Capítulo 52

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–Narra Seis–

   Mis músculos se relajaron enseguida al escuchar esas palabras, pero muy en el fondo seguía teniendo esa extraña sensación de incertidumbre. ¿Cómo sabes cuando estás enamorado? La verdad aquí era que yo no sabía cómo amar, no en absoluto.

   En el pasado no importaba. Nunca tomé en cuenta ese aspecto porque nadie me había dicho algo así. Había tenido muchas relaciones, sí, pero no eran mas que sexo sin ninguna clase de conexión sentimental, porque esa es la consolación que queda cuando no puedes tener amor.

   Antes así manejaba las cosas. Hacía lo que quería sin tener que preocuparme por comenzar a sentir en verdad. Pero de pronto llega Alissa y mi mundo da un giro repentino. ¿Qué es lo que me hace? ¿Por qué me hace sentir de esta manera? Estaba asustado, comenzaba a sentir y eso era lo que había estado evitando desde siempre.

   Esa clase de sentimientos son ajenos a mí, así que ni siquiera sabía cómo reaccionar. Lo único que quería era sentir más ahora que conocía la sensación. Ahora que sabía cómo era dormir junto a alguien que te importa demasiado, no quería volver al común hábito cotidiano de dormir sólo.

   Mi alrededor solía ser vacío. El eco de las palabras divagaba en mi mente junto conmigo. No había nada bueno dentro de mí. El mundo no me pintaba de ningún color. Y cuando llegó ella, sin darme cuenta, todo empezó a cambiar. En este preciso momento en que me encontraba de pie frente a ella, fue cuando me pude dar cuenta. Las cosas nunca fueron tan malas a como yo las veía.

   –¿Por qué preguntas eso? ¿Sigues creyendo que no vales la pena? –ella cuestionó desanimada, pero no era exactamente eso.

   –Sigo creyendo que estás loca –aclaré haciendo lo posible por esfumar la tensión que me rodeaba.

   Desde que nuestro beso en casa de Bruce se salió de control me ha estado costando mucho quedarme quieto al estar tan cerca de ella. Mis manos quieren tocar su piel desesperadamente y la sensación crece rápido. Apenas puso sus dedos sobre mi espalda sentí un hueco en el estómago y me costó toda la fuerza de voluntad que tengo para no hacer algo indebido.

   –¿Por qué loca?

   Cuando preguntó eso se relamió los labios casualmente y no pude evitar posarles mi mirada encima. Estando tan cerca se sentía como si fuesen un arma cargada con palabras que podrían matarme. Nunca dice lo que creo que va a decir y eso sigue desconcertándome diariamente.

   En un intento fallido por acabar con ese sentimiento hice lo primero que me vino a la mente, corté el último par de centímetros que nos separaban entregándome de nuevo a mis impulsos y sujeté fuerte sus muñecas. Tenía que hacer algo para detener mis manos de hacerme una mala jugada así que apreté el agarre agravando la respiración.

   –Porque soy un busca problemas y tú no dejas de acercarte a mí –susurré a su oído.

   Sentí una punzada de adrenalina al tener su cuello tan cerca de mi rostro y dejé que mi nariz topara con su hombro conteniéndome las ganas de colocar en vez mis labios. Ante mi tacto ella ahogó un grito y casi podía sentir su corazón latiendo disparado contra mi pecho.

   Mierda no te dejes llevar, Seis.

   –Dicen que… –Alissa susurró costosamente por falta de aliento–. …La locura se contagia.

   –Seguro –murmuré mordiéndome el labio.

   Mi nariz trazó una fina línea a todo lo largo de su cuello y terminó en su mejilla. No sé por qué lo hacía si sólo empeoraba mis sentidos y aumentaba la intensidad de mis deseos, pero tenía que sentirla. La presión en mi estómago era casi insoportable. Quería sentirla acariciándome otra vez. Quería sentirla más y más. A pesar de que la distancia entre ambos era casi nula, a mí me parecía insuficiente.

Damned ∙ libro unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora