Capítulo 65

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–Narra Seis–

   Había estado en una que otra situación como ésta antes. De esas en las que no sabes qué es lo correcto por hacer, pero sabes que debes actuar de inmediato. Llevábamos estacionados en los aparcamientos delanteros de Balboa Highschool alrededor de tres horas, pero tampoco estaba seguro de que ella estaría aquí. Ya eran las dos en punto y aún nadie salía del instituto.

   –¿Entonces ninguno de esos es su auto? –Bruce preguntó observando con dificultad a través de la lluvia; que ya comenzaba a apaciguarse. El suave sonido de las gotas chocando contra todo aquel objeto a su alcance, era infaliblemente tranquilizador.

   –Te dije que no, pero si está aquí puede que alguien la haya traído. Ella no maneja mucho –contesté con un neutral tono afable.

   –¿Por qué no?

   –No lo sé –dije de manera rápida sin prestarle importancia, y enseguida saqué a la superficie ese inquietante tema que daba vueltas en mi interior–: Bruce, ¿qué se supone que debo hacer?

   Él me miró alzando ambas cejas y permaneció en silencio un rato antes de hablar.

   –Bueno… depende.

   –¿Qué depende? –empecé a agobiarme, reflejando en la voz mis ansias por encontrar una respuesta.

   A él pareció causarle gracia, pues soltó una diminuta risa sin abrir la boca, mientras que sus ojos indicaban curiosidad.

   –¿Qué no es obvio? –inquirió acomodándose en su asiento.

   Pues claro que no lo era, por algo estaba preguntándole. Aunque de cierta manera era extraño que él si supera qué debo hacer pero yo no. Quizá no debía confiar en lo que diga, pero ¿entonces en quién más confiaría? ¿en nadie? Así fue por muchos años, y hasta ahora me di cuenta que en parte eso me había estado afectando. Sin embargo, yo no escogí confiar en nadie. Ni en él, ni Alissa… simplemente surgió de la nada, y cuando menos me percaté, ya les estaba diciendo cosas que jamás había mencionado antes en voz alta.

   –No –musité observando las gotas deslizarse como lágrimas por el vidrio parabrisas.

   –Seis, ¿qué es lo que se supone que haces cuando amas a alguien? –preguntó, como si fuese lo más obvio del mundo.

   ¿Qué es esto frente a ti? Un árbol. ¿Qué es esta figura? Un cuadrado. Sí, yo no era ningún niño pequeño, y que me hablen de esa manera hacía que me enoje.

   –¿Y yo qué mierda sé? –repuse con una mueca de fastidio.

   ¿Me ven cara de ser un romántico empedernido? La realidad es que no tengo la menor idea de nada. No sé cómo hacer funcionar una relación porque jamás me importó, y tampoco sé si esto es temporal. Justo ahora sólo sabía que debía actuar al respecto, y rápido.

   –Seis –suspiró negando con la cabeza–: Cuando estás enamorado, pues le dices.

   En ese momento mi rostro se frunció exageradamente y giré para encararlo como si estuviese tratando de estafarme.

   –De ninguna manera –remilgué–. ¿Y quieres dejar ya de decirlo así?

   –¿Cómo? ¿Estás enamorado? ¿Cómo más quieres que lo diga? –Bruce cuestionó, y no en modo de pregunta. Él estaba seguro de saber qué ocurre, pero eso ni siquiera yo lo sabía.

   –¡No lo digas y ya! Mira, no puedo decirle algo que aún no…

   –¿Entonces qué hacemos aquí? –me interrumpió. Y estaba a punto de rodarle los ojos en un gesto de fastidio, pero antes me puse a pensar en la fácil respuesta que contestaría esa pregunta, mas sorpresivamente resultó no ser tan fácil. Él tenía la razón, de nuevo.

Damned ∙ libro unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora