Capítulo 34

2.2K 126 33
                                    

   –Narra Alissa–

 

   Estábamos sentados en la arena con las manos a los costados, sólo mirando las suaves olas oscuras danzando juntas, reflejando el brillo de la luna. Seis ha estado muy pensativo toda la noche, y apenas ha mencionado algunas palabras. Me gustaría saber más sobre él. Hace un par de semanas habría dado lo que fuera por alejarlo de mi vida, pero ahora se ha vuelto todo lo contrario, ahora es una pequeña <muy pequeña> parte de mi vida <aunque no lo incluí a propósito> y ni siquiera lo conozco, sé el mínimo de detalles, y apuesto a que no va a abrirse a contarme más.

   –Seis… –dije dudosa–. Estaba pensando… Y bueno, no sé nada sobre ti, y tú tampoco sabes mucho sobre mí.

   Se quedó en silencio, y me volteó a ver con algo de tristeza reflejada en sus ojos. Luego agachó la cabeza y resopló para después volverme a mirar.

   –No quiero conocerte, y tú tampoco a mí, en serio –afirmó como si estuviera seguro de que eso es lo que pienso. Pero no era así.

   –¿Por qué no?

   Tardó un par de segundos en contestar, como si estuviera inseguro, pero después soltó un suspiro resignado y habló:

   –Hay muchas razones, simplemente está mal.

   –Dame al menos una –insistí con un hilo de voz. ¿Por qué se cierra con las personas? Quizá está sólo por decisión propia, aleja a los demás como si no quisiera la compañía de nadie, y sencillamente, no podía entenderlo.

   –Mira, si me conocieras seguro no estarías aquí conmigo. Si supieras más de mí, me odiarías y no querrías ni siquiera voltearme a ver.

   –Sé bastante, y aún así me agrada estar a tu lado –repuse, y luego esperé un momento para volver a hablar–. Yo sí quiero conocerte, ¿Pero por qué tú no a mí? Sé que puede ser complicado est…

   –No, no es complicado, es fácil; si te conozco me enamoro, y si me enamoro me vas a comenzar a importar cada vez más, y entonces voy a joderlo todo. Hace ya un tiempo las cosas dejaron de importarme, y tú estás tirando mi esfuerzo a la basura, ese esfuerzo, de que las cosas no me importen.

   Me quedé con las palabras en la boca y abrí grande los ojos intentando procesar lo que acaba de decir, pero dejé de escuchar desde “Si te conozco me enamoro…”. ¿Seis hablando de amor? Era como cuando el villano de la película de pronto se convierte en la persona más alegre y bondadosa del mundo; todo por haberse enamorado, claro. Pero eso no puede pasar en este caso, por dos razones; 1) Éste villano no quiere volverse bueno, y 2) Es la persona más necia de todas.

   –Narra Seis–

   Era verdad, desde que la conocí <qué coincidencia> todo me empezó a importar más. Todo literalmente. Cuando Bruce y yo asaltamos el mini-super de Mission Street la semana pasada, casi nos atrapa la policía, y por un momento tuve miedo a ser arrestado. ¿Desde cuándo temo que me arresten? No era así antes, jamás había sido así.

   Vayamos más atrás, cuando golpeé a Roland aquél día después de la reunión, y temí que fuera a matarme. ¿Desde cuándo temo la muerte? Jamás lo había hecho, no importaba si vivía o no, siempre me había dado lo mismo.

   Ahora un poco más atrás, cuando el día previo a eso, Wes y Dylan propusieron ir a joder el barrio de los Avenged, y dije que no, porque seguro nos metíamos en problemas. ¿Desde cuándo me preocupa meterme en líos? ¿Qué no era obvia la respuesta? Desde nunca, porque jamás fue así.

Damned ∙ libro unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora