-Narra Seis-
No sabía qué estaba haciendo, sabía que ella iba a ayudarme pero no tenía que venir aquí. No era seguro para nadie, sólo la estaba poniendo en riesgo otra vez. La cabeza me daba vueltas y ni siquiera podía pensar correctamente. Sólo podía observarla mientras limpiaba mi herida. Por un momento pensé que moriría en aquel callejón, no podía ser así, tenía que verla una última vez, no me importaba lo que hubiera sucedido luego. ¿Y qué si muero ahora? Ya estoy aquí, justo enfrente de ella. Su cálido tacto me mantenía respirando, sus finos dedos se deslizaban sobre mí, era casi increíble.
-¿Qué hacías exactamente? -preguntó distraída pasando gentilmente la gaza sobre la piel lastimada. Su voz era tan sedante que no quería contestar. Sólo deseaba escucharla hablar el resto de mi tiempo.
Quizá mis pensamientos divagantes se debían a que el golpe que llevé había sido bastante fuerte, quién sabe, tal vez sólo era mi mente común y corriente, deseándola a ella sobre todas las cosas. No pude evitar esbozar una diminuta sonrisa a pesar del dolor.
-No lo sé.
Podía sentir leves punzadas en mi abdomen bajo, ni siquiera había visto la herida, y tampoco quería. ¿Qué importa lo que me suceda después?
-¿A qué te refieres? -volví a escuchar su voz. No procesaba muy bien lo que decía. Mis sentidos fallaban y ya no tenía energías para nada.
Me gusta cuando me habla. Nadie más lo hace así. Mis compañeros de la cuadrilla no cuentan porque ni siquiera me importa lo que tengan que decir. Todas las personas se alejan de mí como si fuera a contagiarlos de algo. Y no había notado lo poco que me afectaba. Mientras ella siga dirigiéndome la palabra, estaré bien, no importa lo que diga, sea lo que sea, mientras pueda oír su voz directa a mí, y sólo a mí, entonces está bien, todo está bien, nunca ha estado mejor.
No dejé de observarla, se veía algo concentrada, apretaba los labios en una fina línea mientras aplicaba un líquido sobre mí, y de pronto, al tocar el área afectada una punzada eléctrica de dolor me recorrió la espina dorsal haciendo que jadeara y mi respiración gruesa se acelerara.
No sabía por qué me dolía tanto, no podía estar tan mal.
-Y... ¿Por qué te... apuñalaron? -preguntó, y ahora que el dolor me mantenía un poco más despierto, noté la timidez con la que hablaba. Sí, me estaba hablando, sólo a mí, y se sentía bien.
-Porque los Avenged no tenían otra arma a la mano, si no, seguramente estaría muerto -las palabras salieron de mi boca antes de haberlas pensado. No sabía de qué estaba hablando, me apuñalaron porque estoy loco y se me ocurrió venir aquí a la una de la madrugada.
Ella se quedó pensativa y se detuvo por un instante. Ojalá pudiera saber en qué está pensando. Pagaría por eso, sólo por saber que tal vez estoy en su mente justo ahora. Vaya, el dolor en la cabeza me comenzaba a molestar, ni siquiera recordaba con qué había sido golpeado.
Su expresión era algo seria. Alcé un poco el rostro y la miré más detenidamente. Tal vez no quiere que esté aquí con ella. No quise ni pensar en eso, porque entonces la cabeza iba a dolerme aún más.
-Pero... ¿Para qué viniste por aquí? ¿En qué estabas pensando? -curioseó volviendo a lo que hacía. No sabía qué decir así que sólo hablé con la verdad.
-Honestamente... en ti -contesté y luego de golpe me sentí como un estúpido. Va a pensar que soy un idiota. Primero le dije que se fuera, y ahora sólo me aparezco de la nada. Aunque en realidad nunca quise que se fuera, era por su propio bien.
Mis ojos se entrecerraron. O tal vez ya estaban completamente cerrados, no lo sé. Pero la seguía viendo a ella, como si su imagen estuviera grabada en mis párpados. El tiempo comenzaba a alargarse, los segundos eran minutos, y los minutos... ya no sé qué. Hasta que por fin, después de una eternidad, volvió a hablarme.
-¿Puedes ponerte de pie? -preguntó y tardé sólo un segundo en reaccionar. Con todas las fuerzas que me quedaban coloqué mis brazos a los costados y me impulsé hacia arriba, hasta que estaba derecho. Solté un jadeo por el dolor, pero me mantuve.
No debía confiar en mi imaginación por el momento, pero me gustaba lo que veía, si mi mente lo estaba inventando, entonces me alegraba. Sus manos recorrieron mi piel alzando un poco más la camisa que llevaba puesta y puso una venda alargada y blanca sobre mí. Su tacto ya no era cálido, era caliente, se sentía como una llama sobre mi piel. Cuando se separó perdí fuerzas y me dejé caer sentado en el sillón.
-¿Te duele? -preguntó, y lo pensé por un momento. Este dolor no me importaba, porque no durará por siempre, en cambio, lo que sentí cuando lo perdí todo... ese dolor es al que le temía. No quería volver a sentir algo así jamás. Es un daño irreparable que marcó mi piel y no se va, nunca se va.
-A veces el dolor físico es bueno, porque sabes que está allí, y algún día tiene que irse -murmuré muy concentrado, confiando en que tarde o temprano iba a desaparecer. El tiempo curará las heridas y todo volverá a la normalidad. Pero aún odio al tiempo, lo odio con todo mi ser, porque nunca pudo devolverme lo que una vez se llevó. Y lo único que hubiera querido devuelta.
Este dolor no es nada... Algún día va a desaparecer... Algún día va a desaparecer... Algún día va a desaparecer...
No me había dado cuenta, pero mis ojos estaban cerrados, así que los abrí ligeramente sólo para mirarla otra vez. Era bueno saber que estaba aquí, y no iba a irse. Ella me observaba curiosa, y entonces temí haber hablado mis pensamientos. No sé si en realidad dije algo, tal vez sí, tal vez no.
Volví a cerrarlos y todo se quedó en completo silencio, mi cuerpo se relajó, y mi mente comenzó a despejarse. Comencé a murmurar esa extraña melodía que me sabía de memoria. No recordaba de dónde la saqué, así como muchas cosas más que siguen sin una respuesta. Todo desde aquel horrible día.
Me sentía en completo sosiego, y en cualquier momento iba a caer dormido.
Antes de perder el conocimiento por completo, abrí los ojos de nuevo y ella se encontraba caminando hacia mí como luz surgiendo de entre la oscuridad en el pasillo. Se acercó y me dio en la mano dos pequeñas píldoras.
-Toma.
-¿Para qué?
-Es para el dolor.
Miré fijamente las pastillas y sin pensarlo dos veces, las metí en mi boca y tomé el vaso que me ofrecía, dándole un gran trago.
No pasó mucho tiempo, ella clavó sus ojos en mí dándome una cálida sensación y habló otra vez.
-¿Ahora vas a decirme por qué te hicieron eso?
-¿Por qué haces tantas preguntas? -dije con un hilo de voz cerrando los ojos automáticamente, ya no lo controlaba, ahora sí caería dormido.
-Curiosidad -fue lo último que pude oír. Y eso fue suficiente. Caí en un profundo sueño, y qué bien... hoy fue su voz lo último que escuché... ¿Qué importa si mañana no despierto? Podía irme tranquilo. Ya nada estaba mal, no estaba sólo, me encontraba junto a un ángel.
[Nota del autor]: Éste capítulo está dedicado a @nllbrnt, gracias por tu apoyo votando y comentando :*

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Damned ∙ libro uno
FanficDamned es una trilogía que narra la dura vida de un criminal apodado "Seis" quien oculta secretos y carga el peso de un pasado oscuro que lo atormenta cada día. Cuando por error se topa con Alissa, una chica quien no sabe lo que es un verdadero prob...