Capítulo 64

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–Narra Alissa–

   Casi de inmediato, la puerta se abrió impactando contra la pared de mi habitación.  Giré de golpe para encontrarme con un alarmado y aún medio dormido Lucas usando pijama. No podía hacer que mis manos dejasen de temblar y tampoco que mi mente se despejara un poco para lograr calmarme. Mis pensamientos eran como hojas secas que daban vueltas por todas partes en la boca de un tornado.

   –¿Qué pasa? –preguntó inspeccionándome con la mirada–. ¿Estás bien?

   –¡No! –chillé posando la vista en esas marcas de lodo pintadas en el suelo. Cuando una ráfaga de viento sopló agitando las cortinas, me incliné y cerré la ventana de un golpe.

   –¿Qué te ocurre? –Lucas se acercó aún tratando de hallar algo inusual en la recámara, y fue evidente el momento en que sucedió, pues al agachar el rostro su mirada se ensanchó y luego se dirigió a mí en busca de una explicación.

   –Alguien se metió en la noche y ni siquiera me di cuenta –dije con la voz quebradiza.

   Lucas maldijo, observando nuestro alrededor con un gesto confuso y enfadado a la vez.

   –¿Robaron algo? –preguntó sujetándome de ambos hombros como si supiera que había algo mal en mí y tenía que hallarlo.

   –No, todo parece en orden –musité sin poder centrar la mirada en ningún lugar. Estaba perdida, provocando que preste más atención en las cosas que no podía evitar imaginar.

   –¿Y tú estás bien?

   Mi voz estaba atorada y no podía procesar lo que quería decir porque eran demasiadas cosas apareciéndose a la vez en mi cabeza. ¿Quién entra así y se marcha sin llevarse nada? Todo estaba en orden, y la única evidencia de que alguien había entrado eran esas huellas de lodo. Esto me dejaba con la idea de que quizá querían hacerme daño a mí, pero yo no estaba herida.

   En ese instante, la imagen de Seis mirándome de aquella extraña manera; con esa macabra sonrisa en el rostro, me provocó un escalofrío que agudizó cada uno de los vellos de mi piel. Ahora me parecía que no era él quien había estado observándome, pero mi sueño lo disfrazó de ese modo.

   –¿Alissa?

   –Oh dios mío –susurré con un nudo en la garganta. ¿Qué tal si era la persona de las notas otra vez?

   –¿Quieres que llame a mamá? Voy a llamarla –Lucas se avecinó para salir del lugar pero lo detuve del brazo.

   –No… no, es que…

   –¿Qué? Tenemos que decirles que aseguren todas las ventanas, quien sea que haya sido podría regresar –repuso acelerado, zafándose para encaminarse a la salida.

   Esto no era algo que iba a arreglarse asegurando las ventanas. Si es lo que creo que es, entonces iba a resultar mucho más difícil.

   –Alguien había estado acosándome –declaré en voz alta haciéndolo detenerse repentinamente.

   Luke entonces giró el rostro sobre el hombro y me miró afilando el gesto con las cejas alzadas y la boca torcida. Durante un instante ambos dejamos que el único ruido fuese el de la lluvia a las afueras, agregándole al ambiente dramatismo, casi pareciendo apropósito para éste momento.

   –¿Qué cosa? –cuestionó molesto–. ¿Y por qué no me dijiste nada?

   –Lucas… es compli…

   –¿Quién es? ¿Sabes quién es? –cada vez se tornaba más agresivo, señal de que estaba enojado, y la ira aumentaba gradualmente.

   –No, no sé quién es, y tampoco sé si se trata de la misma persona que hizo esto –respondí imaginando que ahora tendría que explicarle todo y eso iba a ser bastante difícil.

Damned ∙ libro unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora