Capítulo 18

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–Narra Alissa–

   Estaba en shock. No iba a subir con ese tipo. De ninguna manera. Esto no podía estar sucediendo. Todos gritaban con sonrisas en sus rostros, mientras que yo no le encontraba lo emocionante. Esto ni siquiera es legal. He escuchado de estas carreras, son peligrosas. Y supongo que es peor aun cuando son pandillas las que compiten. No podría estar más asustada. Mi corazón latía con fuerza y me quedé helada mirando directamente a Seis. Tiene que hacer algo, no hay forma alguna de que me suba a uno de esos vehículos.

   –Alissa tienes que ir –el tipo me indicó hablándome al oído. ¿Cuál era su nombre? ¿Bruce?

   –No… por favor no… –supliqué con un hilo de voz.

   –Lo siento, pero tienes que ir.

   –No… pero… yo… –intenté protestar pero me empujó ligeramente y me tomó de la cintura impulsándome hacia arriba. Me agarro de la reja antes de poder caer y la trepé. Ya no había vuelta atrás.

   Unos cuantos en el público chiflaron cuando caí de pie torpemente al otro lado, ya en la pista. Otros más solo  se reían. Tenía los ojos de todos encima, lo cual era bastante aterrador. Seguí inmóvil como tonta esperando algún milagro. Pero entonces la chica del megáfono volvió a hablar.

   –Vamos niña, entra al vehículo con tu pareja –dijo con clara desesperación. Rayos, mis piernas temblorosas comenzaron a moverse en dirección al vehículo rojo vino, mientras el tipo que me escogió me observaba de pies a cabeza. ¿Por qué me escogió a mí? Para empezar ni siquiera pertenezco a aquí. No tengo nada que ver con éste lugar.

   La oscuridad de la noche no ayudaba en absoluto, sentía que se me congelaban los dedos, estaba haciendo algo de frío.

   Una vez que me acerqué, caminé justo por enfrente de Seis, quien tampoco me quitaba los ojos de encima. Le devolví la mirada y él solo pasó las manos por su cabellera esquivando la bandana negra que apartaba el cabello de su frente. Está furioso, lo sé.

   –Entra al auto –dijo el chico que vestía de rojo. Podía notar la tensión entre él y Seis, pero justo ahora sólo pensaba en que estaba a punto de subir a un vehículo de carreras con un tipo tatuado y seguramente armado a quien no conozco en absoluto.

   Abrí la puerta del auto y ya que estaba adentro cerré examinando el vehículo. Olía extraño, no sabía a qué, de lo que estaba segura es que no sería nada bueno. Habían botellas vacías de cerveza en la parte de atrás y colillas de cigarrillos en el cenicero. El cofre estaba marcado con dos grandes iniciales, “EA”, y no se me ocurría qué pudieran significar. Miré por el espejo lateral, Seis estaba discutiendo con el tipo y ambos se veían molestos. Seis sobre todo.

   Me temblaban las manos, quería salir de aquí. A pesar de tener las puertas cerradas, podía escuchar los gritos del público. Todos aquí estaban locos.

   Después de un momento, el megáfono volvió a sonar y el ruido me llegó apagado.

   –¡Competidores! ¡Suban a los vehículos!

   Odio esas palabras. Solo significaban que esto estaba a punto de comenzar. El hombre alto de cabello cobrizo caminó hacia acá, pero le dijo una última cosa a Seis antes de que todos ya estuvieran en sus posiciones, no sé qué le dijo, ni tampoco lo que él respondió, pero estaba claramente furioso y es lo único que pude identificar. Después, el tipo subió al coche a un lado mío, lo cual resultaba bastante inquietante, así que volteé hacia el otro lado, así no tenía que verlo.

   Cuando cerró la puerta bajó las dos ventanillas automáticas y el sonido de afuera se filtró enseguida.

   –¿Sabes lo desafortunada que eres? –dijo con los ojos en el largo y lúgubre camino que teníamos enfrente, y aunque no lo estaba volteando a ver, sabía que estaba sonriendo.

Damned ∙ libro unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora