro. Se movió dos pasos a la derecha y abrió la puerta. Me dejo caer bruscamente, cerré los ojos  y aguanté la respiración. Pensé que me caería en el piso, pero esto es mucho más suave. En cuanto él azotó la puerta, me di cuenta de que me encontraba dentro del vehículo. Estoy en el asiento trasero.

   Él tardó un poco en entrar, primero abrió la cajuela y el auto se estremeció cuando la cerró después de un par de segundos. Aún no sé si es un auto o una camioneta, estoy completamente aturdida.

   Entró en la parte de adelante y tiró algo al asiento del copiloto. Al encender el vehículo noté sus brazos buscando algo en la guantera. Mi pulso se disparó, tal vez no quiere matarme, si lo hubiera querido me pudo haber dejado morir ahogada.

   Puede ver los tatuajes en el brazo que quedaba descubierto por su camisa desmangada. No había reaccionado completamente, ahora soy consciente de lo que puede pasar, pues recuerdo todo lo que Christine me había dicho. Maldición, estoy muerta. Voy a morir, ésta es mi última noche. Comencé a llorar aún más. Ya no podía contener los sollozos.

   Me volteó a ver cuando interrumpí su búsqueda. Su cabeza estaba justo entre los dos asientos y su brazo seguía estirado hacia la guantera. Su mirada penetrante era aterradora, así que agaché la cabeza. Él respiró profundamente, y aún podía sentir sus ojos clavados en mí.

   Levanté un poco la vista y me exalté al ver sus grandes manos subiendo hasta su cabeza, se quitó la bandana negra que llevaba amarrada y se inclinó hacia mí para colocarla entre mis dientes, haciéndole un fuerte amarre detrás de mi nuca.

   Encendió el motor. Sólo podía ver su brazo derecho, sus músculos se contrajeron al inclinarse nuevamente, hizo el asiento para atrás jalando una palanca y luego se volvió a enderezar.

   Arrancó de una manera tan brusca que todo mi cuerpo se impulsó involuntariamente hacia atrás. Miré por la ventana, la noche se veía más triste que nunca. Íbamos tan rápido que no distinguía bien los objetos de afuera, y la lluvia me lo impedía aún más.

   No puedo creer que esto me está ocurriendo. ¿Qué pasará con mis padres? ¿O con Chris? Nadie sabe en dónde estoy, y eso lo hace aún peor.

   Me sentía vacía por dentro, jamás había tenido tanto miedo. Me temblaban las manos y la mandíbula. Es una sensación horrible. Dirigí la mirada hacia adelante y noté cómo me observaba detenidamente por el espejo retrovisor. Cuando nuestros ojos coincidieron, él los apartó y yo me estremecí por dentro. Es muy inexpresivo, tiene el ceño fruncido como si estuviera enojado, pero sus ojos no proyectan ira. Es muy extraño, me volteó a ver otra vez, y ahora fui yo la que apartó la mirada.

   Las lágrimas caían por mis mejillas. Mi cuerpo tenía espasmos convulsivos por el llanto, y sentía el ácido de las lágrimas en mi garganta, no podía aguantar más.

   Rompí en lloriqueos de nuevo. Él me siguió observando por el retrovisor. Sólo apartaba la vista de vez en cuando para mirar al camino.

   –Se dicen muchas cosas de mí –habló con un hilo de voz, tan calmadamente que no parecía él. Por un momento centró sus ojos fijos en la calle.

   Yo me quedé callada, me costaba trabajo aguantarme el llanto. Cada vez que dice algo, mi pulso incrementa y me asusto aún más. Es aterrador.

   –Solo quería que supieras… –hizo una larga pausa y bajó aún más el tono de voz–. …que no todo es verdad.

   Yo me congelé y no dije una sola palabra. Me volvió a mirar examinando mi reacción, y por un momento, el único ruido era el de la lluvia. Pareció tensar la mandíbula, apretó el volante con fuerza, y su agarre hizo que sus nudillos palidezcan y su espalda se tensase.

   Esta es la situación más horrible en la que he estado, mis sentidos me engañan, estoy tan aturdida que no puedo pensar mas que en el presente. Me encuentro con un asesino, el cual me acaba de secuestrar, y hace un rato fui testigo de la muerte de un hombre. Aún hay en mi cabeza imágenes del cuerpo sin vida cayendo al suelo húmedo, el fluido de sangre esparciéndose por las hojas secas de los árboles, esa horrible mirada penetrante del color de la naturaleza, mi cuerpo moviéndose al ritmo de la música; y de pronto una voz susurrándome al oído. Recuerdo sus palabras exactas.

   Esas pequeñas y simples palabras retumbaron en mi cabeza y sentí que aún resonaban ahí dentro.

   Entonces, me encogí y cerré los ojos. Ésta va a ser una muy larga noche.

Damned ∙ libro unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora