–Narra Alissa–
Cuando dejó la nota en el escritorio, la profesora Tanner ajustó sus gafas sobre el tabique de la nariz torcida y la leyó con rapidez muy desinteresadamente. Ella siempre trae un gesto apagado de “no pude conseguir un mejor trabajo así que soy maestra”. Después se puso de pie y se paró justo en frente de todos, con la espalda firme y la frente en alto.
–Bueno –la mujer de avanzada edad aclaró su garganta, y habló con dureza–. Tendrán un nuevo compañero por el resto del semestre; Simon Turner. Turner por favor tome asiento junto a…
La profesora comenzó a buscar con la mirada un lugar vacío, mientras yo rezaba para que no se siente a mi lado, pero mi corazón se detuvo un segundo y mi respiración se cortó cuando la noté dejando recaer la vista en la silla vacía junto a mí.
–…junto a ella –me señaló con la barbilla, y él se encaminó en dirección mía sin hacer el más mínimo gesto. Pareciera como si no le importase nada de lo que ocurre a su alrededor.
¿Por qué yo? ¿Por qué? Maldije en voz baja y me quedé congelada intentando mantener la calma. Si no lo miro él no va a mirarme tampoco. Sí. Sólo tengo que ignorarlo por completo y todo estará bajo control.
Tomó asiento en silencio, y acomodó sus cosas en el escritorio colgando la mochila en el respaldo de la silla. De pronto el aire se tornó denso y hacía más frío. Era como si su presencia creara un aura tétrica que te da escalofríos.
La clase continuó normal, pero yo no pude concentrarme durante la explicación de lo que sea que la señora Tanner esté diciendo, me la pasé lamentando las duras jugadas del destino, y podía escuchar los murmureos de los alumnos a mi espalda. Todos hablando de mí, y mi mala suerte.
Podía sentir encima la mirada de Christine. Seguro está pensando en lo desafortunada que soy, y lo suertuda que fue ella. Sólo espero no tener que dirigirle la palabra nunca. Si él se queda así de callado todo el semestre, no tendré ningún inconveniente. Maldito sea el que tuvo la idea de hacer escritorios para dos.
–Ahora quiero que cada quién realice la páginas cincuenta y uno y cincuenta y dos de sus libros, volveré en un minuto, no se muevan de sus asientos –la profesora anunció anotando las páginas en la pizarra, y caminó hacia afuera del aula haciendo sus tacones de aguja resonar en el piso pulido.
Justo cuando la puerta se cerró, todos comenzaron a hablar en un tono mucho más alto y se adentraron en pláticas ruidosas, mientras yo seguía inmóvil esperando a que suene el timbre para ir a la siguiente clase, quería salir de allí cuanto antes.
Estaba sentada junto a un demente. Esto merecía alguna clase de recompensa. Ni si quiera sé cómo lo dejaron entrar a la preparatoria otra vez. Saqué mi libro del backpack, y aproveché para echarle a él un vistazo discretamente. Dicen que lleva una navaja en sus pantalones, pero no sé qué creer. También dicen muchas cosas de Seis, y estoy segura de que no son ciertas.
En ese momento, Michael Higgins; el capitán del equipo de fútbol, arrojó una hoja de papel arrugada en bola, y le dio a Langley justo en el pecho para luego rebotar al escritorio. Él sólo la hizo a un lado con el brazo, con un gesto receloso en el rostro y fingió que nada había pasado. Alguien más detrás de nosotros hizo otra y la lanzó dándole en la nuca. Después se pudieron escuchar las risas indiscretas de varios chicos.
Sería horrible tener que vivir así. Todos lo odian, destruyen sus cosas, y se burlan de él el día entero. Pero tampoco le tengo lástima, de hecho me asusta bastante, y preferiría quedarme lo más alejada posible. Esta es una prueba de que las acciones que realices pueden marcar tu vida para siempre, y tu pasado va a perseguirte por el resto de tus días.
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Damned ∙ libro uno
FanficDamned es una trilogía que narra la dura vida de un criminal apodado "Seis" quien oculta secretos y carga el peso de un pasado oscuro que lo atormenta cada día. Cuando por error se topa con Alissa, una chica quien no sabe lo que es un verdadero prob...