–Narra Seis–
Llegamos al apartamento alrededor de las 11. Estaba cansado. Mis propios pensamientos me abrumaban y sólo deseaba hallar una manera de poder sacarlos y olvidarlo todo para quedarme tranquilo aunque sean unos cuantos minutos.
Alissa ayudó a Bruce para poder llegar al sofá y luego él se tumbó sobre éste en una postura descuidada soltando un gran suspiro.
–¿Cómo te sientes? –preguntó en su característico tono tranquilo; que en realidad puede llegar a parecer acogedor por más extraño que suene.
–Como si hubiese muerto y luego reencarnado en el cuerpo de un anciano –Bruce contestó en un murmuro apenas audible, haciéndola reír levemente.
Por una milésima de segundo, sentí muy en el fondo un poco de celos. Yo quería ser el que la hiciera reír pero a decir verdad no sabía cómo. A Bruce siempre se le da muy fácil, es como si viniera ya de fábrica. En cambio yo, digamos que he servido más para causar problemas que para hacer feliz a los demás. A los que quiero hacer feliz.
En muy poco tiempo, Alissa se había convertido en una de esas personas. Y eso era del todo un desastre, porque ya sabemos qué es lo que hago. Sólo decepciono a aquellos por los que más me preocupo. Por eso nunca quise meterla tanto en mi vida. No quería ocasionar más problemas. Pero mírenme ahora, ha resultado siendo todo lo contrario.
Allí me encontraba una vez más, recargado en el umbral observándola a lo lejos sin ninguna intención de parar, como si fuese lo último que me quedara por hacer. O mejor dicho; siendo ya lo único que quiero hacer.
Después de un rato, mientras ella seguía hablando divertida con Bruce, decidí acercarme. Había dejado de prestar atención a lo que estaban diciendo, lo que me había cautivado era esa manera en que ella podía verse tan feliz aún estando en el centro de toda esta situación de mierda. Eso es lo que yo siempre quise hacer. Poder verle el lado positivo a cualquier cosa, pero claro, nunca aprendí a encontrárselo.
–Seis, creí que habías subido –Bruce murmuró adormilado.
–Está cansado, deberíamos llevarlo arriba –Alissa dijo, centrando su atención en mí.
–No… no, no… ustedes suban, yo aquí estoy bien –él repuso cada vez bajando más la voz. Estaba tan jodido que los ojos se le cerraban solos.
En ese momento, ella me echó una mirada dudosa sabiendo que entonces íbamos a quedarnos juntos en el cuarto. Sé que no estará muy cómoda durmiendo conmigo en la misma cama, pero a mí no me molestaba en absoluto.
–Pues vamos –le animé señalando la escalera con la barbilla.
No pude retener una ligera sonrisa que al instante se me formó al ver su reacción. Alzó ambas cejas y me miró como si fuera un descarado. Yo no tenía ninguna mala intención pero era gracioso saber que a ella se le había pasado por la cabeza.
Comencé a caminar porque ella no parecía tener ninguna intención de moverse, y pronto me siguió siendo su única opción. Ambos nos dirigimos al piso de arriba sin decir palabra y entramos a la habitación a oscuras. La única luz proveniente era de la luna reflejada a través del ventanal. Así me gustaba, siempre preferí ese extraño ambiente sombrío que brinda la noche.
–Estoy muerta. Tú haz lo que quieras pero yo ya me voy a dormir –ella anunció, sacándose los zapatos para sentarse al borde de la cama.
–¿Derecho o izquierdo? –pregunté de pronto, y Alissa puso un gesto de no entender lo que estaba diciendo–. La cama –solté como si fuese algo demasiado obvio.
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Damned ∙ libro uno
Fiksi PenggemarDamned es una trilogía que narra la dura vida de un criminal apodado "Seis" quien oculta secretos y carga el peso de un pasado oscuro que lo atormenta cada día. Cuando por error se topa con Alissa, una chica quien no sabe lo que es un verdadero prob...